lunes, 21 de mayo de 2012

INDEPENDIENTE DE NEUQUEN

A LAS PIÑAS CON INDEPENDIENTE DE CHIVILCOY - Piñas, locura y vergüenza total. "Esperaba un rival duro, no con mala intención". En el entretiempo, el fútbol se transformó en lucha libre. El final fue con suspensión.
NEUQUÉN (AN).- Carlos Iarosi irrumpió en la zona de vestuarios con furia. Su porte metía miedo. Similar a "La Mole" Moli, pero más estilizado, el marcador central primero se impuso en el juego aéreo durante la etapa inicial y después en el de los nudillos. Su primer puñetazo desató una batalla campal en el entretiempo. Grave falla fue hacerlos ingresar a los camarines juntos. Jugadores, cuerpos técnicos, dirigentes, policías. Todos mezclados, lanzando golpes, amenazas y objetos varios. Del equipo rival hasta partieron agresiones hacia los reporteros gráficos. El árbitro Luis Moreno y sus asistentes, Mauricio Sosa y Daniel Mostachio, siguieron de cerca el bochorno pero no tomaron cartas en el asunto.

Es que cuando el hervidero se enfrió –luego de varios minutos de pelea– y la compostura acomodó los ánimos, los equipos regresaron a la cancha como si nada hubiese sucedido.

"Ya van a tener que ir a Chivilcoy. Allá los vamos a reventar", fue la frase que más se escuchó de bocas bonaerenses. Desencajado, el técnico Alberto Salvaggio lanzó golpes de puños y más tarde agredió al arquero Nicolás Peralta con un codazo. El cotejo tuvo una fricción inusual y estuvo detenido infinidad de veces. Independiente de Chivilcoy, con hombres de mucha experiencia en el terreno del ascenso, llegó a esta capital con todas las mañas que puede tener un equipo y se llevó un resultado que, por lo visto en la cancha, le sienta más que bien.

El final llegó de la misma forma que el entretiempo. Con peleas, jugadores ensangrentados y la tibieza de una terna arbitral a la que se le escapó de las manos el trámite. Para resaltar: a pesar de las deficientes condiciones de seguridad del estadio, los hinchas se portaron muy bien. Esta vez el ejemplo llegó desde afuera. Rio Negro

"Esperaba un rival duro, no con mala intención"

Gustavo Coronel no escatimó críticas, igual que Porra y Ancatén.

NEUQUÉN (AN).- Se acerca a paso cansino y ríe. En el labio hay sangre, la evidencia de que el partido fue una verdadera batalla campal. Orlando Porra jugó, luchó y se retiró con la sensación de que Independiente "mereció ganar por una mayor diferencia".

Jugador de mucha experiencia, el 10 tuvo que lidiar con una marca tipo estampilla de Juan José Tenaglia. También con varias agresiones, incluso del técnico rival Alberto Salvaggio. "Me dijo que allá nos iban a reventar, que me iba a apuñalar", repetía Lalo luego del partido. Por eso, ya entrada la noche en esta ciudad radicó la denuncia policial. (Ver aparte)

"Entiendo que las finales son duras y hay que jugarlas fuerte, pero de ahí a venir a golpear y a ensuciar todo el tiempo el partido... Ellos se metieron atrás y sólo defendieron, siempre propusimos nosotros. Ahora hay que ir a Chivilcoy, poner el corazón y traernos el ascenso", remarcó.

Cerca suyo, el Negro Ancatén respiraba agitado. El esfuerzo se le notaba en el rostro. "Buscamos el triunfo por todas las vías. Ellos son un equipo muy mañoso, que defiende bien pero juega poco. Fuimos justos ganadores y vamos a ir a defender la ventaja", dijo.

¿Cómo espera el partido de vuelta? "Viendo lo que hicieron ellos acá, va a ser una guerra", señaló con una media sonrisa el de Centenario.

Gustavo Coronel estaba contrariado. No lograba entender lo que había sucedido en un partido accidentado desde su génesis. "Fue un juego más que complicado. Nosotros hicimos todo el desgaste, atacamos siempre y ellos sólo se defendieron. De lo demás, me sorprendió, porque esperaba un rival duro, pero no con tanta mala intención. Agredieron, amenazaron, nunca quisieron jugar...", se lamentó.

No hay comentarios: