“El hombre nace bueno y la sociedad
lo corrompe”. Con esa frase del filósofo Jean-Jacques Rousseau, el exárbitro
Humberto Rosales intenta explicar la única gran mancha que lleva consigo.
Rosales fue un referí sanjuanino que dirigió muchos años en el fútbol de
Córdoba y se introdujo de lleno en un sinuoso camino que para él no tuvo
salida: el de los sobornos. San Juan, 29 de julio.
“En el fútbol, como en la vida, no existe persona más mala y
peligrosa que aquella que quiso ser buena y no la dejaron. Se convierte en lo
peor. Eso fue lo que me sucedió: comencé de a poco a convertirme en el peor del
grado”, aseguró el arrepentido exárbitro. Desde la autoridad que le confieren
sus 22 años en el arbitraje, pero sobre todo desde la valentía de asumir que
fue parte del mundo oscuro del fútbol, “el Chino” Rosales escribió un detallado
libro sobre la trama íntima del soborno.
“Los directivos saben quiénes son los árbitros que están en
la joda e incentivan eso porque les conviene tener un grupo de personas que les
digiten a su gusto los partidos. Pero no buscan a cualquiera, sino a alguno que
tenga condiciones y carisma. Mi finalidad es la de denunciar el hecho del
soborno pero no perjudicar a ninguna institución ni persona. Los nombres acá
son ficticios. Quiero que de una vez por todas el fútbol cambie”, explicó el
exreferí.
–¿Cómo fue la primera vez que te sobornaron?
–Fui a dirigir un clásico en el interior provincial y los
visitantes habían arreglado el partido junto al otro línea que iba conmigo y al
árbitro. Había, a plata de hoy, unos 20 mil pesos para repartir entre los tres.
Estaban 0-0 y sobre el final le queda una pelota a un delantero que estaba un
metro adelantado y yo convalidé el gol. Parecía que todo salía redondo pero los
otros cobraron el dinero y nunca me dieron la guita. Ahí empecé a entender cómo
era esto.
–Le agarraste el gustito…
–Cuando uno entra no puede volver atrás. Aunque me
estafaron, ellos hablaron bien de mí y me recomendaron con otros árbitros y
clubes que estaban metidos en la joda. Al árbitro del soborno no le interesa el
honorario, gana más con esto otro.
–¿Por qué te arrepentiste?
–Porque quiero que esto termine. Fuera de lo que hice en el
fútbol, soy una persona honesta. Además soy hincha de San Martín de San
Juan y me dolió mucho que a mi equipo lo descendieran, porque no bajó, lo
descendieron. Eso me incentivó más.
- ¿Qué es lo mejor del libro?
- Yo acá doy todas las trampas que hacen los árbitros cuando
están comprados. El que toma el libro después ve un partido por TV y se va a
dar cuenta si hay amaño. Yo busco advertir a la gente. Después cada uno
decidirá si tiene ganas de continuar con la fantasía de que los partidos se
ganan y se pierden sólo en la cancha.
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