River Plate volvió a brillar - 01:00 Dejando atrás sus temporadas deportivas más difíciles y tras seis años de sequía, River se alzó con su título número 35, ratificando su chapa de más ganador del fútbol argentino. Volvió la alegría al pueblo millonario.
La imagen de los jugadores dando la vuelta olímpica en el Monumental, arriba del micro ploteado y preparado exclusivamente para el campeón, trae reminiscencias de aquella época dorada que inició justamente Ramón Díaz en la década del 90.
La alegría parece haber vuelto a Núñez, como hacía mucho no se veía. Una nueva etapa transformadora desde lo deportivo y lo institucional inundó la atmósfera en los últimos meses con la llegada de Rodolfo D'Onofrio al poder, quien trajo consigo el regreso de viejas glorias como Norberto Alonso y Enzo Francescoli. Los despilfarros irresponsables del pasado, las llagas que presentaba el alma de miles de hinchas por las bochornosas conducciones que lo llevaron a la ruina y al descenso, aquel estigma ineludible del 2011 que no podrá borrar conformaron un cóctel que revistió de heroísmo y fuego sagrado una consagración como la de ayer, la estrella número 35 en la historia de los de Núñez en el profesionalismo, que lo ubican como el club más ganador de la historia, en cuanto a títulos doméstico se refiere.
River consiguió en parte atenuar tanto sufrimiento, alivianar sus mochilas, curar sus heridas y secar sus lágrimas con un título ampliamente merecido, tras golear por 5 a 0 a Quilmes y ofreciendo una verdadera lección de fútbol.
Estudiantes y Gimnasia se terminaron desvaneciendo en la última fecha y el millo no especuló; salió a llevárselo por delante al equipo de Caruso Lombardi. Doblete de Cavenaghi, otro de Gabriel Mercado, un golazo de Cristian Ledesma y otro de Teo Gutiérrez decretaron la goleada que desató la fiesta del campeón.
Los arqueros Marcelo Barovero y Leandro Chichizola, el defensor Jonathan Maidana, los mediocampistas Ledesma y Carlos Carbonero y el delantero y capitán Cavenaghi fueron los puntos más altos y la columna vertebral del River campeón. Trapito fue el arquero “de luxe” que se agigantó en la valla y que se ganó el reconocimiento unánime e, incluso, el pedido masivo para su convocatoria a la Selección. Pero cuando su anatomía lo traicionó, Leandro Chichizola estuvo a su mismo nivel (lo demostró en el penal gigante que le atajó a Saja). En la defensa, Maidana fue el futbolista de rendimiento más parejo a lo largo del certamen. Con buen juego aéreo, firmeza en la marca y salida al ras del piso, tuvo su revancha. El Lobo Ledesma fue el cerebro del equipo. El volante central tomó las riendas del equipo desde el círculo central. Carbonero fue de menor a mayor y terminó convenciendo a los hinchas con su categoría. Se hizo dueño de la banda derecha y en sus pies llevó siempre claridad.
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