JULIO FALCIONI EL DT CAMPEÓN

RIEN CON LOS PERROS Y LLORA POR PAPA - Hizo Falcioni el curso de periodista en 1995, en un aula que compartía con Bilardo, aunque se sentaban en sectores opuestos y no intercambiaban ni miradas ni opiniones. Había una herida de Selección sin cicatrizar.

Tal vez por aquel tramo de formación, o para asegurar que sus palabras no generen polémica, le gusta a Julio César jugar con el título en cada entrevista que concede. Quiere saber cuál es el elegido del periodista. Eso sí, esta vez no repite la costumbre.

“Hoy pongan lo que quieran, ja ja ja” , devuelve en el living de su casa de siempre, en Villa del Parque.

Suena el timbre. Llega el paseador de perros y le devuelve los dos dálmatas. Falcioni abraza con cariño total a Pappo y a Lola. Su otro yo, la esposa, Ada, se los lleva al parque muy rápido porque “son muy peligrosos cuando no conocen” . Julio César vuelve a la charla. Se sienta, escoltado por varios pequeños cuadros con fotos de sus hijas, Natalia, la abogada, y Laila, la licenciada en hotelería.

Julio, ¿Boca te cambió la vida? No. Sigo igual. Yo tomé a Boca con mucha naturalidad. No sé cómo ven los demás en el día a día.

¿Cuánto tardás en dar una vuelta manzana por acá, por tu barrio? Yo siempre camino hasta la casa de mi vieja, que vive a 10 cuadras. Escucho mensajes, saludo. Lo vivo todo como algo normal.

La mamá de Falcioni se llama Elba. Tiene 82 años. Se alegró el domingo, cuando su hijo la llamó desde la Bombonera, y ayer a la tardecita, cuando la visitó.

Vendés una imagen de tipo duro. ¿En algún instante te quebraste? Sí, pensando en mi viejo, que no lo tengo. Ahí lloré. Fue cuando terminaba el partido y me abracé con mis compañeros de trabajo. Julio César se llamaba. Era vidriero. Yo no entendía nada de vidrios, pero le vendía al público. Y siempre me iba a ver jugar. Lo perdimos en el 2006 y aún no nos acostumbramos a estar sin él.

La mirada celeste de Falcioni, como el domingo, brilla. ¡Y cómo! Ese no es el campeón. Ese no es el DT que en la tele aparece con cara de malo. Es un hombre que se emociona como cualquier otro.