sábado, 30 de julio de 2016

GRONDONA - LOS DIEZ DESASTRES DE LA HERENCIA

A dos años de la muerte de Julio Grondona, la AFA transita un camino traumático. Mucho tiene que ver el legado que dejó quien la gobernó más de 3 décadas. Don Julio. El presidente de la AFA que falleció a los 82 años.
Era el ladero preferido y el más sólido de Joseph Blatter, cuando el suizo era el presidente de la FIFA. Caminaba por los subsuelos de Zurich con la misma naturalidad que subía las escaleras en la sede de la AFA en la calle Viamonte o con las que caminaba las calles de su querido Sarandí. Julio Grondona era un especialista en construir poder. Hablaba sólo español, pero lo entendían todos. Era -además de vicepresidente senior- el director de finanzas de la enorme multinacional del fútbol.

Lo describió Blatter, en una entrevista con el diario La Nación: “Grondona era para mí y para el Comité Ejecutivo de la FIFA el elemento tranquilizador. No era fácil dirigir las reuniones del Comité Ejecutivo. Yo prefería dirigir el congreso de la FIFA. Si aparecían problemas, Grondona siempre intervenía y decía (deja el alemán y pasa al castellano): ‘Señores, colegas, ¿por qué discutimos? Esto es el fútbol, el fútbol tiene amateurs y profesionales, ¿pero por qué luchamos nosotros? ¡No! El presidente hace un gran trabajo, ¡sigamos al presidente!’”. Con tono barrial y con el manejo de la caja convencía y mandaba.

Su condición de hombre fuerte en la FIFA le facilitó siempre el manejo de la AFA, esa a la que llegó en 1979 -en tiempos de la última dictadura, al amparo del vicealmirante Carlos Alberto Lacoste- y de la que sólo lo separó su muerte, hace exactamente dos años.

Se dice frecuentemente en Viamonte: “No hay otro Grondona”. Lo cuentan los que lo valoran y los que lo desprecian, ahora ya fallecido. Son los mismos que siempre lo votaron para que se perpetuara en su sillón, para que los equipos descendieran por promedio, para que se jugaran los Aperturas y los Clausuras, para que se crearan las Promociones, para que apareciera el Nacional B, para que se jugara el torneo de 30 equipos, para que se disputaran los partidos por el sistema codificado, para que se firmara el contrato del Fútbol para Todos, para que Menotti, Bilardo, Basile, Passarella, Bielsa, Pekerman, Batista, Maradona y Sabella fueran entrenadores de la Selección.

Nadie -salvo espasmódicas excepciones como las de Raúl Gámez o de Daniel Vila- se animaba a contradecirlo. En todos habitaba el miedo a sanciones por lo bajo (a través de arbitrajes perjudiciales) o a que se cortara el flujo de préstamos para los clubes en problemas.

Hoy hay otra AFA. Previsiblemente distinta, igualmente compleja. Es la que está pagando viejos errores y la que está generando otros nuevos, más visibles, más públicos, ya sin aquel presidente que se fue hace dos años. Ese Grondona que parecía impermeable a cualquier cuestionamiento, a cualquier denuncia. “Todo pasa”, decía y pensaba. Y todo pasó, incluso su vida...



El FIFA-Gate y sus consecuencias

Se trata de una verdad a gritos, escondida en los rincones de la sede la calle Viamonte: el fallecimiento le evitó a Julio Grondona el trauma y las consecuencias del FIFA-Gate. La investigación de la Justicia de los Estados Unidos derivó en la detención y/o procesamiento de varios socios y allegados del expresidente de la AFA: los empresarios Alejandro Burzaco, Hugo y Mariano Jinkis y los dirigentes José Luis Meiszner y Eduardo Deluca. En el expediente Grondona aparece mencionado como el “co-conspirador #1”. El hombre de Sarandí era no sólo vicepresidente de la multinacional de Zurich sino también la mano derecha de Joseph Blatter y el director del Departamento de Finanzas, entre otras cosas...

La irrupción de la Justicia en la AFA

Julio Grondona parecía intocable. Desde su llegada a la AFA -en 1979, impulsado por el vicelamirante Carlos Alberto Lacoste- hasta su fallecimiento, la Justicia ordinaria jamás se le animó de modo directo. Sus contactos locales e internacionales le garantizaban amparo. A pesar de ser una discutida figura, no tuvo problemas graves con la Justicia. Ni él ni su entidad, capaz de soportar a cada Gobierno que pasó desde la última dictadura hasta Cristina Fernández de Krichner. Ahora, la jueza María Servini de Cubría investiga qué sucedió con el dinero del Fútbol para Todos, la Inspección General de Justicia (IGJ) interviene en las elecciones de la AFA y en su tesorería y la FIFA se involucra en sus decisiones.

La elección más loca del mundo

Sucedió en diciembre del año pasado y fue un ridículo que recorrió el planeta. En las elecciones para elegir al presidente de la AFA votaban 75 asambleístas entre dos candidatos, Luis Segura (presidente interino en ese momento) y Marcelo Tinelli. Y el resultado fue un absurdo que no cabe en la matemática: empataron 38 a 38. De repente, el país de Maradona y de Messi fue el hazmerreir universal por sus dirigentes. Aquella elección frustrada derivó en una nueva fecha para votar: el 30 de junio de este año. El mes anterior, la IGJ la suspendió por irregularidades. Entonces se designaron veedores para tratar de estabilizar a una AFA inestable y con gravísimos problemas económicos.

La inseguridad de los de adentro

El caso de Emanuel Ortega, el jugador de San Martín de Burzaco que falleció el 14 de mayo del 2015 después de agonizar casi dos semanas por una doble fractura de cráneo, quedará como un recuerdo maldito en la lista de muertes más absurdas. Chocó con su cabeza contra el muro perimetral de la cancha de su club cuando iba a disputar la pelota con un rival de Juventud Unida. Recién entonces comenzaron a tomarse medidas preventivas desde la AFA. Siguen siendo insuficientes. Se percibe cada fin de semana en muchas canchas del Ascenso e incluso en Primera. Luego hubo dos casos similares que no terminaron en tragedia: Javier Rossi (jugaba en Barracas Central) y Sebastián Gigliotti (Midland, hermano del ex Boca, Emmanuel).

La violencia de los de afuera

En tiempos de Grondona la violencia en los estadios fue un fenómeno frecuente. Las barras crecieron de modo alarmante. Ninguna de las medidas que se intentaron fueron suficientes. El vínculo entre los violentos de la tribuna y los dirigentes se hizo visible, pero no hubo sanciones ni soluciones. Nada cambió, todo sigue igual o peor (a un masajista de Lanús -foto- le sacaron un ojo). Al fútbol se juega sin visitantes en casi todas las competiciones (salvo Copa Argentina, Ligas del Interior y torneos internacionales). Pero las peleas internas en las barras continúan. El proyecto AFAPlus -para identificar con precisión a cada hincha- que pretendía Don Julio, todavía no se puso en marcha. En octubre Telecom intimó a la AFA por incumplimiento del contrato.

Los escándalos del contrato de FpT

Julio Grondona acordó en 2009 ceder los derechos de la televisación de los partidos de fútbol de la AFA a Fútbol para Todos, un programa dependiente de la Secretaría de Comunicación Pública de la Jefatura de Gabinete de Ministros. Era un acuerdo fuerte: el fútbol pasaba a ser manejado por el Estado y comenzaba a ser gratuito. Hubo cuestionamientos diversos y también adhesiones. Ahora, otra vez, la cuestión está en el centro de la escena. El Gobierno nacional, por pedido de los dirigentes, rescindirá el contrato vigente en diciembre. Los clubes pretenden más dinero que los 1.800 millones acordados en febrero. Con el proyecto de Superliga en el freezer no hubo aumento y lo que sucederá con el dinero de la TV está por verse...



Los juveniles, del paraíso al infierno

Argentina era, cuando estaban José Pekerman y Hugo Tocalli, el paradigma del trabajo metódico en juveniles. Los resultados eran la perfecta consecuencia. Ciclos largos, prioridades formativas, seriedad. También equipos inolvidables y campeones. Ya en los últimos momentos de Grondona comenzaron las malas decisiones y los tropiezos. Por estos días no se sabe ni siquiera quién está o quién estará a cargo. Con asistentes reducidos, Julio Olartichoechea dirige al equipo olímpico al que le negaron jugadores desde todos lados; Lanús prestó a Ariel Paolorrosi al Sub 20 para evitar el papelón de no acudir al torneo de L’Alcudia. Argentina no llevó sparrings juveniles a la última Copa América Centenario. No hay proyecto; sólo parches.

Hasta Messi se hartó de todo...

Es el mejor jugador del mundo, pero en Argentina no ganó ningún título con el seleccionado mayor. Molesto por las críticas, dijo basta. Renunció. Y aunque casi todos creen que volverá, hoy está afuera. Quienes conocieron la AFA de Grondona -con sus cosas buenas y sus cosas malas- señalan que “con él no pasaba”. Estaba muy cerca del equipo nacional -a veces, demasiado- y estaba al tanto de todo lo que pasaba o podía pasar. La ausencia de Messi es no sólo deportiva (cualquier equipo se resiente sin su mejor exponente) sino también económica: la cotización de la Selección es una con el crack rosarino y otra sin él. Que no esté Messi reduce el margen para discutir contratos con los principales sponsors del equipo nacional.

Martino se fue y dejó un agujero

Gerardo Martino se hizo cargo de la Selección tras el Mundial de 2014. En su ciclo, la Selección disputó dos Copas América (llegó a ambas finales y las perdió por penales contra Chile) y está en zona de clasificación en las Eliminatorias para Rusia 2018. Además, es el equipo número uno en el ranking de la FIFA. No fue la imposiblidad de ser campeón lo que impulsó al Tata Martino a renunciar a su cargo. Tampoco los sueldos adeudados. El desorden en la AFA y sus consecuencias en la organización del trabajo en la Selección previo a los Juelos Olímpicos fueron determinantes. Ahora, la elección del sucesor del Tata se parece mucho a un circo. Armando Pérez, titular de la Comisión Normalizadora, continúa con su amplio casting.

La FIFA decide quién manda

El nuevo organismo que conduce a la AFA se llama Comisión Normalizadora. Después de evaluar nombres diversos y dispersos, desde Zurich aprobaron a los integrantes. La preside Armando Pérez -hombre de confianza de Mauricio Macri- y la completan Javier Medín, Carolina Cristinziano y Pablo Toviggino. La primera impresión es que las decisiones las toma Pérez de modo unilateral, como hacía casi invariablemente Don Julio. Eso -cuentan- está generando malestar en el resto de los dirigentes. La primera misión del dirigente de Belgrano es encontrarle un entrenador a la Selección. No le está resultando fácil. Y luego le quedará por delante lo más complejo: rearmar el rompecabezas en el que se convirtió la AFA.

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