La eternidad en el boxeo, escrita por José Sulaimán el 31 de enero del 2010, para El Universal, donde sigue siendo nuestra realidad. Como narra José Sulaimán, "Llegar a la edad de la madurez invita a la reflexión. La
vida, el cuerpo y la muerte son un misterio que nunca será resuelto y nos
conduce a pensar en un ser supremo como lo es Dios, para hacerlo entendible.
Para seguir con esta reflexión de quienes en el boxeo así lo
hicieron, hoy, hace nueve años, en 2001, falleció el gran José
Huitlacoche Medel, quien salido de una cuna modesta entregó su vida para
conquistar la gloria en el deporte del boxeo, donde venció a los más grandes,
incluidas dos veces al Toluco López, y peleando por el título mundial ante dos
verdaderos inmortales, como el brasileño Eder Jofre y Battling Harada, a quien
antes había noqueado en su propio Japón, en donde el Huitlacoche había sido gran
ídolo. Todavía recuerdo aquella extraordinaria demostración de boxeo ante el
filipino Ray Asis, en el histórico escenario de El Toreo (ahora destruido por
la irrespetuosa modernidad), lleno a reventar y con el público de pie
ovacionando al llorado presidente de México, don Adolfo López Mateos,
acompañado de don Gustavo Díaz Ordaz, en ese mismo día que Saldívar destronó a
Ultiminio.
José Medel estuvo muy cerca del CMB en la parte final de su
vida y a él le pedí que fuera a la delegación Gustavo A. Madero para atender
una llamada en la que me decían que habían recogido de la calle un cadáver que
tenía cara de boxeador y que sería enterrado en una fosa común. Medel me
llamó para decirme con profunda pena que el cuerpo era de quien fuese gran
ídolo nacional, que cayó en el alcohol, Nicolás Morán, gran rival del súper
campeón Ike Williams, quien recibió un funeral digno de su historia boxística y
de su grandeza.
El 4 de febrero de 1945 se escribió una historia de
vergüenza universal cuando el ex-campeón mundial de peso gallo Young Pérez,
nacido en Túnez, y uno de los más grandes ídolos en la historia del boxeo
norafricano, fue sacrificado en las cámaras de gases en Auschwitz, Polonia, ya
casi al final del inexplicable holocausto, por esos nazis asesinos mejor calificados
como malditos animales rabiosos, el “único pecado” que cometió Pérez fue que
era judío.
Fue precisamente 30 años después en Túnez en 1975, la tierra
natal de nuestro héroe, que yo fui elegido por primera vez presidente del
Consejo Mundial de Boxeo, por lo que guardo un profundo cariño y gratitud para
ese país que desde entonces llevo siempre en mi corazón.
Al continuar con estas fechas de remembranzas de los grandes del pasado, viene
a mi mente Ray Sugar Robinson, calificado por el mismo Muha-mmad Alí como “el
más grande boxeador de la historia”, y quien conquistó su título un 14 de
febrero de 1951; quien luego fue tan famoso que viajaba con su estilista, su
cocinero y una trouppe que hasta los calcetines le ponían.
Robinson fue el más grande peso welter sin jamás haber
perdido una sola pelea y ya en peso medio se consagró venciendo a Jack Lamotta,
Bobo Olson, Carmen Basilio, Randy Turpin, Kid Gavilán, representado por mi
inolvidable hermano Yamil Chade, Rocky Graziano, Henry Armstrong, Fritzie Zivic,
para moverse al peso semi completo y pelear con el campeón Joe Maxim, a quien
había ganado todos los rounds, hasta el 14 cuando se desfalleció por el inmenso
calor y deshidratación, para ser sacado en camilla. Me hice su amigo en
la parte final de su vida y salíamos a cenar, siempre con su esposa Martha.
Nuestro amigo Vic Weiss y Lupita, cuando le pregunté quienes del boxeo presente
él consideraba que hubiesen sido grandes también en sus tiempos, me contestó:
“sólo José Mantequilla Nápoles, él hubiese sido un triunfador en mis tiempos;
Robinson, tal como lo hizo Alí en el programa 24 Horas, de mi amigo don Jacobo,
calificó la reducción a 12 rounds como la más importante regla en el boxeo.
Antes de terminar, no quiero dejar de mencionar el debut del
grandioso mexicano Julio César Chávez, quien debutó en el boxeo profesional el
5 de febrero de 1980, mañana serán 31 años; reduzco su historia en los hechos
de que estuvo 14 años en el boxeo profesional sin perder una sola pelea, casi
11 años de campeón mundial sin perder jamás, e hizo 37 peleas de título
mundial, lo que nadie en los 300 años del boxeo jamás lo ha logrado, el segundo
lugar lo tiene con 27 peleas titulares, ni más ni menos que el inmortal peso
completo el Bombardero café, Joe Louis, esa fue la grandeza del mexicano Julio
César Chávez.
Podría continuar con muchísimos más hombres que pintaron
para siempre la huella de su paso por la vida con letras brillantes de oro,
todos salidos de las cunas más humildes pero que conquistaron la gloria y la
historia con sus puños de oro y su corazón valiente.
Verdaderamente es una lástima que en este México nuestro el
boxeo siga siendo el “patito feo del deporte mexicano” para las altas
autoridades de México y el deporte, en donde se recibe siempre y se apoya a los
grandes de otros deportes, pero no así a los boxeadores y boxeo mexicanos.
Vivan todos los gobernadores mexicanos que sí han apoyado al boxeo, porque al
hacerlo están apoyando a México.
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