AL NOQUEAR TÉCNICAMENTE EN EL 2° ROUND A MARCELO DOMÍNGUEZ - Neuquén (ESPECIAL) – Ese gancho lateral zurdo (y no un cross, ya que lo ejecutó con un desplazamiento algo más largo, desde la media distancia y no la corta) violento, exacto, decretó el abrupto final: corría un minuto y 59 segundos del segundo asalto y esa puñalada ejecutada con puntería quirúrgca -nunca mejor expresada para un médico como él- por el gigante Matías Vidondo abrió profundamente la ceja derecha de Marcelo Domínguez y todo se acabó.
Los tibios reclamos del “Gordo” para poder continuar en lucha fueron en vano. La facultativa de turno, con buen tino, no le permitió continuar al ex campeón mundial crucero CMB provocó que el árbitro Daniel Rodríguez formulara “ipso facto” el nocaut técnico.
No fue un golpe fortuito, un imprevisto, tal como hubiera sucedido en caso de chocar las cabezas. Fue mérito de Vidondo y su oportunismo para encontrar el momento exacto sobre dónde y cómo aplicarlo, y falencia del ex campeón mundial que reaccionó más lentamente de lo esperado y no logró visualizar para bloquear o esquivar a tiempo ese mazazo de su oponente.
De esta manera, “El Matador” nacido en Neuquén y radicado en Rosario (37 años, 119,100 kilos, 20-1-1, 18 K.O.) retuvo por segunda vez su corona nacional de los pesados y sumó el nombre más importante a su palmarés, que eleva su autoestima y lo proyecta a intercambios de carácter regional en pos de una ilusión fronteras afuera, siempre dentro de un acotado nivel internacional no cercano a las grandes ligas pero ilusión al fin.
En tanto, para “El Gordo” porteño radicado en Ramos Mejía (44 años, 97 kilos, 47-8-1, 25 K.O.) ha sido su primera caída frente a un argentino en su dilatada campaña, al tiempo que le suma algunas dudas respecto de su futuro.
Al menos, sobre en qué categoría desempeñarse. Sabíamos desde el año pasado, porque lo hablamos con él, que Domínguez venía haciendo un trabajo pausado, metódico y persistente para bajar a los 90,700 kilos, de cara a meterse de lleno entre los cruceros para buscar una chance internacional en un peso más afín a sus medidas antropométricas.
De hecho, fueron más de 10 kilos los que había reducido desde los más de 105 kilos que acusó en el primero de sus seis éxitos desde que volvió en mayo de 2013, tras 7 largos años de ausencia, frente a Brígido Ruíz Díaz, en BANADE de Martínez, hasta los 94,700 que dio ante Javier Corrales, en junio, en el Club “Camioneros” de CABA.
Pero en esta ocasión, obligado por las circunstancias, debido a que tenía “un mastodonte” enfrente y convencido, además, por las buenas posibilidades económicas que le ofrecieron, fue que el ex monarca ecuménico cambió circunstancialmente de estrategia y subió un par de kilos.
En el citado contexto, la natural diferencia de potencia entre un pesado con todas la letras como Vidondo y los 22 kilos y fracción entre él y uno engordado para la ocasión como “EL Toro” salieron a la luz en uno de los primeros cruces cara a cara, luego de que Domínguez pudiera “rebuscárselas” para disimular las distancias a puro amago, guardia cruzada y oficio en un primer round parejo y cambiante que se había llevado por el canto de una uña.
En el primer minuto de contienda, desde el centro del cuadrilátero pero sin ir a tientas y a locas, al “Gordo” le costó encontrar la medida para prevalecer. Parado como contragolpeador, bien cubierto y paciente, con un ritmo lento y cansino, Vidondo esperó cada una de sus oportunidades -pocas- para perforar la defensa ajena con algunos jabs zurdos al rostro.
En los últimos dos minutos del asalto inicial, Domínguez ajustó sus pasos, aceleró su marcha y encontró algunos resquicios abajo y arriba para castigar con un gancho de izquierda a la zona hepática, más dos directos -uno de derecha y otro siniestro- más sendos swings zurdos que encontraron el mentón ajeno.
Parecía haber tomado más confianza y soltura “El Gordo” en el amanecer del 2° y, a la postre el definitorio, al adelantarse con mayor enjundia. Sin embargo, un freno para sus intenciones llegó inmediatamente al recibir dos 1-2 a su rostro.
Y sobre esas dudas de su contrincante trabajó “El Matador” para finiquitar rápidamente la contienda. Pese a que Domínguez clavó algún que otro impacto abajo y arriba, lo hizo en forma tibia y sin efecto devastador, ya que al haber “ralentizado” en parte sus movimientos no los ejecutó desde la distancia justa y bien afirmado.
Como contrapartida, el neuquino ajustó su mira y llegó con un gancho zurdo a la zona hepática y, luego, preparó la definición fugaz con un directo diestro a la cara para, tras encerrarlo sobre una esquina, conectar ese eficaz gancho lateral de izquierda que hizo estragos sobre el arco superciliar derecho del ex campeón mundial. Y todo se acabó.
Un pena, una verdadera pena para los amantes del boxeo que le empezaban a tomar el gustito a un espectáculo que había empezado a tomar intensidad y cierto voltaje emotivo que merecía más acciones de real interés. Sin embargo, “el culpable” de esto fue Vidondo y su cruel pegada.
De ahora en más, “El Matador” tendrá que ajustar más su mira aún y buscar nuevos desafíos: ¿la revancha con “La Mole” Moli?; ¿un pleito con “El Patón” Basile? o la llegada de algunos probadores extranjeros para meterlo en un ranking mundial luego de atrapar algún que otro titulito latino? Se verá. Mientras tanto, ¡a disfrutar!
¿EL FUTURO DEL “GORDO”?
La pregunta del millón, luego de su caída, se caía de maduro: ¿sigue Marcelo Domínguez sobre los rings. Él mismo, en su cuenta de facebook, contesta a su manera: “Muchísimas pero muchísimas gracias a todos los que me escribieron alguna palabra. A quien no también. Realmente quisiera pedir disculpas, pero no creo tener un motivo, ya que la pelea termino por un corte inesperado, y no por hacer mal las cosas. Estoy tranquilo, ya que lo sucedido fue por una cosa del destino.
¿Yo como estoy? Tranquilo con mi conciencia, ya que sé muy bien como me entrené, y como iba a rendir. Sé como ya lo hay algunos, que empiezan a opinar sobre mi edad. Pero ¿saben qué? Estoy totalmente orgulloso de ella, ya que puedo hacer lo que quiera con mi cuerpo, y eso es porque lo cuidé, y no viví de excesos. O tal vez hacer lo que muchos no se animan, o realmente pocos pueden hacer, o darse ese lujo. No les voy a negar que no estoy un poco bajón, me entrene muchísimo, y a conciencia. Pero esta fatalidad empañó mi frutilla al postre.
Quiero felicitar a mi oponente. Matías Vidondo muchísimas gracias x tus reverencias. ¡Disfruta tu triunfo! Yo me llevo el corazón, el alma y la conciencia tranquila. Sé que toda mi carrera la hice a conciencia, entrenando sin mezquinar, y dándole todo, hasta robándole algún tiempo de mi familia. A cada uno de ustedes gracias nuevamente. A mi familia decirle infinitamente, ¡¡¡gracias por bancarme.!!!”.
Por eso de “… la frutilla del postre”, parece una despedida, ¿no? Pero el tiempo, sus ganas y su reflexión respecto de sus posibilidades tendrán la palabra final. De última, como siempre, “El Gordo” Domínguez decidirá qué hacer. ¿quién le puede recomendar algo desde afuera cuando todo lo que consiguió fue a su manera?
Gancho y Cross
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