Alejandro Fabbri
Se acaba el torneo corto y entre Lanús, Estudiantes, Godoy Cruz y San Lorenzo saldrán tres representantes a la Copa Libertadores 2017. Para desesperación de aquellos que quieren volver a que tengamos un fútbol dominado exclusivamente por los cinco clubes más grandes (en títulos e hinchas) suena a fracaso rotundo. Se ha dicho ya que el modelo a seguir en el nuevo armado del profesionalismo en nuestro país seguirá el rumbo español.
La Liga Española cumplió ya treinta años de existencia y ha mantenido el formato de los torneos casi sin interrupciones. Esto es: torneos de 18 o 20 equipos, todos contra todos en dos ruedas. Con dos o tres descensos directos sin promedios y con promociones entre aquel que venía a continuación en la tabla hacia arriba. El certamen se fue sofisticando cada vez más y los dos cuadros más poderosos (que no fueron convertidos en sociedades anónimas) se han ido arriba, demasiado arriba del resto.
Real Madrid y Barcelona hoy están bien lejos de sus competidores en todos los aspectos, aunque Atlético Madrid ha realizado varias campañas espectaculares que lo han situado a la par en los últimos campeonatos. Está claro que el Atlético que dirige Diego Simeone no es un equipo modesto ni mucho menos, pero con un presupuesto mucho menor ha conseguido pelear punto a punto en el certamen y también en la Champions League.
Hoy, la diferencia económica es obscena: Real Madrid cobran alrededor de 150 millones de euros en esta temporada por derechos de televisión, seguidos de Valencia y el Atlético de Madrid, que perciben 50 millones. A continuación se alinean Sevilla y Athletic Bilbao con casi 40, luego Málaga y Villarreal con 35 hasta llegar al piso que representan los ascendidos Sporting de Gijón y la Unión Deportiva Las Palmas junto al Eibar –que mantuvo la categoría por defección del Elche- con 18 millones de euros en la temporada.
En la Argentina de hoy, con una AFA caótica y en la espera de la llamada Superliga, la historia es distinta: Boca y River reciben casi 80 millones de pesos anuales, seguidos de Racing, San Lorenzo, Independiente, Racing y Vélez con 61 palos para luego ir descendiendo la escala hasta los 38 que cobran los otros 24 equipos. Poca voluntad de distribuir mejor las cosas, porque resulta incomprensible que Rosario Central, Estudiantes, Newell’s, Huracán y Lanús –por citar algunos ejemplos- reciban el mismo dinero que Arsenal, Olimpo, Temperley o los clubes que se incorporaron ahora al torneo de Primera División.
Si es injusto el reparto (aunque en España es peor) llama la atención que no se establezcan diferencias en el ascenso. En la B Nacional, por ejemplo, Talleres, Instituto, Chacarita y Chicago cobran lo mismo que Brown de Adrogué, Brown de Puerto Madryn o Juventud Unida de Gualeguaychú. En la B Metro, Atlanta, Platense y Morón perciben el mismo dinero que Acassuso, Deportivo Riestra o Deportivo Armenio y así sucesivamente. Increíble.
Comparado con Alemania, el sistema argentino no tiene rigor ni estudio alguno. La AFA, históricamente, ha entregado mucho más dinero a River y Boca que al resto, tomando en cuenta únicamente que son los cuadros más populares y los que obtuvieron más títulos. Y cuando hubo quejas, siempre apareció algún dinero por detrás, como sucedió con River e Independiente, cuando debieron afrontar la segunda división hace pocos años.
En Alemania la historia es distinta. Para la temporada anterior, se utilizó el criterio de una tabla en la que se sumaban los logros conseguidos en los últimos quince años, si lograron clasificaciones a copas europeas, si descendieron o vinieron del ascenso y no mucho más. Es el Bayern Munich –multicampeón con cuatro títulos consecutivos ganados- quien más dinero recibe, seguido de cerca por Borussia Dortmund bicampeón antes del ciclo Bayern último, Bayern Leverkusen y Schalke 04.
Lo concreto es que el gigante alemán que entrenó hasta hace unos días Guardiola, cobra apenas el doble o un poquito más que los recién ascendidos Darmstadt o Ingolstadt, los benjamines recién llegados que han podido mantener la categoría. En España, la diferencia es enorme y demencial: Real Madrid y Barcelona cobran casi cuatro veces más que Valencia y Atlético Madrid, pero nueve más que los equipos más débiles. Se nota en la competencia: en el nuevo siglo XXI, apenas el Atlético del Cholo ganó un torneo (2014) y Valencia se impuso dos veces (2002 y 2004). El resto fue todo merengue y blaugrana. Aburrido, por donde se lo miren.
La Argentina tiene otra historia, otro criterio, otra manera de entender el negocio del fútbol, pero son justamente quienes más tienen, los que pretenden seguir el modelo español. En nuestro país, en el nuevo siglo hubo doce campeones distintos aunque los torneos no superaron las 19 fechas de duración, sala temporada 2015 con el campeonato de 30 clubes.
La exagerada cantidad de equipos en Primera A es un tema importante a resolver, porque va a contramano de la famosa Superliga. La nueva organización contendrá solamente a la segunda categoría (Nacional B) y el resto de las competencias (B Metropolitana y Federal A, Primera C y Federal B, Primera D y Federal C) serán organizadas por la AFA residual, una entidad sin más destino que gobernar la pobreza y mantenerse esperando algún dividendo del grupo de elite.
El argumento es que el fútbol argentino necesita venderse más y a mejor precio. Todos de acuerdo. Las razones de una profesionalización, de un marketing más atractivo y agresivo también son válidas. Pero la teoría del derrame (cuando la copa esté llena los más humildes recibirán lo que caiga de ella) ha probado no funcionar nunca, ni en los país que aplicaron ese esquema económico ni en el fútbol. En España, por ejemplo, ya se derramó el contenido hace rato y más de una docena de clubes siguen esperando. Acá se definirá luego el reparto de dinero, esencial para cualquier logro y objetivo común.
Quizá todavía sea muy pronto para definir cuestiones, pero todo apunta a la Superliga más allá de la resistencia de Independiente, a través de Hugo Moyano. ¿Será un juego político pensado para que Claudio Tapia se quede con la presidencia de AFA residual? No lo sabemos y nadie lo asegura. Faltan las elecciones en la ex entidad rectora y la designación de un gerente general que comandará la nueva Superliga. ¿Desde qué riñón saldrá el flamante funcionario?
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