UNA VOZ CON HISTORIA -
Bartolito Estevez y el Hispano Americano tienen el mismo latir; nacieron el mismo año con doce meses exactos de diferencia; sus corazones se cruzaron y emergieron al mundo en el año 1925. Nada sería igual en la familia Estevez aquel 17 de enero, nada sería igual para la ciudad de Río Gallegos aquel 17 de diciembre.“Mis padres fueron socios fundadores, Caridad Riera y Bartolo Estevez. El deporte que más se practicaba en Río Gallegos era el fútbol, había muchos baldíos en el cual se ponían latitas con piedras como arcos. Tendría 9 o 10 años cuando paseaba por los potreros. Se había formado el club El Cañonazo. Cuando tenía 15 años se funda el club San Lorenzo y yo integro la tercera. Cuando mi padre se entera que estoy jugando en San Lorenzo, me trae al Hispano, después viajo a Buenos Aires a estudiar magisterio; cuando regreso con 20 años, empecé a jugar en la segunda hasta que el entrenador Lucho Fernández me dijo ´salí que vas a jugar en la primera´. A los 20 años debuté en la categoría mayor del Hispano y jugué hasta pasado los 34 años. Era el comodín de Lucho, arranqué de inside derecho, después pasé de lateral, y cuando deja de jugar uno de los mellizos Ventura en la mitad de la cancha, Lucho me prueba de número cinco. Quedé en esa posición durante muchos años, todavía conservo la camiseta. Después compartí el centro de la cancha con mi entrañable amigo Juancito Riquez. Mi juego consistía en apoyar a (Wenceslao) Peisci a (Fernando) Casal, que jugaban adelante…”
Celeste, desde los cimientos…
El club arrastra su vida a los mejores recuerdos, con la vitalidad de siempre, desde que comandaba al primer equipo de fútbol del Hispano desde el centro de la cancha, hasta completar su rutina cotidiana en el gimnasio de musculación que lleva su nombre en el Complejo Natatorio que lleva el nombre de su gran amigo Wenceslao Peisci “Wenceslao era una ardilla, tenía un pique corto que no lo podías alcanzar y tenía la virtud de pegarle con las dos piernas”. Bartolito, tiene una memoria admirable y refleja con exactitud sus comienzos como futbolista en su amada institución “empecé a jugar con los hermanos Oscar y Raúl Ventura, Juancito Burgos, Fernando Casal, Peisci, Tito Wilson, los hermanos Gallardo, los hermanos Gutierrez… Lo que más tengo grabado son los jugadores anteriores a mi época, tenía admiración por esa gente”.
De aquellos tiempos conserva una linda anécdota “cuando el viento calmaba a eso de las seis de la tarde nosotros nos íbamos a jugar a la cancha del Hispano. Entre las siete y las ocho llegaban los jugadores de primera. En un costado de la cancha, en el lugar donde ahora está la florería, había una canchita en la cual jugábamos los chicos, mientras el primer equipo lo hacían en la grande. Cuando había que completar los equipos, nos llamaban a nosotros, que estábamos al lado, y en una oportunidad que nos invitaron me tocó compartir un entrenamiento con el abuelo del jugador de la Selección Nacional Fernando Gago, se había casado con una chica de Río Gallegos de apellido Paredes. Era incansable, flaquito, gran jugador, se desenvolvía como inside derecho…”
Hispano desde sus raíces…
La tribuna de estilo inglés, que aguantaba los envistes del viento, era el lugar elegido por la pasión futbolera del sur que ocupada cada espacio, cada rincón de la inolvidable estructura para ser testigos del mejor fútbol galleguense que tenía como uno de los máximos protagonistas al Hispano Americano donde brillaba “Tito Wilson, un gran marcador, inteligente; Fernando Casal, era tosco para jugar así como su personalidad, embalaba contra todo el mundo; los hermanos Sorzin, que trabajaban en la Base, se probaron en el Hispano y Lucho Fernández , nuestro entrenador, los incorporó. Tuvimos destacadas actuaciones, una vez vencimos al seleccionado de Punta Arenas, en Chile. En el amateurismo no había nadie que le ganara al Hispano. Creo que gané entre nueve o diez campeonatos. Hasta que llegó el profesionalismo y nos quitó a los mejores jugadores”.
El Hispano es todo…
No pudo contener su emoción cuando tuvo que definir lo que significa para él el Hispano “es todo…”, luego de una pausa con lágrimas continuó “me emociono, siento un orgullo cuando veo a la gente o a los chicos con la insignia del club me pone feliz. Este Complejo (por el Natatorio) lo vi nacer, desde que empezaron las excavaciones, trabajaba en el frigorífico y cuando pasaba caminando por enfrente veía como lo iban construyendo… El Hispano es mi vida”… Ante una nueva emoción, cerró la entrevista, saludó con mucho afecto y se retiró con su enorme vitalidad a completar su rutina al gimnasio de musculación, que merecidamente lleva su nombre: Bartolito Estevez.
CELESTE AMERICANO
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