lunes, 21 de mayo de 2012

BAJO LA LEY DE DROGBA

CHELSEA GANO SU PRIMER CHAMPIONS LEAQUE - En Munich, venció al Bayern por 4-3 por penales, tras el 1 a 1 en los 90 minutos; fue una final con emociones en el epílogo; Robben erró un penal en el alargue. Por Claudio Mauri.
Desde que en 2003 compró a Chelsea por 215 millones de dólares, Roman Abramovich lleva gastados otros mil millones en refuerzos y contratos de jugadores para vivir la gloria que alcanzó ayer, en el Allianz Arena de Munich. Hace tres meses, el magnate ruso creía una vez más que el poder del dinero sería insuficiente nuevamente para poner a su equipo en la cima de Europa. Por entonces, el 21 de febrero, Chelsea había perdido 3 a 1 en Napoli por la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones. También estaba a la deriva en la Premier League (terminó sexto). No cuajaba la idea reformista (más posesión de la pelota, menos juego directo) de Andre Villas Boas, uno de los técnicos de moda en Europa, que además no supo ganarse la confianza ni el respaldo de los caciques del vestuario (Terry, Lampard, Drogba, Essien).

La crisis se devoró al entrenador portugués, sustituido por quien era su segundo, el italiano Roberto Di Matteo, en lo que sólo era un plan de contingencia, una transición que, por esas cuestiones inexplicables que a veces tiene el fútbol, ayer terminó con el título de la Liga de Campeones, el primero que obtiene el club londinense en sus 107 años.

Después de haber dado el batacazo al eliminar a Barcelona en el Camp Nou, Chelsea volvió a demostrar su gran instinto de su supervivencia al consagrarse en la casa de Bayern Munich, en una final que lo tuvo al borde del knock-out en las tres instancias del encuentro (los 90 minutos, el alargue y la definición por penales), pero de todas las situaciones límite resurgió, se levantó. En un partido de discreto nivel (seguramente por debajo de lo que hubiera sido la frustrada final entre Barcelona y Real Madrid), aunque con una tensión y carga emocional que fueron en aumento, Chelsea sucede en el trono a Barcelona, al vencer 4 a 3 en la definición por penales, luego del 1 a 1 que se mantuvo durante el tiempo suplementario.

Dos futbolistas históricos y referentes de este Chelsea se elevaron a la dimensión de héroes en tierras alemanas. Imponentes desde lo físico, Petr Cech y Didier Drogba le pusieron sus firmas a la conquista. Ambos fueron decisivos en cada área. Cuando Bayern ya saboreaba su quinta corona europea (cabezazo de Müller de pique al piso para el 1 a 0 a 8 minutos del final), el marfileño surgió imponente con un anticipo ofensivo para conectar de cabeza un córner. Era la primera resurrección de Chelsea a dos minutos del final. Fue un golpe anímico para los alemanes, que habían tenido el control del juego y creado más situaciones de gol. Cuando no se toparon con Cech, la impericia y la ansiedad en la definición los sumieron en la frustración. Bayern contabilizó 26 remates al arco (sólo 8 entre los tres palos) contra 7 (3) de Chelsea. Veinte córners forzó el conjunto de Heynckes por uno de su rival. A 26 foules recurrió Chelsea para frenar a un adversario que cometió 8 menos



Pero el fútbol muchas veces no consagra vencedor al que domina las estadísticas complementarias, al que no sabe o no puede reflejarlas en el dato concluyente del resultado. Bayern quedó atrapado en los mismos fantasmas que en 1999, cuando vencía 1 a 0 a Manchester United y en los dos minutos finales cayó 2 a 1.

Müller había sido reemplazado a cuatro minutos del cierre para que fuera saludado como el héroe de la jornada y para darle lugar a un defensor (Van Buyten) con la intención de "cerrar" el resultado.

En realidad, parecía la típica final en la que el que hace el gol gana. Sólo que ese primer tanto no lo había convertido Drogba, que cambió el curso de las cosas con el empate.

Ya en el suplementario, Drogba, como en la semifinal contra Barcelona, cometió un penal (foul a Ribery). La estrategia de poner a todos los jugadores en función defensiva tiene estos riesgos, que un delantero haga una falta innecesaria por falta de oficio. La equivocación la subsanó Cech, que le atajó el remate a Robben, protagonista de otra final fatídica (perdió la de la Liga de Campeones ante Inter en 2010 y, un par de meses después, la del Mundial con Holanda, cuando tuvo el triunfo en sus pies en un mano a mano con Casillas).

Chelsea salvaba su segunda vida y llegaba a los penales, en los que estuvo 3 a 2 en desventaja, a dos remates de la derrota. Pero volvió a surgir Cech para desviar el tiro de Olic y acariciar con las yemas de los dedos el de Schweinsteiger que dio en el palo. La última palabra la tuvo Drogba. Corta carrera, no más de tres pasos, pelota junto a un poste. Después de dárselo por muerte varias veces en este semestre, nadie aguantó más que Chelsea hasta proclamarse campeón.

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