martes, 13 de julio de 2010

LA CAPITAL ESPAÑOLA RECIBIO A LA SELECCION

Madrid agasajó a sus campeones con todos los honores - El plantel campeón del mundo tuvo una jornada a pura emoción; desde el aeropuerto de Barajas en Madrid, los encuentros con Rodríguez Zapatero y el Rey Juan Carlos hasta llegar en un micro descapotable a la explanada del Puente del Rey, junto al río Manzanares; fue todo un día de celebración; Por Adrián Sack, para LA NACIÓN
MADRID.- La capital española enloqueció ayer en el inicio de su luna de miel con la Copa del Mundo, que promete extenderse durante toda una semana de festejos, salidas y brindis como nunca antes en su historia reciente había vivido.
Con la llegada del plantel campeón del mundo al aeropuerto madrileño de Barajas, proveniente de Sudáfrica, la ciudad profundizó aún más el cambio de fisonomía hacia el "modo fiesta" que había comenzado a experimentar anteayer, con la transformación de varias de las principales calles y avenidas del circuito turístico en gigantescas peatonales.
Pero esta vez, ya sin las tensiones del partido de por medio, se modificó la espontaneidad de los festejos posconsagración por la intensidad de la gente por ver y, en lo posible, tocar a los "héroes de la Roja", como denominaron por unanimidad a la selección todos los medios audiovisuales y digitales españoles.
"La verdad es que a mí también me gustaría tocar la Copa..., pero sé que es un sueño imposible", le comentó a LA NACION un joven murciano que, fascinado por el brillo del trofeo, se acercó hasta la avenida Gran Vía, una de las principales arterias del trazado triunfal . Por allí circuló a paso de hombre el ómnibus descapotable de dos pisos con los alborozados jugadores de la selección española.
Antes de comenzar el recorrido, los 23 futbolistas y el cuerpo técnico hicieron la primera visita obligada, aunque esta vez, también, soñada: fueron al Palacio de la Zarzuela, donde los recibió el rey Juan Carlos I. En ese breve encuentro, los jugadores se dieron el gusto de regalarle la primera camiseta española diseñada con una estrella bordada -que representa la obtención del título- y, lógicamente, autografiada por cada uno de ellos.
"Vosotros habéis conseguido aglutinar a los españoles y hacer realidad nuestros mejores sueños", les dijo el monarca a los campeones, quien además destacó su "deportividad, nobleza, buen juego y trabajo en equipo", antes de saludarlos y abrazarlos uno por uno.
Luego, la segunda estación en el periplo del seleccionado ibérico fue el Palacio de la Moncloa, la residencia presidencial, donde los esperaba el primer mandatario, José Luis Rodríguez Zapatero. Con un aspecto y un humor radicalmente diferente del exhibido habitualmente desde el estallido de la crisis económica que azota al país desde el año último, el presidente español felicitó al plantel completo. Además, destacó la labor realizada durante todo el campeonato y, especialmente en la final, del arquero Iker Casillas y del volante Andrés Iniesta. "Esta Copa la han ganado ellos, pero es de todos los españoles y de tantas generaciones de jugadores que también lo han intentado. Han ganado por ser los mejores, por jugar en equipo, por jugar limpio y por esa buena actitud y por saber estar en el campo y fuera de él como buena gente", dijo el presidente, ante un auditorio repleto en el que no faltaron los familiares de los políticos oficialistas que aprovecharon la ocasión para ver de cerca a sus ídolos.
No obstante, el clima festivo alcanzó su momento más curioso cuando la mayoría de los presentes comenzó a pedirle al presidente que saltase junto con los jugadores y el público, al ritmo de los cánticos de hinchada. Y Rodríguez Zapatero, habitualmente parco y ajeno a este tipo de demostraciones, no dudó en sumarse a este particular modo de festejar, aunque sin poder ocultar cierta incomodidad y torpeza al hacerlo.
Al abandonar la Moncloa, el ómnibus descapotable comenzó a recorrer las calles y a hacer algunas paradas donde se dejaron alabar por la afición ibérica. La televisión española enseguida bautizó el espectáculo multitudinario como "La Marea Roja"; mientras que, en forma ininterrumpida, repitió una y otra vez la famosa escena del apasionado beso que Casillas le dio a su novia, la movilera y modelo Sara Carbonero, cuando lo entrevistó tras ganar la Copa del Mundo.
Y pese a que la periodista y Telecinco, el canal donde ella trabaja, fueron muy criticados durante el campeonato por, presuntamente, "utilizar" la relación sentimental entre el arquero y la periodista para ganar más rating, ayer este noviazgo y, en particular, la imagen del beso, pasaron a transformarse en algo así como un bien sentimental de todos los españoles. "El beso de Iker fue el beso de España", alcanzó a decir María del Carmen Fernández González, la madre del guardameta, en una definición con un don de síntesis envidiable para cualquier editor periodístico.
La fiesta continuó en las calles madrileñas, donde nadie se sorprendía de que al paso del gran ómnibus se reuniera 1 millón de personas en un lunes en horario laborable -algunas estimaciones indican que el número de fanáticos habría sido más grande-. "Qué va... si nadie ha ido a trabajar hoy. Yo apenas si pasé por mi oficina para decir presente, y todos hicieron lo mismo. Hoy es un día único en nuestras vidas y no hay que dejarlo pasar", comentó Carla Aguado, una empleada administrativa de 25 años que, al igual que el domingo, se pintó la cara con los colores de España.
El panorama también fue aprovechado por los bichos raros del día: aquellos a los que no los atrapa el fútbol. Dentro de ese reducido grupo también se produjeron festejos, aunque de otro tipo. "Nunca me imaginé que caminaría por los pasillos de la sucursal de Callao de El Corte Inglés -la tienda de ramos generales más grande del país- con todo el tiempo del mundo, y sin hacer cola. Eso sí, vi a algunas de las dependientes de ese lugar que se peleaban con sus jefes para que las dejaran ir al desfile de la selección, aunque fuera un ratito. Pero, por lo demás, ha sido la España del Año Verde", aseguró Víctor Salinas, un salmantino de 34 años que, a diferencia de la mayoría de sus compatriotas, ayer eligió nombrar un color que no fuera el rojo.

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