
Peñarol casi ni transpiró para adelantarse a Gimnasia, sacarle una brecha de puntos inalcanzable y hasta regulando momentos del juego. Hasta se dio el lujo de no contar con el americano Lamonte y con Leonardo Gutiérrez, observándolo desde el banco.Terminó 96 a 47, una paliza en términos basquetbolísticos porque los sureños se olvidaron de anotar, resignaron toda pretensión debido a su apatía ofensiva y jugaron “a otra cosa” frente a un rival al que no suelen entrarle las balas.El juego se hizo una pesadilla desde el arranque. El Milrrayitas lo apuró de entrada y atacó a Gimnasia desde todas las posiciones. Para que no haya dudas, Sergio Hernández aceleró en la largada sin la más mínima opción de que el rival se le plantara. Lo durmió con un parcial de 26-9, una maratón de dobles y una defensa casi impenetrable que “secó” a los sureños durante casi 7 minutos.El partido no cambió porque Peñarol mantuvo la misma intensidad, ni siquiera bajó un cambio para que Gimnasia se oxigene. 12 puntos en el segundo y tercer parcial hablan por sí solos de lo difícil que le resultó el Verde, sorprender al puntero. Así se fue yendo la ilusión, despacio. Sin pena, ni gloria y sufriendo el goleo (30 de luz) que los marplatenses se fueron repartiendo entre Diez, Vega y Rodríguez.Al final, el resultado terminó siendo anecdótico. Un duro golpe al orgullo de Gimnasia que jugando así, difícilmente pueda zafar del play off menos deseado
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