"El boxeo me rescató" - Hugo Lobo, el trompetista de Dancing Mood, jugó al básquet
hasta que lo suspendieron 99 años por pegarle a un juez, se entrena en Atlanta.
Allí dirige el centro cultural y armó una orquesta popular
Las vendas están retorcidas, cuesta destrabarlas. Son un par
de metros que se intentan planchar con la mano para poder conseguir el rollo
que luego facilitará el asunto. De fondo, las bolsas aturden con su eco de golpe
seco abajo de la platea de Atlanta, en Humboldt casi esquina Corrientes, Villa
Crespo profunda. Algunos corren, otros pasan y pasan por abajo de una cuerda
forzando el ciático. Hay olor a gimnasio. Y desborda mística boxística desde
esas paredes empapeladas con memorables tapas de The Ring, El Gráfico y más
revistas ya amarillentas por el tiempo.
En el ring está Marcelo Domínguez, el Gordo. Allí da clases
el ex campeón mundial, que se hizo cargo de la escuela de boxeo del club hace
varios años. Tiene muchos pupilos, ignotos y no tanto. Están quienes se quieren
forjar para seguir estirando la gloria de guantes argentinos y están, también,
quienes sólo se entrenan por divertimento. Uno de ellos es Hugo Lobo,
trompetista y líder de Dancing Mood.
Son las 17 y monedas cuando Hugo llega al gimnasio. Anteojos
oscuros, pelo corto a los costados, ropa deportiva y un bolso al hombro.
Saluda, se sienta y saca las vendas. Y empieza con ese difícil ritual que ya
domina sin mirar, al tacto, mientras cruza mates con Olé .
Hugo es el líder de la mejor banda de ska del país, pero no
sólo eso: artista de la trompeta, se entrena con el campeón y dirige el centro
cultural del club, donde hasta montó una orquesta popular para los pibes del
barrio. “Tengo la suerte de dar clases en el club. Estoy de 10 a 20 acá. Paro
una hora y media, me entreno, me baño y sigo dando clases. Ahora estamos con la
orquesta para los pibes de la calle, una sinfónica que se llama Vamos los
Pibes”, cuenta Hugo. “Laburamos con todas las comunas de Villa Crespo -sigue.
Hacemos ciclos de cine una vez por mes y vienen los directores a hablar; hay
clases de fotografía, dibujo, trombón, trompeta, saxo, guitarra, coro, danza
árabe, aikido, bandoneón, bajo... Un montón de actividades más los talleres de
la orquesta. Además funciona un programa para terminar la secundaria.
-¿Vos lo terminaste?
-No.
-¿Y no te tentás?
-Es que no tengo tiempo. Me gustaría en algún momento, pero
a lo que yo... Es una mierda que diga esto porque tengo un pibe, pero para lo
que yo me dediqué, tomé el camino correcto. Cursé 11 años de conservatorio.
-¡¿11 años?!
-Más de 11 en realidad, más lo que hice con maestros
particulares.
-Con Dancing tocaste con músicos del Teatro Colón, la
Sinfónica de Buenos Aires y hasta Skay Bellinsson; cada tanto invitan a Pablito
Lescano y también te sumás a varias bandas de rock.
¿Cómo se logra eso?
-Abriéndose a la música. Mi viejo es músico y me inculcó que
me tiene que gustar toda la música. Si te gusta un estilo solo, sos fan de eso,
no sos músico. Es como ser boxeador y mirar a uno solo toda tu vida: te van a
entrar ñoquis por todos lados.
Su vida, como se ve en el ejemplo que elige, está atravesada
por el deporte. “Curtí club desde siempre, entrenaba básquet todos los días
desde los 5 años, competía, hacía pretemporadas... Pero dejé porque me
suspendieron. Ese día había tocado a las 7 de la mañana con Todos tus Muertos
en Cemento y jugaba a las 9. Estaba en Juveniles. Me sacaban la pelota de las
manos, yo era pivote y no agarraba una. Fue por la impotencia que tenía lo que
hice. Después tuve un receso de 10 ó 12 años sin deporte en los que me hice
mierda, jaja”.
-Te suspendieron 99 años, de por vida. ¿Qué hiciste, cómo
fue?
-Ahí me di cuenta de que lo mío era le boxeo, jaja... Estaba
jugando en Círculo Urquiza, que me había comprado el pase por una bolsa de
pelotas pese a que tenía un esguince en los dos tobillos. Pero esguinces por
hacer pogo. Estuve sin correr cuatro meses. Y cuando volví, ese día de Todos
tus Muertos, al chabón que me sacó la pelota por enésima vez, de bronca le metí
el pie y se fue de boca. Se levantó, me puteó, le di una patada en el orto y me
cobraron una técnica. Puteé al arbitro, otro técnico, otro, otro y al séptimo
le metí un roscazo.
-¿Y al boxeo profesional te le animarías?
-No, no, lo hago para entrenar, me mantiene bien. Siempre
fui de verlo pero nunca me animé a practicarlo por la trompeta. Uno tiene que
caer al lugar indicado para que te cuiden, que no te rompan la boca y no pueda
tocar más. Empecé como recreativo en mi barrio y después conocí a Marcelo. Y
ahí no me moví de acá. Con Marcelo tengo una gran amistad y la suerte de
moverme bajo su lupa. A veces guanteo un poco, pero muy recreativo. El boxeo me
rescató de un montón de cosas. Me volví a sentir bien, por eso lo empecé a
practicar.
-¿De qué te rescató?
-Y, la noche te va llevando. Tuve ataques de pánico muchos
años y el boxeo me rescató de todo. Dejé de fumar, y fumaba un atado desde los
13 años y tengo 33. Y me cuido más a la noche, me ordené un poco, bah. Yo pasé
por todas, pero por suerte nunca me metí a fondo con nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario