lunes, 18 de noviembre de 2013

BOXEO - CRISIS SILENCIOSA

Crisis moral Tongos, deslealtades, simulacros, se están haciendo cada vez más costumbre en el boxeo argentino, gracias a programaciones deficientes y sin equivalencias que “inducen” a adoptar conductas indecorosas. ¿Pero por qué cuestionamos más a unas que a otras? Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

Que la crisis silenciosa -maquillada con golondrinas de invierno- por el que atraviesa el boxeo argentino, atenta contra las programaciones de peleas, es una realidad cada vez más evidente, indisimulable para los dirigentes y mucho más para los promotores, que usan el argumento como caballito de batalla para eximirse de la crítica.
Pero una cosa es la crisis, y otra la mala praxis. Una cosa es el bajo nivel, otra la deslealtad y la mala fe.
Hace un par de semanas, en Peyrano, Santa Fe, sucedió lo que tarde o temprano era inevitable: la falta de equivalencias decantó en que el convidado de piedra -en este caso el uruguayo Yuberty Díaz Suárez, de 40 años y apenas 3 peleas-, sin ninguna causa justificada –argumentó pinchazos en la vista que el médico no constató- con alevosía y total descaro abandonara antes de salir al 2º round de su pelea frente a Matías Vidondo, campeón argentino pesado, de 16-1-1, 14 KO, que venía de ganarle a La Mole Moli.­
Por reglamento, alguien de 3 peleas es recién un semifondista, virgen como tal. Por consiguiente, no puede pelear contra un fondista (más de 6 peleas), y menos contra uno consolidado como Vidondo.­
La escasez hace que ahora se permitan excepciones y se flexibilice la rigurosidad de las equivalencias. Pero deben ser sólo eso: “excepciones”. Y debieran aplicarse solamente atendiendo el nivel, es decir, cuando el de menos peleas en teoría es más que el otro, o similar, no para rellenar una velada.
Hoy la urgencia organizativa es tomada como “causa justificada” para aplicar excepciones a las equivalencias. ¿Después quién puede exigirle actitudes heroicas al que va al Matadero?
Quien contrata a un paquete, no posee autoridad moral para exigir espectáculo. ¿Pero por eso debe tolerar la deshonestidad y falta de ética deportiva?
No fue un hecho aislado, ni nuevo. Farsas hubo toda la vida, en todos los rubros, incluyendo el boxeo, con la diferencia de que antes no se televisaban.
Ya se venía de dos bochornos similares este año, ambos en veladas televisadas. Uno por la TV Pública y otro por TyC Sports, siempre con el mismo boxeador como protagonista: el brasileño Isaías Sampaio.
Sampaio primero se zambulló por un golpe fantasma ante Fernando Saucedo (en junio), y luego hizo lo mismo frente a Jonathan Barros (en setiembre), ambas en el 2º round, y sin que una mano siquiera lo rozara.
Los árbitros, cómplices involuntarios, convalidaron la farsa contando la caída y decretando el KO 2 en vez de descalificar, otorgando legalidad a algo que está cerca del delito. Es que también hay crisis en el arbitraje, como en el resto de la sociedad.
Todos somos falibles e imperfectos en nuestra profesión, y solemos equivocamos, pero es distinto cuando se lo hace premeditadamente ¿Hay que aceptar la corrupción moral tan mansamente? Da la sensación de que hoy en día se perdió el honor y el pudor, y no ruborizan cosas que antes avergonzaban, mientras un puñado de billetes lo justifique.
Pero hay algo peor que el engaño a traición -no orquestado-, como el de Yuberty y el de Sampaio: es el organizado con la complicidad de todos, como vamos a ver en el link de más abajo, del que ni la prensa en general, ni las instituciones que otorgan validez orgánica a algo tan poco serio, toman nota.
¿Cómo se explica que desde el mismo púlpito en que se cuestiona una falta de equivalencia, se avalen con otra vara cosas peores como si fueran buenas, con zaranda más gruesa y juicio más leve, o directamente sin él?
El CMP (Comisión Mundial de Pugilismo) un organismo que pretende funcionar como Federación paralela otorgando licencias, y que tiene reconocimiento legal aprobado por la IGJ (Inspección General de Justicia), supera cualquier límite ético ante el silencio y la indiferencia de todos, organizando cosas reñidas con lo legal de cualquier reglamento boxístico, y más aún, con cualquier ética deportiva.
Por ejemplo, que debute alguien de 40 años contra un menor de 20. O que el invicto Guillermo Tano Saputo, ex doble representante olímpico, con 36 años, y retirado hace 8, reaparezca peleando ¡frente a un debutante (Gustavo Lencina)! Saputo ganó por KOT 2. ¿Alguien dijo algo?
Lo curioso es que si existen estas cosas -y hasta se propician periodísticamente-, es porque alguien las consume, o nadie las combate. ¿Habrá un público para eso, o serán todos incautos? ¿Quién las vende, a dónde y para qué?
Uno de los tantos casos es el de un tal Cristian “El Paisa” Robledo (4-10-0), que debutó hace menos de un año y de sus 10 derrotas perdió ¡7 antes del límite! Y varias de ellas sin respetar los 30 días de parate que se exigen tras un KO en cualquier reglamento, donde 3 KO sufridos en un año es suspensión de licencia por 6 meses.­
Pero el caso de Robledo, que avala la CMP, como el de muchos otros similares, es convalidado por páginas de boxeo referentes como boxrec.com y leído por TV sin el menor cuestionamiento ni severidad alguna, como si tal cosa.
Para constatarlo, tómese unos segundos y entre a este link. Adelántelo hasta 6.49 -casi hasta el final-, donde empieza el 3º asalto, que es el último de su pelea frente a Marcelo “El Luchador” Mendoza. Y diga si para ud esto es una pelea, o qué opinión le merece.


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