LA UNICA FINAL FUE AZUL Y ORO - Rubén Suñé se acordó de una nueva regla, encontró a Ubaldo Fillol acomodando la barrera y allí se resumió la historia. 1-0. Boca le ganaba a River la única final en la historia del fútbol profesional argentino entre sus equipos más grandes.
Fue el 22 de diciembre de 1976, en el estadio de Racing, definición del torneo Nacional. Los dos venían en alza. River de salir primero en su grupo (el B) y Boca de hacerlo en el suyo (el A). En cuartos de final el Millonario le ganó a Quilmes y Boca a Banfield. En las semifinales, el Xeneize derrotó a Huracán y River a Talleres de Córdoba.
Boca era campeón del Metropolitano y buscaba la doble corona que había logrado River en 1975, después de 18 años de "sequía".
Se vendieron 70.000 entradas para la gran final, pero en el estadio había, por lo menos, diez mil personas más.
Había banderas, rojas y blancas, auriazules, pero no bombos: la sangrienta dictadura había eliminado cualquier símbolo del peronismo.
"Paren el mundo. Hoy la final River-Boca", anunciaba Crónica. En la radio mandaban José María Muñoz y Daniel Adrián. Canal 7 transmitía en directo y rompía récords de audiencia.
River, dirigido por Angel Amadeo Labruna, jugó con Ubaldo Fillol; Pablo Comelles, Roberto Perfumo, Daniel Passarella y Héctor López; Juan José López, Reinaldo Merlo y Alberto Beltrán (Nicolás Cocco); Pedro González, Leopoldo Luque y Oscar Más.
Boca, con de Juan Carlos Lorenzo como DT, lo hizo con Hugo Gatti; Vicente Pernía, Francisco Sá, Roberto Mouzo y Alberto Tarantini; Jorge Ribolzi, Ruben Suñé y Carlos Veglio; Heber Mastrágelo, Juan Taverna y Darío Felman.
Ambos equipos con sistema de la época (4-3-3); el árbitro, Arturo Ithurralde.
El partido no era bueno pero se jugaba con los dientes apretados. Y una jugada clave marcaría la historia del match.
Transcurría el primer tiempo; Juan José Lopez, pasando la mitad de la cancha, vio a Hugo Gatti adelantado y sacó el zapatazo: la pelota volaba hacia el arco. Los de River palpitaban. Los de Boca sufrían. Y el Loco Gatti hizo la atajada de su vida, rozando la pelota para enviarla al córner, cayendo él dentro del arco.
Lo otro corrió por cuenta de Rubén Suñé y su picardía. Iban 27 minutos del complemento cuando Carlos Veglio recibió una falta cerca de la medialuna del área de River. Mientras Fillol acomodaba la barrera, el Chapa empujó a Roberto Mouzo, clásico ejecutor, y le dio forma a la "traición de potrero".
Cuando el Pato reaccionó ya era tarde. Suñé ya festejaba el gol con su gente, Ithurralde corría hacia el centro de la cancha, los de River (y varios de Boca) no entendían nada.
Era un gol que valía un campeonato, un gol que se sigue recordando: Ithurralde, antes del partido, les había dicho a los dos capitanes (Perfumo y Suñé) que no se necesitaba esperar la formación de la barrera para patear el tiro libre. Era un nuevo reglamento de la FIFA. El Chapa se acordó y Boca salió campeón.
Fue hace 35 años. Una página inolvidable de la historia grande del fútbol argentino.
Se dijo
"Lo vi a Fillol muy tirado al palo de la barrera y le pegué al lugar vacío. Cuando la vi adentro salí corriendo y pegando saltos. Fue el gol de mi carrera". (Rubén Suñé)
"Fue una avivada de Suñé y una desatención nuestra. No pusimos a nadie adelante de la pelota. Eso nos costó un campeonato”. (Ubaldo Fillol).
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