El busto de Itaka y una historia de amistad y amor - Jorge Atencio mandó a hacer una escultura de Hugo Pastor Corro y la instaló en el gimnasio de Heber Reinoso.
Por Raúl Adriazola - adriazola.raul@diariouno.net.ar
El amor es energía, la genera, la impulsa, la transforma. La amistad es parte del amor. Unir la amistad, el amor y el boxeo en una sola acción no es tan difícil ni descabellado como parece, y en el deporte, no faltan historias donde estos factores se mezclan como ingredientes fundamentales para conmover y motivar.
Hugo Pastor Corro fue un boxeador mendocino fuera de serie, y tan bueno, que llegó a ser campeón mundial unificado de una categoría que siempre fue de élite, la de los medianos, en la que se consagró arrebatándole la corona a quien fue la sombra negra de Carlos Monzón, el colombiano Rodrigo Valdez, que heredó la doble corona por poco tiempo, hasta que el tunuyanino se la quitó en abril de 1978 y la trajo a Argentina.
Hugo tuvo su época de gloria y esplendor, y lo rodearon miles de personas, incluido un pequeño puñado de amigos. Y como en toda historia de fama y triunfo, cuando estas se van, sólo queda ese grupito de afecto, los de fierro, los incondicionales. Uno de ellos, compadre de Itaka Corro, el Flaco Jorge Atencio, estuvo en las malas y en las muy malas, y con su amistad sostuvo muchas veces al amigo y a su familia
Ese amigo trotamundo, estuvo en Mendoza tras una larga ausencia, y se volvió a ir. En su estadía quiso homenajear al querido campeón y llevarle a las nuevas generaciones la imagen del campeón, para guía y ejemplo. De su bolsillo salió el dinero y el impulso, y del talento de Marcelo Arias, se concretó el busto, vivo retrato de Hugo Pastor, congelado con los brazos levantados en señal triunfo.
Pero allí comenzó otra historia, de tibiezas y falsedades, de ninguneos, dirían los post-modernos. Y la imagen de nuestro tercer campeón mundial, de los siete que nos llenan de orgullo, comenzó a derivar por mares inciertos. La idea de los amigos del campeón, y del Flaco Atencio, era ponerlo en su lugar natural: el gimnasio Luis Angel Firpo, donde el Itaka preparó junto a Don Diego Corrientes su carrera profesional, y luego sus pasos como técnico. “No sé qué pasó, me tuvieron a las vueltas y nunca me dieron el OK para instalarlo en el Firpo”, dijo el autor intelectual de la iniciativa, Atencio.
Finalmente, y en otro acto de amor, otro amigo del campeón, pidió el honor de tener el busto de Corro en su novel gimnasio. Heber Reinoso le abrió las puertas de su humilde emprendimiento boxístico, como le abrió siempre el corazón al representado en la escultura.
Y allí, una lluviosa tarde de principios de setiembre, la imagen del gran campeón nacido en La Consulta, quedó instalada en un sitial de honor del gimnasio de Heber, en el barrio Beghin, en Carrodilla, donde más de 50 pibes que hacen sus primeras armas en el noble deporte de los puños, le rinden homenaje con cada golpe a la bolsa, con cada gota de sudor, con cada sueño de superación. Anécdotas e historias de “primera mano” del ídolo, no le van a faltar, para eso lo tienen a Heber.
“Estoy muy feliz y me siento muy honrado con la elección de mi gimnasio para poner el busto de Hugo, que fue mi amigo. Le agradezco al Flaco Atencio por haberlo traído acá, a este gimnasio que es pequeño, pero va creciendo día a día, con la ayuda de los propios chicos y del querido Sebastián Torrico, que ha incorporado este establecimiento dentro de su Fundación Amigos por el Deporte (FAPF). Mi casa siempre fue la casa de Corro, y ahora su imagen también”, comentó el orgulloso anfitrión.
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