miércoles, 21 de noviembre de 2012

UN SIMBOLO DEL MANCHESTER

Roy Keane, el guerrero irlandés - Fue símbolo y capitán del Manchester United y uno de los jugadores más vehementes de la historia del fútbol. Los compañeros lo adoptaban como líder; muchos rivales le temían. "Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta", lo "defendió" un periodista. Por Waldemar Iglesias. Enviado especial a Dublin
Dublin es una sucesión de encantos a cada paso. No hay casualidad en el detalle: varias veces fue elegida como la mejor ciudad para vivir de todo el mundo. Es ese espacio en el que los ritos de los pubs se respetan como mandamientos y en el que el pasado abraza al presente, con armonía. Resulta también, según publicó el año pasado la revista National Geographic Traveler, la segunda ciudad "más literaria" del planeta, sólo detrás de Edimburgo, la capital de Escocia y cuna de Robert Stevenson. En esta Dublin de maravillas nacieron James Joyce, Samuel Beckett, Oscar Wilde y Bernard Shaw, entre otros destacados escritores. Y por estas calles sucede también el Ulises de Joyce, una de las novelas más relevantes del siglo pasado.

Además de palabras y de inspiración, este también es un territorio de fútbol. El impresionante recibimiento al equipo nacional, tras la histórica participación en el Mundial de Italia 1990 (Irlanda llegó a los cuartos de final, en su debut en la máxima competición), es una memoria que cuenta esa pasión que late. En la zona de Temple Bar sostienen que cuando los pubs están por cerrar se pueden escuchar algunas exageraciones. Sucede ahora. O no tanto. Un irlandés que parece recién salido de una fiesta de San Patricio grita lo que él considera una verdad: "Roy Keane, the best". Y lo repite. Parece convencido de que fue mejor que Maradona y que Messi. En su cuello cuelga una camiseta roja del Manchester United, el equipo del que el mediocampista irlandés fue capitán y símbolo.



Keane no nació en Dublin sino en Cork, la segunda ciudad en importancia de la República de Irlanda. Pero acá también supo sumar adhesiones. Lo hizo del mismo modo que en cada lugar por el que pasó: con intensidad, con vehemencia, con su entrega. Pero también con su juego: su condición de titán del mediocampo nunca le quitó capacidades técnicas; aunque las hizo menos visibles y/o elogiadas. Y, a veces, las polémicas fuera del campo de juego se terminaban devorando su fútbol. En 2002, tras involucrarse en un entredicho público, abandonó el seleccionado. Era la cara de un conflicto; la prensa lo perseguía. Roy no se escondía; caminaba por calles con Triggs, un labrador que se convirtió en el perro más famoso del país. Keane justificó esa suerte de terapia con una frase hostil: "A diferencia de los humanos, los perros no hablan mierdas". Triggs murió en 2010. Cuentan aquí que el futbolista rudo lloró su adiós como casi nunca lo había hecho por otra causa.



Keane fue un luchador de su profesión, un imprescindible para sus compañeros y un problema para sus rivales y para todos los ajenos a su plantel. El recorrido que realizó y su significado lo resume el periodista Alvaro de Grado, en su blog Desde Anfield: "Con la bajada del telón en la temporada 2005-2006, Roy Keane abandonó el fútbol profesional. Su trayectoria es conocida por todos los seguidores del fútbol. Nottingham Forest, doce temporadas en Old Trafford a las órdenes de Sir Alex Ferguson y un último año con los Católicos de Escocia, el Celtic de Glasgow. En la memoria de los aficionados quedará su caracter luchador, su ansia ganadora y su agresividad en el campo. Aquellos roces con Patrick Vieira cuando el francés estaba en el Arsenal, o su venganza criminal ante Alf-Inge Haaland quedarán para el recuerdo". El duelo dialéctico con Haaland, defensor noruego del Manchester City, se cristalizó de manera violenta en un clásico de 2003: Keane le aplicó una patada brutal que le valió la expulsión. Poco después Haaland dejó el fútbol por una lesión crónica en su rodilla, y dio a entender que la falta de Keane fue la verdadera causa de su lesión. El irlandés, es claro, era la cara de un guerrero en pleno combate. Tras un partido épico por la Champions League de 1999 frente a Juventus, Ferguson ofreció un elogio que lo retrata en ese lugar que él ocupaba entre los mejores: "El preferería morir exhausto que derrotado. Es un orgullo y un honor compartir un grupo con él".



Keane era un líder sin discusiones. En el seleccionado de su país y en los vestuarios de Old Trafford. El periodista Borja Barba, en Diarios de fútbol, lo define desde la condición de capitán: "Es un ser despreciable. Todo el mundo comparte esa afirmación. Un canalla, un pendenciero, un hijo de puta, vaya, para qué andarnos con eufemismos. Pero es 'nuestro hijo de puta'. Es ese tío que está dispuesto a partirse la cara por defender la causa, nuestra causa. Un fulano al que poco le importan las consecuencias personales, porque él mira por el colectivo. Siempre. Cuida cada detalle. Que nadie se meta con los nuestros, porque como él se entere le arrancará la cabeza y le dejará bien claro con quién puede y con quién no puede meterse. Es la guerra sobre el césped llevada casi al extremo. Lo que alguien acertaba a definir, en esencia, como una suerte de moderna guerra de tribus". No hubo azar cuando le eligieron el apodo: Psycho (Psicópata). Ocasionalmente, eso parecía dentro del campo de juego. Y había más: no le disgustaba el rol.



Gerard Piqué, hoy campeón del mundo y protagonista del mejor Barcelona de todos los tiempos, conoció esa mirada que decía sin decir. La anécdota la relata Francisco Ortí, de El Enganche: "Faltan pocos minutos para que arranque el partido y Alex Ferguson aprovecha para repasar junto a su cuerpo técnico los últimos detalles tácticos. En el vestuario del Manchester United reina un silencio absoluto que únicamente se quiebra con la arenga de Roy Keane. Las palabras del capitán irlandés son interrumpidas por la vibración de un teléfono móvil. Pecado mortal en las tradicionales entrañas de Old Trafford. La mirada inquisidora de Keane traza una panorámica en busca de un culpable, al que le delata un nervioso y seco trago de saliva. El dueño del móvil es un chaval alto, de no más de 17 años, al que el miedo tan sólo le permite construir dos sílabas: 'Sorry'". Ese día finalizó la adolescencia de Piqué. Y nació el futbolista profesional, el futuro integrante de la elite".



Con el seleccionado irlandés jugó desde que tenía 15 años. Participó en juveniles y luego ofreció 15 años al equipo nacional. Siguió la huella que habían dejado los superhéroes del Mundial de 1990: el entrenador Jackie Charlton, el arquero Pat Bonner, el capitán Paul Mc Grath, el goleador John Aldridge, Niall Quinn, Tony Cascarino. Un año después, bajo el techo de esa experiencia, debutó en el seleccionado. Y comenzó a ser importante. Disputó el Mundial de 1994, se hizo capitán y referente. Volvió a clasificarse con el equipo verde a la Copa del Mundo de Japón y Corea. Entonces, la polémica regresó a su camino: insultó al entrenador Mick Mc Carthy y fue expulsado del plantel cuando ya habían llegado a Oriente. En público, se quejó muy duro de la preparación: "Me doy con la cabeza contra un muro cada vez que me planteo ciertas cuestiones sobre este viaje. Desde las instalaciones en las que nos entrenamos hasta los shorts que usamos. Este viaje es sólo la punta del iceberg". Fue un escándalo. Irlanda, que llegó a los octavos de final y se retiró invicta de esa cita (España lo eliminó por penales), había perdido a su capitán. La gente, en esta Dublin que agrada con naturalidad, parece haberle perdonado todo

No hay comentarios: