Es cierto que aún quedan 90 minutos y que en el fútbol no hay nada dicho, pero suena demasiado optimista que Cipolletti consiga dar vuelta la historia para continuar en carrera.
Primero, porque necesita ganar de visitante por tres goles, ya que la ventaja deportiva es de Libertad; segundo, porque el conjunto santafesino se mostró más fuerte, experimentado y casi sin fisuras; y tercero, porque no tendrá a su goleador, ya que el 'Goldo' Henry Sáez llegó a las cinco amarillas.
Desde el minuto inicial quedó en evidencia que entre Cipolletti y Libertad había diferencias claras. De un lado, muchos cambios y varios jugadores inexpertos en el terreno de las batallas bravas. Del otro lado, en la visita, hombres con pergaminos suficientes como para preocupar. En el albinegro, muchachos de buen pie pero pequeños en porte. En el conjunto santafesino, gigantes que disfrutan cuando la pelota se eleva.
Libertad presionó en la zona caliente del campo de manera asfixiante. Lo hizo con todos sus futbolistas y sin miramientos.
Tuvo la primera chance de peligro a los 2 minutos, con un disparo que pasó cerca de Paolo Berardi, la segunda a los 14, cuando Ariel Quiroga cabeceó a las manos de Ávila, y una clarísima a los 24, cuando el mismo volante se comió un gol increíble abajo del arco y con Facundo Ávila vencido.
En el local la idea siempre fue buscar las combinaciones por abajo, abrir huecos en esa muralla de mitad de cancha (un doble '5' impermeable que formaron Quiroga y Ezequiel Lezcano) para encontrar a Sáez y a Bruno Weisser.
Hubo muchos toques de Manuel Gutiérrez y Gabriel Chironi, innumerables rotaciones y algunos lujos, pero también escasez en llegadas de peligro (sólo un zurdazo de Weisser que rechazó el arquero Iván Baigorria). La profundidad no era especialidad albinegra a esa altura.
Libertad volvió de los vestuarios decidido. Presionó en cada centímetro, generó un par de jugadas de pelota parada y así llegó al gol: a los 5, córner ejecutado por el incansable Vezzani, cabezazo del lungo Zuvinicar y toque al gol de Maxi Antonelli. El '9' pudo aumentar a los 8, y eso generó un click en los jugadores de Rogger Morales. Ahí le perdieron el respeto a esos portentos vestidos de futbolistas y, con el corajudo Weisser como abanderado, generaron cinco ocasiones claras –dos de Pikachu, un cabezazo de Medina y un disparo de Sáez-.
La gente se acopló e inyectó ánimo. Cipo buscaba la igualdad, con de desprolijidad pero valiente. El arquero visitante se agrandó y comenzó a descolgar centros. Weisser encaraba y ganaba, pero su verticalidad terminaba diluida ante un sistema defensivo que funcionó perfecto.
El optimismo que contagiaban los 'chicos' albinegros con la construcción de algunas paredes y la insinuación de que se podía se destruyó a los 20, cuando el talentoso Matías Rinaudo ejecutó un tiro libre, en el área de 'Cipo' volvieron a perder al larguísimo Zuvinicar, que bajó la pelota de cabeza para la entrada triunfal de Berardi.
Práctico y aguerrido, letal en las alturas. Así se mostraba este Libertad de Sunchales que se agradaba en La Visera.
Morales no dejó pasar más tiempo y mandó a otros dos jóvenes a la cancha (Raffú y Esparza), más tarde ingresó el tercer delantero (Mario Ávila) y el partido se tornó previsible: todo Cipolletti yendo al ataque y Libertad a la espera de un tercer gol.
Entonces, a Baigorria le crecieron alas y le sacó un pelota de gol al Máquina Jorge Cid, y en el último suspiro, Ávila ensayó una palomita pero la pelota se encaprichó y se perdió afuera, cerca del palo.
Libertad festejó y los chicos de Cipolletti se retiraron cabizbajos, pero con la sensación de haber dejado todo ante su gente.
CIPOLLETTI (AC).- Sólo un milagro podría extender la temporada de Cipolletti más allá del próximo domingo. Por eso las caras de disgusto y resignación del final. Libertad de Sunchales fue demasiado en las alturas para el albinegro, lo derrotó por 2-0 en el partido de ida de los play offs de la Reválida y lo dejó virtualmente eliminado en la Visera de Cemento.
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