Crisis moral - Tongos, deslealtades, simulacros, se están haciendo cada vez
más costumbre en el boxeo argentino, gracias a programaciones deficientes y sin
equivalencias que “inducen” a adoptar conductas indecorosas. ¿Pero por qué
cuestionamos más a unas que a otras? Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.
Que la crisis silenciosa -maquillada con golondrinas de
invierno- por el que atraviesa el boxeo argentino, atenta contra las
programaciones de peleas, es una realidad cada vez más evidente, indisimulable
para los dirigentes y mucho más para los promotores, que usan el argumento como
caballito de batalla para eximirse de la crítica.
Pero una cosa es la crisis, y otra la mala praxis. Una cosa
es el bajo nivel, otra la deslealtad y la mala fe.
Hace un par de semanas, en Peyrano, Santa Fe, sucedió lo que
tarde o temprano era inevitable: la falta de equivalencias decantó en que el
convidado de piedra -en este caso el uruguayo Yuberty Díaz Suárez, de 40 años y
apenas 3 peleas-, sin ninguna causa justificada –argumentó pinchazos en la
vista que el médico no constató- con alevosía y total descaro abandonara antes
de salir al 2º round de su pelea frente a Matías Vidondo, campeón argentino
pesado, de 16-1-1, 14 KO, que venía de ganarle a La Mole Moli.
Por reglamento, alguien de 3 peleas es recién un
semifondista, virgen como tal. Por consiguiente, no puede pelear contra un
fondista (más de 6 peleas), y menos contra uno consolidado como Vidondo.
La escasez hace que ahora se permitan excepciones y se
flexibilice la rigurosidad de las equivalencias. Pero deben ser sólo eso:
“excepciones”. Y debieran aplicarse solamente atendiendo el nivel, es decir,
cuando el de menos peleas en teoría es más que el otro, o similar, no para
rellenar una velada.
Hoy la urgencia organizativa es tomada como “causa
justificada” para aplicar excepciones a las equivalencias. ¿Después quién puede
exigirle actitudes heroicas al que va al Matadero?
Quien contrata a un paquete, no posee autoridad moral para
exigir espectáculo. ¿Pero por eso debe tolerar la deshonestidad y falta de
ética deportiva?
No fue un hecho aislado, ni nuevo. Farsas hubo toda la vida,
en todos los rubros, incluyendo el boxeo, con la diferencia de que antes no se
televisaban.
Ya se venía de dos bochornos similares este año, ambos en
veladas televisadas. Uno por la TV Pública y otro por TyC Sports, siempre con
el mismo boxeador como protagonista: el brasileño Isaías Sampaio.
Sampaio primero se zambulló por un golpe fantasma ante
Fernando Saucedo (en junio), y luego hizo lo mismo frente a Jonathan Barros (en
setiembre), ambas en el 2º round, y sin que una mano siquiera lo rozara.
Los árbitros, cómplices involuntarios, convalidaron la farsa
contando la caída y decretando el KO 2 en vez de descalificar, otorgando
legalidad a algo que está cerca del delito. Es que también hay crisis en el
arbitraje, como en el resto de la sociedad.
Todos somos falibles e imperfectos en nuestra profesión, y
solemos equivocamos, pero es distinto cuando se lo hace premeditadamente ¿Hay
que aceptar la corrupción moral tan mansamente? Da la sensación de que hoy en
día se perdió el honor y el pudor, y no ruborizan cosas que antes avergonzaban,
mientras un puñado de billetes lo justifique.
Pero hay algo peor que el engaño a traición -no orquestado-,
como el de Yuberty y el de Sampaio: es el organizado con la complicidad de
todos, como vamos a ver en el link de más abajo, del que ni la prensa en
general, ni las instituciones que otorgan validez orgánica a algo tan poco
serio, toman nota.
¿Cómo se explica que desde el mismo púlpito en que se
cuestiona una falta de equivalencia, se avalen con otra vara cosas peores como
si fueran buenas, con zaranda más gruesa y juicio más leve, o directamente sin
él?
El CMP (Comisión Mundial de Pugilismo) un organismo que
pretende funcionar como Federación paralela otorgando licencias, y que tiene
reconocimiento legal aprobado por la IGJ (Inspección General de Justicia),
supera cualquier límite ético ante el silencio y la indiferencia de todos,
organizando cosas reñidas con lo legal de cualquier reglamento boxístico, y más
aún, con cualquier ética deportiva.
Por ejemplo, que debute alguien de 40 años contra un menor
de 20. O que el invicto Guillermo Tano Saputo, ex doble representante olímpico,
con 36 años, y retirado hace 8, reaparezca peleando ¡frente a un debutante
(Gustavo Lencina)! Saputo ganó por KOT 2. ¿Alguien dijo algo?
Lo curioso es que si existen estas cosas -y hasta se
propician periodísticamente-, es porque alguien las consume, o nadie las
combate. ¿Habrá un público para eso, o serán todos incautos? ¿Quién las vende,
a dónde y para qué?
Uno de los tantos casos es el de un tal Cristian “El Paisa”
Robledo (4-10-0), que debutó hace menos de un año y de sus 10 derrotas perdió
¡7 antes del límite! Y varias de ellas sin respetar los 30 días de parate que
se exigen tras un KO en cualquier reglamento, donde 3 KO sufridos en un año es
suspensión de licencia por 6 meses.
Pero el caso de Robledo, que avala la CMP, como el de muchos
otros similares, es convalidado por páginas de boxeo referentes como boxrec.com
y leído por TV sin el menor cuestionamiento ni severidad alguna, como si tal
cosa.
Para constatarlo, tómese unos segundos y entre a este link.
Adelántelo hasta 6.49 -casi hasta el final-, donde empieza el 3º asalto, que es
el último de su pelea frente a Marcelo “El Luchador” Mendoza. Y diga si para ud
esto es una pelea, o qué opinión le merece.
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