Conociendo a Yamila Chavez - De Río Gallegos desde casi el fin del mundo Yamila Chávez, "La Paisa", llegó a Buenos Aires en busca de ese sueño que persiguen muchas chicas que vienen desde lejos: jugar al fútbol. Una, dos, ¡TRES! lesiones de ligamentos en las rodillas no le impidieron seguir persiguiendolo con tan solo 22 años. Forma parte del plantel de primera división de Sportivo Barracas y juega al fútbol en la UBA. Conoce su historia en esta nota. DEL BLOG PASION ARRABALERA
Inicios en el fútbol
Jugué al fútbol a partir de los 9 años, a los cinco ya jugaba afuera con mis vecinos, era la única mujer y eran todos hombres. Prefería estar ahí y no en mi casa jugando a las muñecas. Empecé en Club Palma de Rio Gallegos y gracias a ellos fui cinco años a los Juegos Evita, hasta me tocó festejar mi cumpleaños de 15 en un viaje. Lamentablemente si no llegas acá no podes hacer nada, al ser casi el fin del mundo es difícil llegar, no hay mucha ayuda. Vamos a los Juegos Evita porque son gratis, siendo de allá valoramos más el viaje y la competencia, lo vivimos de otra manera.
La citación para la Selección Sub 17
En los Juegos Evita me vieron dos veces para la Selección Sub 17, me llamaron y hasta hoy en día no caí. Me mandaron la convocatoria, vine con mi mamá, justo en ese momento convocaron a otra chica más que vino con la delegada del Club Palma. Entrenamos una semana nada más y después nos avisaban si quedábamos o no. Se notó mucho la diferencia que había con las chicas de Buenos Aires y las que venimos del interior, te hacen pagar derecho de piso siendo nueva, iban todas en grupo juntas y las del interior estábamos en un costado. Es difícil mostrarte si no te integran, depende de uno mismo. Fue linda la experiencia, me enteré cuando me citaron en la Sub 20 que me habían convocado para la Sub 17, para volver a entrenar. Nunca me había llegado el fax y supe que quedé dos años después a los 18 años. Me decepcioné porque era la primera vez que una chica de Santa Cruz estaba en la convocatoria para jugar el Sudamericano.
La prueba en Boca
Llegué gracias a mi mamá que vio que había una prueba de Boca en Quilmes. Yo le ponía mucha pasión al fútbol en ese momento, era muy apasionada estaba todo el día con la pelota. Ella sentía que yo estaba para más y se hizo cargo de todo. Fui a la prueba y eran como 200 chicas, había gente de todos lados. Vine una semana con todo pago por mi mamá. Hicieron partidos de 11 vs 11 y a las personas que a Marcela Lesich (DT de Boca en ese momento) le gustaban quedaban para el próximo. Cuando miré para el costado estaba Carlos Borrello que era de la Selección con su carpeta Se dio que terminó la prueba, Marcela me dijo: “felicitaciones, quedaste”, fuimos 3 de 200. En el sur nunca jugué en once, hacíamos Futsal por el clima. Aprendí porque antes de venir a hacer la prueba en Boca entrené con varones.
Convocatoria para la Selección Sub 20
Quedé en Boca y cuando termine de hablar con Marcela me dijo que arrancaba a entrenar. Cuando salí de la prueba vi que Borrello le pedía los datos a mi mamá, y ella estaba más feliz que yo, hasta vendió el auto para que vaya a probarme. Me convocaron también en la Selección Sub 20. Es difícil entrar en un equipo grande donde todas ya se conocen, tenía 17 años. Entrené y me llegó la convocatoria de la Selección, ser nueva y escuchar de nombre de Marcela que estaba entre las convocadas era mucho, no lo podía creer. Tuve que volver a Río Gallegos para hacer los papeles del estudio, ya me había despedido de toda la secundaria, hice entrevistas, de todo. Volví a Buenos Aires y entrené un mes para ir al Mundial de Japón Sub 20, y ahí tuve una desgracia.
Las lesiones de ligamentos
Entrenábamos junto a la Selección Mayor, unas semanas antes de que den la lista me rompí los ligamentos cruzados por primera vez. El día anterior a un entrenamiento había llovido y esperábamos que la Sub 20 de varones termine de entrenar entonces estábamos en la cancha de al lado, la tierra estaba floja, una compañera me tenía que tirar la pelota al vacío para que yo tire un centro porque me probaban de volante por izquierda. La pelota me quedó atrás, giré para buscarla y me lesioné. Se me vino el mundo abajo, hubiese sido una linda experiencia estar en el Mundial, pero todo pasa por algo. No pude viajar, me operaron, estuve dos meses viviendo en el hotel al frente de AFA en Viamonte con mi mamá. Nos bancaron todo: la operación, la estadía y la rehabilitación. Tenía tantas ganas de jugar que me recuperé muy rápido, a los cuatro meses ya corría y a los cinco tuve el alta, no faltaba nunca. Decidí volver a terminar la secundaria a Río Gallegos, en enero tuve que volver a AFA a que me den el alta definitivo. Borrello me volvió a citar. Llegaba el fin de semana y todas se iban a su casa y yo me tenía que quedar en el hotel o en la pensión, sin conocer a nadie y sola, gracias a eso aprendí muchas cosas, este es mi quinto año acá y ahora estoy re bien. En ese trayecto conocí a Fabiana Vallejos que es mi gran amiga, ella fue un gran sostén porque tiene mucha experiencia en el fútbol femenino. Volví a entrenar pero ya no me sentía con confianza y no estaba en estado a comparación de las otras chicas. Empecé a tener algunos minutos en Boca y en agosto me fui a Paraná para jugar un Nacional de Clubes representando a Santa Cruz. Estábamos jugando la semifinal, se me cayó una chica encima y tuve una distensión en los ligamentos de la otra pierna.
Su paso por Kimberley en Futsal
Kimberley me atrajo mucho, Walter Colonello era mi preparador físico, lo conozco de hace un par de años. Me dijeron si quería jugar porque en Boca iba a ver a las chicas y a entrenar porque no estaba fichada para el segundo campeonato. Tenía ganas de jugar y empecé en Kimberley, me dieron la autorización para el Nacional y me lesioné. Cuando se enteró la delegada casi se muere. Me ayudaron mucho ellas. Me recuperé y volví con la mejor, cada lesión me fortalece. La segunda fue más difícil porque estaba sola en Buenos Aires, pero tenía el apoyo de mis compañeras, eran como mi familia adoptiva acá. Jugué para la tercera y salimos campeonas varias veces. Era profe de la escuelita, me venía bien porque estaba haciendo el profesorado de Educación Física. El plantel no era tan amplio pero era muy bueno. También jugué en River seis meses, pero no estuve en muchos partidos.
De Boca a la UBA
Seguí jugando once y pasé a la UBA. El nombre Boca lleva a que la competencia sea otra. Es un equipo diferente la UBA, a pulmón hicieron todo el trámite para poder entrar en AFA. Fui ahí porque mi ex compañera de Boca era la entrenadora, ella me insistió para que vaya a jugar, disfrutar y pasarla bien. Me gustó la propuesta e hice la pretemporada, tuve que integrarme en el grupo y por suerte pude adaptarme rápido, la pasé y la paso muy bien, me siento cómoda. La UBA se destaca por la actitud que tiene, la mayoría son estudiantes de la Facultad.
La llegada a Sportivo Barracas
Llegué gracias a Walter, me escribió y me dijo que estaba en Barracas y me preguntó si iba a jugar porque la mayoría de las chicas de Kimberley se había ido a Comunicaciones y me estaban convenciendo para que vaya, pero me fui con Walter. Me gusta el grupo, Cande y Len siempre te alientan, por algo es la capitana. Me siento re bien, me llevo bien con todas.
¿Once o Futsal?
Me gusta más el Futsal porque me crié jugando adentro de un gimnasio en el sur, pero hoy en día disfruto mucho jugar en once. El Futsal me encanta porque es dinámico, la pelota la tenes siempre, la adrenalina que transmite es genial. Lo que tiene once es que no es tan dinámico como el Futsal, si jugas con un equipo inferior o superior que vos es todo más lento.
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