Holanda ganó con la tracción afrikáner - JOHANNESBURGO.- Entre el mosaico anaranjado que cubría Soccer City, se distinguía un puñado de niñas enfundadas en la camiseta amarilla de los Bafana-Bafana. Miles de familias sudafricanas con orígenes europeos se acercaron hasta el estadio con forma de calabaza para observar a Holanda. En Sudáfrica, un 7 por ciento de los 50 millones de habitantes son afrikáners, el grupo étnico que colonizó la zona del Cabo en el siglo XVII. Ellos son los granjeros, los boers. Son quienes ostentaron del poder político y económico durante los oxidados tiempos de segregación racial. Elos forman la minoría en la que siente representada aquí Holanda. Ellos son el rostro blanco de un país que aún peregrina por el camino de la reconciliación étnica.
Holanda representa esa cultura exquisita por el fútbol filarmónico y eso lo ha llevado a conquistar curiosamente el gusto de simpatizantes inesperados. Pudo haber sido hoy el caso con algún espectador en particular, a pesar de haber estado lejos de una producción de alto vuelo. El equipo orange, además de la victoria por 2 a 0, se lleva el abrigo de un público propio, que lo hizo sentir como en su casa.
Holanda fue más prolija y creativa que Dinamarca. Fue un equipo temible de la mitad de cancha hacia adelante y siempre respetó su estilo de darle constante circulación a la pelota. Sin embargo, exhibió su otra cara de la mitad hacia atrás. Con sus deficiencias, Dinamarca lo complicó con pases largos y anunciados. Sin el histórico Van der Saar en el arco, Holanda encontró en Stekelenburg un arquero confiable y seguro.
Ausente Arjen Robben, que reaparecería ante Japón, el circuito creativo de Holanda se resintió a pesar de mantener a Sneijder y De Jong. Van der Vaart fue voluntarioso y retrocedió unos metros para tomar la pelota y participar más en el juego. El delantero de Real Madrid tuvo algunas oportunidades, pero fue reemplazado por Elia, que desequilibró cada vez que surcó el ataque por el costado izquierdo.
Ante tanta insistencia, Holanda se encontró con el primer gol de una manera extraña. Un centro de Van Perise que el danés Simon Poulsen rechazó con un cabezazo defectuoso y convirtió en contra de su valla. Habían pasado apenas 36 segundos del segundo tiempo. Con la ventaja, el equipo holandés no resignó su espíritu ofensivo y agotó vías de ataque por las bandas, con Elia, o por el centro con un errático Sneijder. Y fue Elia el que construyó el segundo tanto. Elia definió, la pelota dio en el palo y marcó Kuyt, a siete minutos del cierre.
En su cuarta participación mundialista, Dinamarca se percibe como un equipo vulgar, con limitaciones, aunque mantiene ciertos aspectos de equipo europeo que obligan a tenerle respeto. En su décimo año a cargo del seleccionado danés, Morten Olsen deberá echar mano en variantes más ofensivas si es que desea obtener la clasificación. Mientras tanto, Holanda ganó con todas las de la ley, impulsado por un público propio, de orígenes conocidos.
Holanda fue más prolija y creativa que Dinamarca. Fue un equipo temible de la mitad de cancha hacia adelante y siempre respetó su estilo de darle constante circulación a la pelota. Sin embargo, exhibió su otra cara de la mitad hacia atrás. Con sus deficiencias, Dinamarca lo complicó con pases largos y anunciados. Sin el histórico Van der Saar en el arco, Holanda encontró en Stekelenburg un arquero confiable y seguro.
Ausente Arjen Robben, que reaparecería ante Japón, el circuito creativo de Holanda se resintió a pesar de mantener a Sneijder y De Jong. Van der Vaart fue voluntarioso y retrocedió unos metros para tomar la pelota y participar más en el juego. El delantero de Real Madrid tuvo algunas oportunidades, pero fue reemplazado por Elia, que desequilibró cada vez que surcó el ataque por el costado izquierdo.
Ante tanta insistencia, Holanda se encontró con el primer gol de una manera extraña. Un centro de Van Perise que el danés Simon Poulsen rechazó con un cabezazo defectuoso y convirtió en contra de su valla. Habían pasado apenas 36 segundos del segundo tiempo. Con la ventaja, el equipo holandés no resignó su espíritu ofensivo y agotó vías de ataque por las bandas, con Elia, o por el centro con un errático Sneijder. Y fue Elia el que construyó el segundo tanto. Elia definió, la pelota dio en el palo y marcó Kuyt, a siete minutos del cierre.
En su cuarta participación mundialista, Dinamarca se percibe como un equipo vulgar, con limitaciones, aunque mantiene ciertos aspectos de equipo europeo que obligan a tenerle respeto. En su décimo año a cargo del seleccionado danés, Morten Olsen deberá echar mano en variantes más ofensivas si es que desea obtener la clasificación. Mientras tanto, Holanda ganó con todas las de la ley, impulsado por un público propio, de orígenes conocidos.
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