BASQUETBOL - LA LIGA EN SU LABERINTO - Es una cuestión de oferta y demanda. La segunda se crea, nace, a partir de la primera: en general responde a una necesidad. En ocasiones, también es cierto, se recorre el camino inverso e igualmente se consiguen resultados. Es decir que se genera la oferta y, sobre todo con un fuerte impacto publicitario de por medio, se logra atraer a la demanda. Al final del círculo la cuenta, el análisis, es de todas formas el mismo: no hay forma de sostener una oferta si no existe la demanda.Algo de eso está ocurriendo con el básquetbol argentino y sus ligas, especialmente en los estamentos del ascenso. Hoy vence el plazo para la compra de plazas de TNA y hasta ayer no había concreciones.Más allá de que la Asociación de Clubes confirmara la existencia de interés por esos cupos, todavía no se sabe quién o quiénes jugarán en los lugares que dejaron vacantes Ben Hur, Gimnasia y Esgrima La Plata y Pedro Echagüe, quienes oficializaron en distinto momento su renuncia al certamen.Así las cosas, el segundo torneo del básquetbol argentino se quedó con 13 de los 16 participantes que tuvo las últimas temporadas.Las posibilidades son variopintas, claro. La AdC bien puede invitar a tres clubes de la Liga B (discrecionalmente o atendiendo a posiciones de la temporada pasada) para que cubran las vacantes, o directamente reducir la cantidad de equipos. Si hace lo primero taparía el bache pero, de mínima, entraría en contradicción con la determinación que tomó para la propia Liga B comunicada en la última reunión de la categoría, en donde el mismisimo Eduardo Bazzi (titular de la AdC) enfatizó que no habría invitaciones y se jugaría con quienes lo puedan jugar.Suponiendo que se decida de todas formas aplicar distintas posturas para distintas categorías, entonces la Liga B sufriría más bajas de las que ya tiene pues tampoco en ese estamento se han confirmado todos los equipos necesarios para desarrollar aquel esquema “ideal” que el propio Bazzi desea con cuatro zonas de 8 equipos.Además, ¿cuántos ascensos y descensos habría en la próxima temporada en estas categorías? Es una respuesta, por ahora, sin respuesta.En el otro extremo está la posibilidad de que hoy, cuando cierre el plazo, finalmente tres clubes confirmen sus intenciones y cubran los cupos que están vacantes en el TNA. Aun así se habrá llegado una vez más –como ha ocurrido en otras ediciones- al límite de tiempo para poder jugar un torneo que es, a todas luces, deficitario para la mayoría de los clubes. Algo que también ocurre con la Liga B: si no fuera así, si económicamente rindiera, las deserciones serían excepcionales porque nadie deja un negocio que da dinero.Quizás llegó la hora de discutir seriamente si hay en Argentina tanta demanda como para que subsistan tres categorías competitivas, profesionalizadas. Y preguntarse seriamente si no sería prudente pensar en una gran segunda categoría, mixtura de Liga B y TNA.Hoy el tercer estamento del básquetbol argentino cuenta con presupuestos altísimos si es que se compite para ascender, en algunos casos similares al mismísimo TNA (sólo que sin extranjeros) y sin siquiera la chance de tener algún auxilio de la televisión. Todo pensando que, aun cuando hablamos de un deporte que en general respeta la lógica, sobre una campaña confluyen tantos aspectos y variables que aún con la mayor inversión es imposible asegurar el éxito deportivo. A veces se gastan fortunas, no se asciende, los sponsors desaparecen porque el resultado deportivo no acompañó el esfuerzo y los clubes se ven obligados a dejar la Liga.Es cierto que los primeros responsables en controlar sus gastos son los dirigentes de las instituciones, pero no menos cierto es que no se puede programar una campaña deportiva como si fuera una fábrica de resultados en serie, cual empresa de venta de latas por ejemplo, porque las singularidades por las que se determinan las victorias y las derrotas son inconmensurables, especialmente a lo largo de todo un torneo, y a esos resultados van atados, lamentablemente, los números de la tesorería.
Quizás haya que pensar en una Liga Nacional fuerte, potenciando la que tenemos, y una gran Liga B como segundo escalón, acaso dividiéndola geográficamente tal como ocurre ahora, en una primera etapa, para distribuir los costos. El resto regionales.Hoy el esquema pareciera tozudo en su afán de replicar al fútbol, que tiene 5 categorías antes de llegar a las Ligas de origen (Primera división, Nacional B, Argentino A, Argentino B y Argentino C o torneo del interior). Es un error por donde se lo mire, primero porque el básquet no vende lo que vende el fútbol, y segundo porque se sigue un camino que en el propio fútbol genera dolores de cabeza, ya que salvo los dos primeros, el resto es una trituradora se presupuestos, aunque en general se sostienen porque los recursos y el atractivo es claramente superior.Hay que preguntarse por qué si en el deporte rey cuesta horrores mantener equipos más allá de aquellas dos grandes categorías (Primera división y Nacional B) habría que pensar que en el básquetbol es distinto y podrían sobrevivir tres estamentos.Y eso que en el fútbol existe un gran recurso que no tiene el básquetbol: la generación de jugadores. Otra historia que merece un análisis aparte porque es por lo menos discutible que un club forme a alguien desde que empieza a correr hasta que se transforma en jugador y cuando se van, o se los llevan, no tenga ningún tipo de rédito, remuneración o resarcimiento por la inversión de vida que hace con ello
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