lunes, 27 de junio de 2011

RIVER 1 – BELGRANO 1

Belgrano hizo historia - El pirata empató 1 a 1 y ascendió a Primera división arrebatándole su plaza a River que jugará en la B nacional. Por Oscar Basualdo.
Monstruoso. Inaudito. Monumental como el estadio que fue epicentro de una verdadera hazaña deportiva. David vs Goliat. Una cosa que ni el hincha más optimista podría vaticinar. Con este resonante ascenso, Belgrano ingresó definitivamente y, de forma contundente, a las páginas doradas de la historia del fútbol argentino.

Qué difícil se hace analizar no un partido; sino una verdadera final, donde uno de los equipos era un grande que se jugaba 110 años de historia y un poco más. Pero vamos a hacer el intento, no sin antes advertir lo atípico del encuentro. Esto se debe a que se empezó a jugar desde antes, cuando unos vándalos tuvieron la desacertada idea de amedrentar al equipo pirata yendo al hotel y arrojando bombas de estruendo durante la madrugada e, incluso, ingresando al hall del hotel para interrumpir el descanso de los jugadores en vísperas de la final que se les venía.

Cuando el reloj marcó las 15 hs en toda la República Argentina, el árbitro del partido, Sergio Pezzota, dio el pitazo inicial para dar comienzo el partido de vuelta entre millonarios y piratas para que el corazón comenzara a latir un poco más rápido que lo normal.

Tensión, dramatismo, sufrimiento, gol anulado y hasta un penal errado tuvo este cotejo. Los cardíacos por favor abstenerse. El celeste sabía que había que matar o morir, era por la madre, había que dejar la piel, el corazón, el alma y la vida. No había alternativa posible ante semejante oportunidad que le presentaba el fútbol.

Sin embargo, no fue fácil ya que inmediatamente después que le anularan un gol al pirata, Mariano Pavone sacó un furibundo derechazo al palo izquierdo de Olave que se estiró pero no llegó. Era un gol de vestuario porque recién habían transcurrido 5 minutos y River se ponía en ventaja. Era el 1 a 0 y le faltaba un gol para quedarse en primera.

Fue entonces cuando el local se agigantó y se paró muy ofensivamente en el campo de juego, arrinconando a Belgrano al arco defendido por Olave. Era todo de River, manejaba el balón y contaba con las mejores chances de gol para ampliar pero no pudo, no supo. Y fueron Lamela, Affranchino, Caruso y Pavone los argumentos de este aluvión que padeció el equipo de Zielinski.

Pero aún en la adversidad, el equipo jugó sin la pelota. ¿Cómo? Mostrando mucha actitud, sacrificio, trabajo, altos rendimientos defensivos y muchísimo oficio para saber aguantar un partido que parecía devorárselo.

Fue ahí cuando aparecieron los que no se destacan por el buen juego que despliegan pero que, generalmente, son los jugadores que usan el pico y la pala como herramienta de juego. Y esto se vio cristalizado en las figuras de Farré, Ribair Rodríguez, Turús, Lollo, el “chiqui” Pérez, Tavio y, fundamentalmente, la figura gigantesca de un imponente Juan Carlos Olave que fue el responsable principal de esta hazaña deportiva. Su destacadísima actuación ahogó un rosario de goles que todos veían venir pero que nadie los podía gritar. Olave acalló a todo un estadio, tanto Pavone como Caruso sentían la frustración en primera persona una y otra vez al sucumbir ante un soberbia e inexpugnable trabajo del arquero pirata.

Ya en el segundo período parecía que todo iba a continuar como en la primera etapa. Por un lado, un River en constante ataque, en zona ofensiva y casi siempre de cara al gol y, por el otro, un Belgrano totalmente replegado y apelando, casi en exclusiva, a alguna jugada de contragolpe que pudieran generar Mansanelli, Vázquez y Pereyra.

En este contexto fue cuando a los 16 minutos tras un centro al área millonaria que parecía ser intrascendente y de fácil respuesta se convirtió en un blooper y en un grosero error de la defensa de River que fue inteligentemente capitalizado por un histórico del club, Guillermo Farré, quien la recibió solo en el corazón del área y sacó un remate que no pudo contener Juan Pablo Carrizo. Era la igualdad, el 1 a 1. El pasaporte a la Primera división. El silencio atroz de 60 mil gargantas riverplatenses. En ese minuto de gloria, Belgrano tocaba el cielo con las manos, ese cielo celeste que le estaba regalando una felicidad inmensa. Era un atropello de sensaciones y sentimientos entrecruzados. Mucho sufrimiento y mucho éxtasis, una combinación mortal para aquellos corazones no capacitados a soportar tanto cambio de estado de ánimo.

Pero como les advertí, este partido no dejaba tiempo ni para respirar porque a los 24 minutos el rosarino Sergio Pezzota cobró penal a favor de River, tras un claro empujón de Tavio a Caruso; Pavone tomó la pelota para ajusticiar a Olave y poner a River nuevamente en ventaja. Pero no pudo porque Súper Olave se lo contuvo. Nadie en la cancha podía entender lo que estaba pasando. Fue un golpe anímico muy importante para los hinchas y para los jugadores millonarios. Su técnico, J.J. López, en un acto desesperado puso a dos delanteros más (Villalba y Bordagaray) para hacer la heroica pero tampoco pudo. No logró entender sino hay generación de juego, de nada le servirá que ponga más y más atacantes en cancha.

Por su parte, el equipo de Barrio Alberdi se vio más tranquilo. Comenzó a jugar con el tiempo y con la agonía de un River malherido que ya no tenía claridad, ni mucho menos contundencia. Vázquez comenzó a manejar los hilos del pirata y a llevar la pelota lo más lejos de Olave.

Hasta que, como en el partido de ida, la violencia se apoderó del partido, los inadaptados de siempre cobraron notoriedad y todo se enturbió hasta tal punto que se tornó imposible e insostenible la continuidad del encuentro. Una violencia que se extendió al plantel de Belgrano que debió guarecerse en los vestuarios por la cantidad de proyectiles que caían sobre el campo de juego. Por su parte, los jugadores de River se reunieron en la mitad de la cancha totalmente devastados y con lágrimas en los ojos ante este estado terminal que le significaba el descenso al nacional B.

Ante esta situación, la seguridad privada del club custodió celosamente a los protagonistas para evitar cualquier tipo de agresión por parte de la parcialidad que se mostraba enfurecida y descontrolada.

A tal punto fueron los desmanes, que todo se desbordó. El estadio quedó totalmente destruido y destrozado por quienes dicen ser “hinchas” de River cuando en realidad son bandidos, delincuentes y, sobre todo, cobardes; que, de esta manera, solo perjudican al club y tiñen la imagen del fútbol.

Ante semejante barbarie, Belgrano no pudo festejar su ascenso en la cancha y con sus hinchas hasta que todos los simpatizantes millonarios desalojaron la cancha. Pero queda la inocultable alegría de haber ascendido fruto de un largo y arduo trabajo diario no sólo futbolístico, sino que también institucional.

Un equipo saneado que ya no es más dirigencial, que cuenta con uno de los mejores predios del país, un premio al sacrificio, al trabajo de inferiores y a la mancomunada labor que hicieron estos animales, gladiadores, guerreros y héroes que voltearon a un grande de verdad como lo es River, ante toda la adversidad futbolística y extra-futbolística, para ser un equipo de primera. Salud Belgrano.

En síntesis:

River (1): Carrizo, Maidana, Ferrero, Díaz, Affrancino, Acevedo, Arano, Pereyra, Lamela, Caruso y Pavone. DT: Juan José López.

Belgrano (1): Olave, Turús, Lollo, Pérez, Tavio, Farré, Rodríguez, Mansanelli, Maldonado, Vázquez y Pereyra. DT: Ricardo Zielinski.

Goles: PT, 5’ Pavone (RP). ST, 16’ Farré (B).

Arbitro: Sergio Pezzota.

Cancha: Antonio V. Liberti (River Plate)

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