Colombia venció 2-1 a Costa de Marfil y pasó a los octavos del Mundial - Mauricio Moreno / ETCE. Ahí estaban, reunidos, juntos como la familia que han demostrado ser a lo largo de dos años de eliminatoria y 180 minutos del Mundial.
Enviando besos a la tribuna, empezando por Mario Alberto Yepes, ese líder enorme de la Selección, que se llevó el equipo al centro del campo para aplaudir a los 68.748 espectadores que, en su mayoría, salieron del Mané Garrincha a celebrar otra vez. ¡Qué alegría! ¡Cómo se sufrió al final, pero cómo se festejó la segunda victoria consecutiva de Colombia en Brasil 2014! (Vea aquí: la galería de fotos del partido de Colombia en el Mané Garrincha.)
El 2-1 frente a Costa de Marfil, sumado al empate 0-0 entre Japón y Grecia, significó la clasificación de Colombia a la segunda ronda de la Copa del Mundo. Como hace 24 años, cuando Freddy Rincón metió el balón entre las piernas de Bodo Illgner y metió a Colombia en los octavos de final de Italia-90. Esta vez fue con dos triunfos.
Contemos la historia de atrás hacia adelante. Comencemos por el segundo tiempo, por ese cambio de actitud del equipo, que se olvidó un poco de las precauciones que había tenido en la primera etapa. Hablemos de la entrada de Juan Fernando Quintero, ese muchachito de 21 años que el año pasado, en un Mundial Sub-20, nos puso a soñar a punta de goles. Quintero, que reemplazó a Víctor Ibarbo, que cumplió en su tarea táctica pero no estuvo fino para atacar, se empezó a juntar con James Rodríguez, con Juan Guillermo Cuadrado. Y el equipo empezó a crecer. (Vea aquí: la crónica interactiva del 2-1 de Colombia a Costa de Marfil.)
Pasaron 11 minutos entre la llegada de Quintero a la cancha y la primera alegría para los fanáticos de amarillo que volvieron a invadir un estadio brasileño. Pero no fue él el protagonista de la jugada del primer gol. Sí lo fueron sus dos socios. Juan Guillermo Cuadrado levantó un tiro de esquina. James Rodríguez anticipó a Didier Drogba, que acababa de entrar a la cancha. ¡Qué cabezazo, qué gol!
Los marfileños, que durante todo el primer tiempo maniataron a Colombia al taparle la salida por las bandas, en especial por la izquierda, y que le dieron trabajo adicional a Pablo Armero y a Ibarbo, se volcaron del todo a tratar de empatar. Colombia encontró espacio para jugar largo.
Y para seguir de largo. Y todo, gracias al sacrificio de James para recuperar, a la visión de Teófilo Gutiérrez para levantar la cabeza, ser solidario y encontrar a un compañero mejor ubicado, y a la frialdad de Quintero, el mismo que hizo goles en la Sub-20 y que ahora anotó el primero con la de mayores, en un Mundial y para dejar al equipo al borde de la clasificación.
Pero siempre, lo de Colombia debe tener una dosis de sufrimiento.
Todavía había algunos hinchas celebrando el gol de Quintero cuando Gervinho decidió atacar la zona que mejor había funcionado en la defensa de Colombia, la de Zúñiga y Zapata. Y entró con habilidad, con gambeta, y luego sacó un remate muy fuerte que no pudo controlar el portero David Ospina. Sí, también fue un golazo…
Ya no importaban ni el exceso de cautela del primer tiempo, en el que Colombia pudo haberse ido en ventaja con una jugadota entre James y Cuadrado que no supo rematar Teo, ni los muy buenos primeros 20 minutos del segundo. Ahora había que pensar en aguantar.
Y Colombia pudo haberse equivocado en la fórmula para hacerlo, porque, tal como pasó contra Grecia, volvió a meterse muy cerca de su área y sin tener la pelota en su poder, salvo en uno que otro contragolpe.
El reloj ya no corría rápido. Entre el minuto 80 y el 90 pasó toda una eternidad y más de un hincha colombiano vio pasar la película de su vida mientras esperaba que no llegara el empate. Ahí comenzaron a crecer los defensas. Ahí se vio al Yepes que ha sido gigante en Brasil, al buen complemento que le da Cristian Zapata, a las manos salvadoras de David Ospina. Cuando todo lo demás falla, para eso está la defensa…
Adiós a la cautela, adiós a la euforia, adiós al gran susto del final del encuentro. Adiós a los gestos de todo el banco de Colombia, parado en la zona técnica, pidiéndole al inglés Howard Webb que, por favor, parara su reloj y pitara el final.
Los brincos de alegría en el banco, los abrazos que comenzaron en la cancha y se multiplicaron en las tribunas primero y luego en toda Colombia, son el reflejo de una tarea a punto de cumplirse. El primer objetivo de esta familia llamada Selección Colombia está muy cerca.
JOSÉ ORLANDO ASCENCIO
SUBEDITOR DE DEPORTES
ENVIADO ESPECIAL
Brasilia (Brasil)
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