Talleres: crónica de un descenso increíble - Sin milagro. Tres partidos antes del final de la temporada, la “T” regresa al Argentino A. Un año con muchos errores que se pagaron muy caro.
Klusener. Hacía un golazo y a Talleres le empataban ahí nomás o le ganaban. Como en Mendoza. (Foto: Pedro Castillo)
Por Hugo García
Se fue Talleres. Solamente 384 días después de aquel 6 de mayo del año pasado y tras cuatro años de padecer en el Argentino A, ahora volvió al mismo lugar. También bautizado como el infierno al que nunca había que volver. Un descenso increíble, absurdo, paradójico. Un año que se abrió con las 62 mil personas frente a San Jorge, más el pase a cuartos de Copa Argentina (el Newell’s de Martino y Belgrano, vencidos), que se continuó con el Centenario, la estimación del juez Saúl Silvestre sobre elecciones para mayo o junio venidero y con el Fondo de Inversión feliz, porque de tanto “ascenso o fracaso” esta vez había sido lo primero.
De ese inicio a este final. Con el equipo sin defender lo que conseguía, con sensación de equipo descendido en Mendoza y la renuncia del gerente Maximiliano Salas (uno de los armadores del plantel). Y más: jugadores bajándose del barco como Santillo y los barras apretando como si fueran dueños del club, al interrumpir el entrenamiento. Esa vergüenza le tocó vivir.
Un descenso que se consumó ayer. Con tres partidos más por jugar. Paradójico, porque se armó para ser candidato; pero merecido. No hubo ni siquiera dos partidos que alcanzara a disimular sus miserias. Fue un descenso en todo sentido. Ni la vergüenza declamada por varios de sus integrantes en pleno proceso actuó como un disparador de reacciones. Adentro y afuera.
Entre el principio y el final, la crónica del descenso se fue haciendo sola. De un Talleres en años, rápidamente pasó a orbitar en el partido a partido. Innecesariamente.
Sialle arrancó a un Talleres que se había formado a gusto y placer. “Si no le gano a Sportivo Belgrano, me voy”, se condicionó Sialle, en la quinta fecha. Y nadie lo paró. Le ganó a Sportivo, pero vinieron derrotas con los rivales directos y aquella frase mutó por un “se vienen partidos condicionantes”. El diagnóstico era claro. Klusener-Sánchez Sotelo y poco más eran la esperanza; no defender sus goles, era su perdición. ¿Por qué el Fondo no se animó a confirmarlo hasta el final de la rueda al menos? Para evitar la inseguridad que altera cualquier táctica y que hace que en determinados jugadores les de lo mismo si total el DT puede irse con otra derrota.
“Cacho” se cortó el tendón de Aquiles y fue peor. Para él y para Talleres. Su ayudante Chazarreta dirigía en la cancha, pero “Cacho” estaba por celular. Salieron varios jugadores y volvieron otros. La “T” derrotó a Independiente Rivadavia y a minutos del triunfo que celebraba “Chaza”, apareció Sialle por radio y dijo: “Puedo volver ante Huracán. Hace tres meses que me están velando”.
Daniel Albornos, el DT del futuro, pegó un portazo porque Chazarreta convocó al pibe Fabio Ramiro Álvarez como número 19 para el partido con Huracán y no dejó que lo usara en “el Tallerito” que podía ser campeón. Tampoco le permitieron usar a Cristian Pavón, que venía de jugar el Mundial Sub-17 y al que le faltaba posar con el cartel: “Sialle. Soy de Talleres”. El Talleres de la primera y el del semillero. Ambos con poca conexión. Por eso lo del partido ante San Carlos (2-3 y partida de Sialle) fue una gran paradoja: “Cacho” hizo debutar al primer pibe (Pavón) en el cierre de su ciclo que duró dos años. Ahora bien, ¿podía hacerlo antes con Pavón o con otros? Si con Sialle no había tiempo para esperar a los pibes en demanda del pretendido protagonismo. ¿Qué categorías jugaban como la primera? Ni laterales se pidieron. Ante San Carlos Bottino jugó de “4” y no sería el único partido. Fue el día de Santillo. Que le erró la patada y la tuvo que ir a buscar adentro. Del increíble y soberbio “me equivoqué y punto”.
La llegada de Forestello
Apostó todo a Favio Enrique Álvarez y a Gabriel Carabajal para salir, aunque la disponibilidad de uno y otro se demoró por problemas contractuales y de lesión. Volvió esperar a Brítez Ojeda y siguió confiando en Avendaño, Vera y Shaffer con la esperanza de que Talleres pudiera revertir su manera de defender. Le dio la chance a Aguiar y aceptó a Rodrigo Soria y a Edison Torres por el pretendido Ezequiel Videla. El debut fue 0-3 ante Sarmiento. Varios jugadores declararon su “vergüenza” y hasta el vice del Fondo Alberto Escalante lo dijo.
En el medio, el DT se sintió tocado porque salió a hablar Javier Villarreal (estaba en inferiores) sobre el equipo. “Yagui” entendió que le tiraba al plantel en contra al “mensajearse” con sus excompañeros.
Forestello se fue sin ganar un partido, salvo por Copa Argentina. Los dirigentes le reclamaban por Pavón, quien debía dejar de ser pibe para ser un salvador. Hasta a Klusener se le silenciaron los botines. Se fue José Maslub, del Fondo, y dijo: “Había que cambiar. Hace varias semanas que dije que debería venir Ballarino. Ese era mi plan”. Escribano relativizó las posibilidades del excoordinador si asumía. Y Ballarino estalló: “Me reuní dos veces. Pero mientras Escribano esté, no podré volver. Y si Salas es responsable del armado del equipo, Escribano también”. Apareció Sergio Coleoni y Talleres volvió a ganar tras 17 partidos con goles de la dupla “Kluse-Lobo”. Cayó goleado con Independiente y fueron a buscar a Caruso Lombardi, alguna vez lo rechazaron por sus formas. Llegó Ghiso y con lo mismo que Sialle y Forestello hizo un poco más. Y hasta dijo que lo dirigiría en el Argentino A: “Quiero que juegue. No veo otra salida”. El equipo levantó su producción (claves Leyes, Díaz, Barrionuevo y pesó Pavón). Pero hacía un gol (Klusener) y le empataban o le hacían dos. El rival debía esperar sólo la equivocación.
“¿Por qué tantas fotos? No matamos a nadie”, dijo Avendaño tras la derrota ante Atlético Tucumán. Y “pereció” la ilusión. En Mendoza volvió a perder de manera increíble. Independiente (M) fue de esos rivales a los que no pudo vencer. Se fue el gerente deportivo Salas (“Fui el responsable. Soy coherente”); hablaron Ernesto Salum (“Me equivoqué al decir que ‘era un trámite la B’ como acerté antes con lo del ‘ascenso o fracaso’ y fue ascenso. Ah, y a Torres lo recomendó Villarreal”), Escalante (“Los jugadores se equivocaron en la cancha; nosotros, en elegirlos”) y Escribano (“Fue un fracaso muy grande”). Los estamentos políticos volvieron a reclamarle al juez por la estimación de las elecciones (no pudieron darse porque no están los fondos) y porque analiza la prosecución del Fondo de Inversión. Se fue Santillo (“Me hice goles boludos como cualquiera”), también Fredrich y llegó la Fiel para apretar al equipo y al DT. Como en el ascenso, Talleres fue uno solo; en esta instancia, sus venas se abrieron. Y nadie pudo salvarlo.
Ganaron todos los que NO debian ganar y Talleres descendió
Los triunfos de Sportivo Belgrano, Gimnasia de Jujuy y Almirante Brown de Isidro Casanova condenaron este domingo a Talleres a jugar nuevamente en el Argentino A. Recordemos que la "T" ascendió el año pasado luego de cuatro temporadas en la tercera categoria del futbol argentino. Talleres se suma a Villa San Carlos que ya habia descendido hace varias fechas. Restan definir aun dos descensos.
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