UN NUEVO TEMPO PARA LOS FANATICOS DE LOS FIERROS - El autódromo Yas Marina es, además de escenario fastuoso de Fórmula 1, todo un parque de diversiones automovilísticas. Por Xavier Prieto Astigarraga
ABU DHABI.- Emiratos Árabes Unidos parece un país irreal: de entre la abundante arena surgen oasis de edificaciones suntuosas. Y es, realmente, un país en construcción: por donde se mire en la civilización hay plumas (grúas para obras), viviendas en pleno levantamiento. Si hasta esa arena omnipresente parece un material de construcción...
Como muchas cosas aquí, el autódromo Yas Marina, de las afueras de esta capital nacional, es nuevo y fastuoso. Está en la artificial isla Yas y, en efecto, posee una marina que lo engalana. Además, dispone de un enorme hotel de cinco estrellas, bajo parte del cual está una porción de la pista. La suerte de cofia que cubre sus dos cuerpos es iluminada con color de noche y el reflejo en el agua, con los yates amarrados, entrega una postal cuasi monegasca.
Las larguísimas tribunas, coronadas con lonas plásticas, otorgan más belleza, y ¡tres! de ellas, en diversos sectores del autódromo, cobijan decenas de impecables y amplios boxes, además de privilegiadas ubicaciones de paddocks. La pista cuenta con zonas de escape pintadas de turquesa (el color institucional del autódromo), más eficientes que la leca para frenar autos descontrolados -e incluso les permiten seguir en carrera-, y además hay una potente iluminación artificial, gracias a la cual el Gran Premio de Abu Dhabi es el único que comienza de día y concluye de noche, cada noviembre desde 2009. Por objetar queda sólo el trazado, uno de los tantos ideados por el alemán Hermann Tilke que no favorecen muchos sobrepasos.
Fuera de lo que atañe al Mundial de Fórmula 1, Yas Marina desarrolla mucha actividad. Alberga competencias de categorías nacionales de buen nivel, y -lo más interesante- permite tripular coches de carreras, incluso conduciéndolos. Por diversas tarifas, la pista está disponible para transitarla hasta con autos particulares.
Merced a la invitación de Pirelli, La Nacion vivió varias de esas experiencias. Primero, el asombro por la potencia (280 caballos) y el agarre de un Renault Clio Sport; luego, también con un instructor al lado, la ferocidad de un precioso Aston Martin GT4 de competición, con sus 450 HP. Todo eso, al volante, en los 2,36 kilómetros del sector Sur del circuito. Después, los rugidos de un Chevrolet Camaro en una justa de 400 metros contra un rival, bien al estilo de picada yanqui . Y por último, en el primer día, una divertida prueba de superar conos en un Renault Fluence automático.
La segunda jornada empezó con un curioso y gracioso examen de manejo con la vista bloqueada e instrucciones de un copiloto, y siguió con unas vueltas del siempre apasionante karting. Más tarde, gran aperitivo: dos giros a bordo de un AMG -la marca deportiva de Mercedes-Benz- que es auto de seguridad de Fórmula 1. Y al rato, el plato principal: las dos vueltas en el prototipo.
Además de estas actividades, se ensaya manejo en una superficie muy mojada, se prueba otros rabiosos vehículos -como los singulares Drags- y hasta se toma cursos de conducción y se practica cambios de gomas en un Force India de 2008. Todo, por valores que van desde unos 95 pesos (80 dirhams) hasta... ¡13.500! (11.500). Esto último cuesta una sesión -bastante más larga que dos giros, por cierto- en el biplaza. Y si no alcanzaran las sensaciones, pues ahí, contiguo al autódromo, está disponible el parque temático Ferrari, con su Fórmula Rossa, la montaña rusa más violenta del planeta, donde la fuerza G llega a ser de 4,8 y la aceleración es mayor que la de un coche de F. 1: de 0 a 100 kilómetros por hora en 2 segundos, y de 0 a 240, en 4,9... ¡Espeluznante!
En fin. Para el fanático de la velocidad, los autos y las sensaciones extremas, ahí está su Disneylandia.
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