La diferencia la hacen los delanteros - Se reconstruyó en pocos días, lavó sus heridas y terminó
golpeándose el pecho. La CAI aprendió de la derrota y tuvo autocrítica para
cambiar, meter mano y a la larga, alcanzar el objetivo.
No tuvo a Elvio Martínez, lesionado, pero encontró a
Fernando Bonfili como un relevo que evitó toda comparación; Reynoso quedó
afuera por amarillas y Maximiliano Russo –su reemplazo- fue figura no solamente
conteniendo sino atacando por su andarivel. Boca lo sufrió a pesar de poner un
ejército de volantes y de bloquear el mediocampo con una medianera de piernas.
Igual, la CAI le birló la pelota y se la movió en las narices, tirándole abajo
su fortaleza. Quedó dicho, al ritmo de Bonfili el local se sintió a gusto;
rompió en velocidad y estuvo siempre, afilado para utilizar cada espacio que se
generaba. Con eso, más Prost y Villegas enchufados a 220, el equipo marcó
diferencias en los primeros 45’. La visita lo quiso maniatar pero enseguida,
acusó el desgaste. De Oliveira fue reemplazado por escasez de marca y
Bastianini y Ferreira nunca pudieron plantar bandera.
La CAI apretó la salida y ahí, lo atacó con velocidad. La primera la armó Prost
en un flash, asistió a Villegas que no pudo definir, atorado por el arquero
Moyano. Después Lucas Rodríguez le sirvió un tiro libre a la cabeza de Villegas
y al nueve, otra vez le faltó tiza. Enfrente no pasó demasiado, Barboza y
Gastón López no movieron la aguja mientras que Sosa se debatía en soledad, sin
bochas “limpias”. Bonfili siguió moviendo los hilos, pidiendo el balón y
ordenando el tráfico del medio, ahí donde el azzurro pareció ganar la primera
batalla. En esa zona crítica, asomó Biccicontti y en menor medida Russo, como
patrones. Tácticamente Boca resistió hasta donde pudo, la temperatura fue sintiéndose
en las piernas y el ritmo del partido por momentos, llevó al ahogo. A los 44’
desbordó Russo en gran acción, metió el centro al segundo palo donde Prost,
sacándose de encima a la marca, aprovechó la promo y en soledad, tocó a la red
para el 1-0 tranquilizador.
El ex Tres Arroyos se perdió dos goles consecutivos tras el reinicio. Una falla
en la salida de Acuña Tejera lo dejó mano mano aunque pateó afuera y enseguida,
Bonfili le metió un pase entre líneas que también desperdició con el arquero
como único obstáculo posible. Pareció que Boca se venía, que se adelantó para
jugar metido en el campo ajeno y que las entradas de Ayala y Etchemaite le
habían renovado el oxígeno a los de Busciglio. Además la CAI se tomó algunas
licencias, aflojó la presión haciendo que el partido se empareje. Rodríguez
casi aumentó con un tiro libre; Russo se lo perdió asistido por Prost y
Villegas, increíblemente, había dejado escapar la chance del segundo ahogado
por el achique de Moyano tras una notable acción de toques colectivos. Pero
como le suele pasar a los goleadores, Martín Prost se reivindicó a los 30’. El
ingresado Zalazar, puro panorama, lo habilitó y el artillero corrigió la mira,
se tomó su tiempo para eludir y patear al gol. Ya el trámite no admitía
análisis. La CAI lo ganaba bien, porque atacó y fue profundo a diferencia de un
rival que solo mostró voluntad pero pocas ideas claras. Ni se notó la salida de
Morales con los cambios ya agotados. Con 42’ Mauro Villegas le puso el moño con
otra gran definición. El capitán encabezó la contra y cuando parecía tener
múltiples opciones, decidió la individual y con una “bomba” desde casi treinta
metros, la colgó en el ángulo. Inalcanzable para Moyano y un par de arqueros
más. El 3-0 estuvo a tono. La CAI se afianza arriba, jugó como un puntero que
sabe lo que quiere; se reencontró con su juego, tocó en función de los tres
puntos y minimizó el esfuerzo de un rival que no será fácil para nadie. Y así,
en una tarde de sol, hizo que valiera la pena dejar el bronceado y las ojotas
en el auto.
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