Una opción divertida y saludable - El deporte en la niñez. La práctica de una disciplina
acompaña el desarrollo integral de la persona. Martina, Ignacio, Tomás, Rocío,
Stéfano y María Paz cuentan las bondades de haber elegido ser deportistas en
una charla con La Voz del Interior.
Cada país elige el día para festejarlo, pero lo cierto es
que el Día del Niño es una celebración universal que enarbola las banderas del
bienestar y de los derechos de los niños. Algo que también promueve el deporte.
Por eso, para homenajearlos en su día, La Voz del Interior citó a Ignacio
Correa (basquetbolista, 14 años), Rocío Lafarga (tenista, 13), Stéfano Bocco
(rugbier, 14), Martina Aisicovich (gimnasta, 14), Tomás Bollati (futbolista,
14) y María Paz Milani (atleta, 12) para que debatan sobre la importancia de
hacer deporte.
Diferentes disciplinas, distintos clubes y distantes puntos
de residencia se tornan difusos a la hora de hablar de formación, salud,
competencia... Porque el deporte, como ocurre en una cancha, esfuma los
contrastes.
De todos, Martina fue la que comenzó a practicar deporte de
más pequeña y es, al menos por sus palabras, quien con mayores aspiraciones lo
toma. Con sólo tres años, y siguiendo a su hermana –aunque “sin noción de lo
que era”–, se inició en la gimnasia artística en Salsipuedes y apenas tres años
después se mudó al Gimnasio Olímpico Argentino (GOA) de Córdoba porque “lo tenía
que tomar más en serio”.
“Vine a Córdoba pensado más a futuro”, dice y remarca: “A
esa edad estaba bien que me lo tomara como un juego, pero después me lo quise
tomar en serio”.
En el tenis y el atletismo, que también son deportes
individuales, la competencia también comienza de pequeños, aunque, como cuentan
sus protagonistas, al principio hay premios para todos por participar.
Tanto María Paz como Rocío coinciden en que “el jugar por
los puntos” no impide que puedan disfrutar. “Yo empiezo a entrenar un poco más
las pruebas que voy a tener en el torneo y corrijo de cara a eso, pero la
pasamos bien con las otras chicas. Vos elegís ese deporte porque te hace bien y
porque la pasas bien”, asegura la atleta. Mientras que la tenista aporta: “Yo
siempre me entreno al máximo. Obviamente que cuando tengo un torneo trato de
hacer lo mejor y me pongo un poco de presión porque siempre es lindo ganar,
pero me gusta”.
En los casos de los deportes colectivos las reglas son
diferentes. Según cada disciplina, los puntos comienzan a contarse a partir de
los 13 años (básquet) y de los 15 (rugby). O bien, como ocurre en la escuelita
de fútbol de Belgrano a la que asiste Tomás, los jugadores pueden ser invitados
a probarse a la divisiones formativas del club y, si su rendimiento es
satisfactorio, pasan a la esfera competitiva.
Hasta entonces, los chicos participan de “encuentros
deportivos” en los que todos juegan, sin importar las condiciones o dedicación
que demuestren. De todos modos –y la sonrisa de Ignacio lo avala– ellos saben
el resultado de cada partido, por más que no exista un marcador. Y quizá esté
en las palabras de Stéfano, quien con la M14 del Jockey Club Córdoba todavía no
compite, la razón de esa actitud. “Durante 10 años jugaste por nada y ya querés
jugar por algo. Aunque lo mismo te divertís, querés ganar”, dice.
Los seis chicos se iniciaron en el deporte por algún vínculo
familiar y es el en seno de sus hogares donde también encuentran el mayor apoyo
para seguir adelante. Y más allá de las razones por las que cada uno se acercó
a cada disciplina, como afirman Tomás e Ignacio, lo importante es que los
“atrapó” y les “fue gustando más y más” a medida que avanzaron en su práctica.
Martina y Rocío explican sobre el deporte: “Te permite hacer
algo distinto, salir un poco de la rutina. Te hace bien físicamente y para
pensar. También da enseñanzas para el colegio”.
Stéfano resume que “es bueno para la salud” y Tomás cuenta:
“Yo como muy balanceado y voy al médico para saber cómo estoy. Lo hago por
voluntad propia, porque si quiero ir a las inferiores tengo que estar bien”.
Pero también, la práctica deportiva les proporciona valores
como “el respeto y nunca creerte mejor que el otro”, como afirma María Paz. Y
también, a sacrificarse para lograr los objetivos, propios o colectivos. Así,
por ejemplo, Ignacio decidió cambiarse de colegio para cursar junto a sus
amigos de básquet y ayuda a conseguir fondos, en el club Poeta Lugones, con la
venta de rifas o el armado de quioscos.
Todos disfrutan de lo que hacen y lo volverían a elegir. Es
que el deporte es una buena opción.
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