
Como le pasó a Puerta. O como le anduvo cerca a De la Red. Sólo que esta vez Jarque ni siquiera estaba jugando, estaba en el hotel, en su habitación, hablando con la mujer de la que esperaba un hijo para dentro de dos meses. ¿Así de vulnerables somos? Sí, nos contesta la medicina. Aún hay una zona oscura en el corazón que no conocemos, y que cada año provoca en España entre veinte o treinta muertes súbitas entre deportistas. Muertes traicioneras, repentinas, sin apelación. No hay que ser ni siquiera gordo, ni sedentario, ni fumador. Algún día, pronto, se podrá descubrir el porqué y prevenirlo, pero...

Pero a Jarque no le ha llegado a tiempo. El capitán del estreno de Cornellá deja un vacío en la plantilla del Espanyol y una sensación lúgubre en el ánimo de todos, porque no hay derecho a que la muerte se salga con la suya siempre que quiere. Las velas arden en el campo de Cornellá, estadio para el que ya se pide su nombre, las autoridades hacen trámites ante Italia para repatriar el cuerpo cuanto antes y devolverlo a la tierra entre los suyos. Desde aquí enviamos un abrazo a su familia, a toda la familia perica, a todo el fútbol. Y confiamos en que la Ciencia ilumine pronto esa zona oscura del corazón.
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