jueves, 17 de mayo de 2012

MARCELO DOMINGUEZ

EL EX CAMPEÓN MUNDIAL - Marcelo “El Toro” Domínguez, dialogó con Radio San Diego, en el programa de “Todo el Box en el Mundo del Boxeo”, nos habló sobre los motivos que lo llevaron a escribir el libro ‘El día que fuimos Campeones’.
Marcelo Domínguez volcó la historia de su vida deportiva, donde cuenta lo difícil del mundo del boxeo, relación con el sur, con Marcelo Micheletto, púgil de Río Gallegos (con quién peleó y hoy es amigo), actual árbitro nacional de dicho deporte.



Una autobiografía que salió de un día para otro, de empezar a volcar en el papel todas sus vivencias, y era tan completo que los que pudieron tener acceso a los escritos, entre ellos su esposa, lo llevaron a sacar un libro.



Ahora además, sigue escribiendo su historia, sigue trabajando en su escuela de boxeo, donde hace mucho hincapié en la condición física, la importancia del gimnasio, mas allá de las condiciones naturales.



Los chicos deben entender que todo tiene su tiempo, de quemar las etrapas a su tiempo, y que cuando se quiere se puede. En cuanto a lo de boxeador, el ex campeón dijo ‘creo que me voy a morir boxeador’.



El boxeo femenino ha mejorado.

‘Hoy tiene calidad, nivel, la verdad que anda muy bien, muy buenas como Yesica Bopp, Erica Farías, Bermúdez, Yesica Marcos, yo no tengo en este momento chicas en el gimnasio, ahora vuelve la Tigresa Acuña.

Con el regreso de tantos al ring, señaló que ‘No, no me volvería a subir a un ring, hoy no, no creo que lo vuelva a hacer’.



Gracias Marcelo, por todas las alegrías quer nos diste sobre el ring, por defender la bandera Argentina, un gran campeón del Mundo del Boxeo.



LA VIDA DEL EX CAMPEÓN MUNDIAL. Por Sergio Bogochwal

La historia la escriben los campeones

Marcelo Domínguez, el púgil nacido en Ramos Mejía, colgó los guantes y escribió un libro en el que cuenta cómo llegó a la cima del mundo del boxeo. En diálogo con El1, el Gordo repasó su carrera, habló de su obra y dejó jugosas anécdotas.



Marcelo Domínguez demuestra que, abajo del ring, también es un campeón. Tras retirarse, quien fuera el boxeador argentino número 18 en ganar un título mundial se empeña en transmitir su experiencia para sacar nuevos campeones. Trabaja día a día para ello entrenando a sus pupilos en el Club Atlético Atlanta, pero también volcó lo vivido a lo largo de su exitosa trayectoria en su libro El día que fuimos campeones, que exhibirá en la Feria del Libro.



¿Cómo llegaste al boxeo?

Cuando tenía 14 años, me llevaron unos amigos a practicar en un club de Lomas de Zamora porque ellos querían boxear y me enganché. En ese momento fue un hobby. No se me pasaba por la cabeza ser boxeador, y, menos, campeón del mundo. Después, fui a Huracán, porque quedaba cerca de donde terminaba mi recorrido del trabajo –era empleado de una editorial-. Y el director del gimnasio, Bautista Rago -quien fuera entrenador de Ringo Bonavena-, me dijo que empezara a trabajar con Carmelo Cuello -fue su técnico durante toda su carrera-, que un tiempito antes había dejado de boxear.



¿Y cómo te decidiste a hacerte profesional?

Se dio de a poco. Carmelo y Rago me preguntaban si me quería dedicar a esto, porque andaba bien con el movimiento y trabajaba bien. Tuve peleas amateur; hasta que, en 1986 fui a ver la pelea de Látigo Coggi con Pajarito Hernández en el Luna Park, y eso me marcó. Nunca había visto peleas en vivo, y salí diciendo ‘Voy a hacer boxeo’. Siempre traté de empezar y terminar lo que hice, y así encaré la carrera. Cuando uno comienza a hacer esto en serio, de a poco, empieza a soñar. Yo pasé del título argentino, que logré con siete peleas, directamente, al del mundo.



¿Cómo viviste la primera pelea por el título mundial?

Me dieron la noticia un jueves a la noche, en Ciudadela. El manager me lo dijo, salí corriendo, tomé el colectivo hasta mi casa y desperté a todos para contarles. Fue un muy lindo momento. La pelea fue en Salta con Wamba. La gané yo, pero me la robaron. En vez de tirarme para atrás, me fortaleció y me catapultó a ser lo que después fui.



Y la chance de ser el mejor del mundo llegó contra Tafer...

Fue una pelea que agarré veinte días antes y la gané por un motivo muy claro: estaba preparado. Fue una contienda que no llevaba bien, era pareja y él estaba un poco más arriba. En el octavo round, me senté y me miré con Cuello. En los momentos jodidos, como siempre, nos dijimos: ‘Es plata o mierda’. Salí a pegar: me caía yo o se caía él. Por suerte, metí mi mano. Lo tiré, me fui al rincón neutral y estaba cansadísimo. Por dentro decía ‘No te pares, loco, no te pares’. Se paró, pero se fue tonto contra la soga.



Siempre fuiste muy fuerte mentalmente, ¿no?

Sí, siempre fui un tipo que no claudicó nunca mentalmente. Una vez me pasó, ante Johnny Nelson. Él no me ganó, yo perdí esa pelea. Terminó, bajé llorando y dije que no peleaba más, que me retiraba. No soy conformista, pero trato de ver siempre el vaso medio lleno. Buscaba la forma de no caerme.



Y lo demostraste en tu defensa del título ante Aousissi...

Fue la tercera defensa. Yo me confié, y no llegué en buen estado. Perdía y, en el sexto round, empecé a remontar. En un descanso, él me miraba. Ahora te voy a fajar, te voy a cortar la cabeza, le decía a través de señas y gritos desde mi rincón. Yo no podía matar ni a una mosca. Estaba lento, me salió del alma. Vino a mi rincón y todos pensaron que me iba a pegar. Me saludó y se fue del ring. Después, en una nota, dijo que tenía miedo por su vida por las señas que le había hecho. Ahí está la fragilidad de las cabezas.



¿Qué sentiste cuando tuviste la chance de pelear en el Luna Park, el lugar donde decidiste hacerte profesional?

Una gran emoción. Esto fue en 2002, 16 años después. Me preguntaban cuál era mi sueño. Que se llene este estadio y que todos griten mi nombre, contesté. Estaba en el vestuario y Carmelo me dice ‘Escuchá’. Yo soy sordo de un oído, salí y todo el mundo coreaba mi nombre. Son marcas que te quedan. Pude cumplir lo que yo había dicho.



La vida de un campeón volcada al papel

Ya retirado del ring, el Toro se sacó los guantes y empezó a escribir. “Fue una iniciativa de mi señora, que me dijo un día ‘Por qué no te sentás, escribís para tus hijos, para que, el día de mañana, le puedan contar a tus nietos tu historia. Que quede todo escrito. Por ahí, después, te empezás a olvidar de cosas’”, revela. Y así fue. Domínguez empezó a escribir y sorprendió a más de uno cuando salió a la calle su obra: “El día que fuimos campeones”. “’Vos lo inventaste todo a esto. No te podés acordar de las peleas amateur con tantos detalles’, me decían. Quedé muy contento por las críticas que recibió. Yo crecí en el boxeo sin que ningún campeón del mundo me diera un ejemplo, y mi libro es para eso”, sostiene. ¿Con qué se encuentran los lectores de la obra? “Si bien habla mucho de boxeo, también habla de la forma en que encaramos los entrenamientos, lo que me estaba pasando en ese momento. Está muy resumido lo de las peleas, porque la mayoría de la gente eso lo vio. No solamente es un ejemplo para boxear, también es para la vida, para triunfar en cualquier ámbito. Cómo uno, sacrificándose, puede llegar a lograr cosas”, resume el púgil matancero.



Palmarés

1993-1995 Campeón argentino en la categoría crucero.

1995-1998 Campeón mundial de la categoría crucero. Ganó cinco defensas.

2002-2006 Campeón argentino y sudamericano categoría pesado. Tuvo seis defensas exitosas.

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