Autor: Cristian Caamaño
Si usted es hincha de Universidad Católica, cierre los ojos un instante. Desempolve su primer recuerdo en una cancha viendo a la Franja e imagínese cómo fue ese día. Seguramente pegado a su padre o a ese tío fanático, que te fue convirtiendo en acérrimo cruzado desde el día que naciste. Instalado en el viejo tablón del estadio Independencia, Santa Laura, Nacional o San Carlos, encantado por ese aroma de los perniles que llegaban desde lugares recónditos. Gritando los goles de Alberto Fouillioux, el Charro Moreno, Osvaldo Hurtado o el Beto Acosta, sin entender demasiado en esos pasajes de tu vida lo que significaba tocar la gloria. Abrazando esa descolorida bandera que se fue traspasando de generación en generación en la familia, con los rostros casi ya imperceptibles de viejos ídolos del pasado glorioso.
Todos recuerdos que ahora, cuando vuelves a abrir los ojos, se te acumulan en tu mente cuando ves al capitán Cristián Álvarez levantar un nuevo trofeo de campeón. El número 12 que se instala en las vitrinas, aquella que desde el cielo custodia Raimundo Tupper. Sí, el Mumo, el ángel de la guarda, que seguramente junto a Sergio Linvingstone y Néstor Isella, algunos de los connotados que ojean todo desde el cielo, se dieron un abrazo por este momento histórico vivido en Temuco.
Cuánto tiempo esperaste para ver a la UC bicampeón. Diez títulos que a lo largo de la historia no tuvieron una repetición inmediata. Hasta este inolvidable 2016, que seguramente guardarás en lo más hondo de tu corazón. Porque, tal como dijo el histórico Ignacio Prieto, ahora nadie podrá decirte nada en la calle. Qué segundón, ni nada por el estilo. Bicampeón, supercampeón, multicampeón, en un año imborrable.
Hoy, los ídolos son otros. Aquellos que adoraste en tu niñez posiblemente estén junto a tí celebrando esta vuelta olímpica. Y por qué no, coreando el nombre de Nicolás Castillo, aquel goleador rebelde de carácter indomable, quien fue el comandante de esta cruzada. Sus goles y sobre todo el liderazgo que ejerció dentro de la cancha incluso sobre futbolistas consagrados, lo ponen encima de todos en la galería de los referentes de esta consagración.
Peldaño más abajo para Diego Buonanotte, que desde su fútbol y gambeta, engalanó ese carrusel de grandes futbolistas de la historia cruzada con la camiseta 10 en la espalda. Los escasos centímetros de estatura contrastaban con su enorme caudal de juego e imaginación con el balón en los pies. Su aparición potenció a todos, especialmente a Castillo, con el que armó una dupla letal.
Y así podríamos seguir enumerando a los héroes, que desde hoy quedarán instalados en las páginas más importantes de tu historia. Porque lo de Temuco no será una vuelta olímpica más. Será la del tan esperado bicampeonato. Por eso, vuelve a cerrar los ojos y no te olvides dónde estabas en este jueves 8 de diciembre. Abraza tu camiseta cruzada, besa a tu padre si está junto a tí y guarda algún recuerdo que te devuelva por un segundo al Germán Becker. El fútbol, como dijo alguna vez Martín Lasarte tras una seguidilla de definiciones perdidas, les debía una a los hinchas de la UC. Este 2016 parece que esa deuda quedó saldada. Y con creces.
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