Antes de entrar en harina, distingamos entre clubes con cantera verdadera, con o sin inversión en la misma, con equipos filiales y con o sin ‘necesidad’ de tener que ganarlo todo. Si dejamos a un lado a un equipo como el Athletic, con filosofía propia, aunque también propicio a la ‘pesca’ en clubes de la región, hay que diferenciar claramente entre Madrid y Barcelona y los demás.
Esta crisis que tanto nos asfixia va a acabar poniendo las cosas en su sitio en el mundo del fútbol. Verá usted como poco a poco los equipos van a tirar cada vez más de sus chavales, de los jugadores que sienten los escudos, los colores y los pueblos donde nacieron futbolísticamente. No hay dinero.
La Administración no va a permitir más historias y van a ser ellos, los chicos que desde los 7 u 8 años están acudiendo a los campos de entrenamiento de sus clubes, los que saquen las castañas del fuego en los próximos años. Y no sabe usted lo que me alegro de ello. Y tampoco creo que vaya a bajar la calidad de nuestro fútbol o nuestra liga. Ni siquiera de la selección.
En cuanto al Madrid y al Barcelona, las cosas pintan distinto, pero debemos ser sinceros en la reflexión. ¿A quién no le gustaría que estos dos equipos estuvieran repletos también de jugadores locales? Pero desde la ‘Quinta del Buitre’ (de Amancio/Di Stéfano) y ahora los ‘hombres de Pep’, es complicadísimo que eso suceda.
Aspirar a ganarlo todo significa que dar minutos a los chavales en el primer equipo es una apuesta –riesgo- que, habitualmente, los entrenadores no están dispuestos a correr. Pep lo hizo. Se dio la circunstancia de que conocía perfectamente a la generación y se puso a ganarlo todo. En caso contrario, ni Pep ni nadie hubiera sujetado la apuesta. Y no le quito méritos, sólo describo una situación.
Pese a todo, en otros tiempos, algunos se tuvieron que ir –Piqué, Cesc,…- y volver maduros para triunfar. Como Arbeloa o Granero y algún otro. ¿Quién quiere ser segundo portero del Madrid? Nadie, pero la obligación del Madrid es formar cantera de porteros. Iker no es eterno. Dar minutos, y que no sean de la basura, a chavales en ‘los grandes’ es muy difícil. Debería obedecer a cultura de club, a estrategia de ‘empresa’ y debería depender todo de un técnico convencido del proyecto.
Dani Carvajal se va al Bayer Leverkusen, una pena. Tiene ilusión, calidad, juventud, es madridista y podría pelear perfectamente el puesto de lateral con posibilidades, pero me gusta su actitud: ‘Me voy para volver’. No ha tenido las oportunidades que le hubiera gustado –ni siquiera ha podido debutar-, pero si este jugador es lo que apunta, volverá. Para eso se reserva el Madrid su vuelta durante unos años.
Morata, por el contrario, se queda. Mourinho le hace ficha del primer equipo. Ahí tiene su oportunidad. Tendrá que pelearle el puesto a Benzemá e Higuaín, ni más ni menos. Posiblemente la mejor pareja de delanteros del mundo. Acepta el reto e igualmente me gusta su actitud, pero mucho me temo que va a disponer de pocos minutos y que, antes de lo que creemos, estaremos hablando de ello.
Dos chavales magníficos, con clase y calidad, con caminos distintos de arranque y posiblemente con el mismo final, pero hay que entender que el actual Madrid es una selección mundial en plena madurez y que conseguir un puesto en ese once es una hazaña.
Estoy a favor de las canteras, de la política de apoyar a los chavales, de dar oportunidades, de valorar el amor a unos colores, pero la demagogia de ‘sólo los de casa’ me parece muy ingenua. Sin los Messi, Cristiano, en otra época Maradona, Cruyff, Zidane, Ronaldo, etc., etc., nunca nuestros clubes más laureados hubieran conseguido tanto laurel.
Es una mezcla de sentido común, respeto, filosofía de club y respaldo conceptual de las aficiones. Con todo esto claro, un presidente firme y un entrenador seguro y respaldado, se puede iniciar el camino de un nuevo mundo hacia las canteras, pero con la urgencia de ganar, ganar y volver a ganar -que diría Luis Aragonés- es muy difícil. Resulta casi imposible prescindir de la pesca de ‘los grandes’ en las mejores ligas del mundo. La demagogia lo aguanta todo, pero la verdad, por lo menos la mía, es ésta.
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