jueves, 9 de junio de 2011

PEÑAROL BICAMPEON LIGA NACIONAL

Básquetbol: la fiesta interminable de Peñarol - La fría madrugada de ayer cobijó en Mar del Plata los festejos del milrayitas por el bicampeonato en la Liga Nacional; celebraron hinchas, dirigentes, jugadores y familiares.
Por Miguel Romano Enviado especial MAR DEL PLATA.- Esas luces y esos estruendos en la oscura madrugada marplatense no podían ser producidos por el mal tiempo. La llovizna, el frío, el pronóstico de algunos chubascos no presagiaban truenos ni relámpagos.

Sin embargo, la gente de Peñarol, con sus enfervorizados hinchas, se propuso cambiar el clima y hasta ignorar de manera sobrehumana la sensación térmica, que ya rondaba los cero grados. A puro bombazo y fuegos de artificio iluminaron y colmaron de calor una noche de perros.

¿Cómo o cuál hubiese sido el festejo del bicampeonato de la Liga Nacional si esto ocurría en diciembre? La pregunta fue ineludible después de ver la interminable caravana que arrancó detrás del ómnibus de los jugadores pasada la medianoche desde el Polideportivo, que se estacionó sobre la avenida Luro, frente al monumento a San Martín, por casi una hora para desatar la locura total, y que terminó en el restaurante La Palmera, cerca de las tres de la mañana.

Allí se juntaron los campeones, sus familiares y los dirigentes para seguir gritando, hasta cerca de las cinco, una conquista que fue magnífica, trabajosa, sí, pero emocionante, y que hizo llorar a miles de personas dentro del estadio cuando la buena idea de Santiago Bloise, encargado de marketing de la AdC, dispuso hacer una premiación estilo europeo, con los jugadores recibiendo el trofeo en medio del palco oficial. Nadie se movió más que para secar lágrimas y todos escucharon y disfrutaron de una coronación civilizada, ordenada, limpia, la mejor que tuvo la Liga en su historia.

Uno por uno fueron diciendo lo suyo con la copa en sus manos y manteniendo un diálogo conmovedor con los hinchas, que a cada campeón le respondieron con un cántico especial. Hasta ese contrapunto sacudió el corazón y embargó de alegría. "Esto es más que un sueño, una alegría gigante. Soy un afortunado por estar acá", dijo el capitán Tato Rodríguez, que ya confesó alguna vez que en 1994, cuando Peñarol logró su primer título, en General Pico, él fue uno de los que siguieron la caravana del regreso del equipo a Mar del Plata en su bicicleta de adolescente.

"Disfruten este año maravilloso, pero yo quiero más, quiero lo que nadie consiguió, el tricampeonato", golpeó fuerte desde el micrófono Leo Gutiérrez. Cuando fue el turno de Sergio Hernández el estadio entero cantó "¡El Oveja no se va, no se va.!" Y él, siempre tan justo para conmover con sus frases, dijo: "¡Que cagazo nos pegamos, ¿no?". Y agregó: "Sea por estos cuatro años, por cinco o diez, siempre los llevaré en mi corazón", como dejando en claro que podía ser su despedida. Entonces atronó el popular "¡Uno más y no jodemos más!", de la barra. "¡Que nadie se acueste antes de las 6 de la mañana!", pidió con discurso de político el Oveja, más feliz que ninguno.

Después, al bajar del podio, ya más calmo, volvió a pegar fuerte con sus palabras. "No puedo creer que la vida me trate tan bien. No sé por qué me da tanto, algo debo merecer, pero a veces pienso que es demasiado. Y no me pregunten qué voy a hacer de mi vida, déjenme festejar. No me hagan pensar en el futuro porque soy capaz de decirles que quiero quedarme acá toda la vida."

Y Leo Gutiérrez, ya con su fantástico récord de 8 títulos ganados en la Liga, uno más que sus maestros Pichi Campana y Marcelo Milanesio, también agregó reflexiones antes de marcharse a descorchar champagnes en el VIP del estadio, donde realmente se largó la gran fiesta del bicampeón. "Se nos complicó el partido porque ellos no tenían nada que perder, se soltaron y jugaron muy bien. De la selección todavía no quiero hablar, dénme 20 días de vacaciones y empezamos, pero estoy seguro de que todos mis compañeros del equipo están contentos por lo que conseguí. No vay a sacar chapa ante ellos, que son unos monstruos", sonrió.

Leo también dijo que "Pichi y Marcelo seguirán siendo los mejores de la historia de la Liga, aunque yo hoy tenga un título más", y remató con una conclusión que se siente en toda la hinchada: "Ojalá Sergio se quede. Yo lo quiero a mi lado, aunque reconozco que sin él todo será más difícil". En medio de tanta fiesta, la única pena que rondó los corazones milrayitas fue ésa, pero que no alcanzó para enfriar la cálida madrugada marplatense, llena de estruendos, luces y gritos de ¡Bicampeón!

TODO SEA POR UN RECUERDO DEL CAMPEÓN

El capitán Tato Rodríguez se quedó con la mayor cantidad de suvenires de campeón. Se llevó la pelota del partido y una de las redes, mientras que la otra se la quedó Martín Leiva. Leo Gutiérrez, emulando a Milanesio y Pichi Campana, como tantas veces, se conformó con ser el único que se sentó sobre el tablero y agitó la bandera del campeón. Un fuerte símbolo del equipo.

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