Más respeto para las minorias en el fútbol - por Fernando Montaña - El concepto y la legislación del respeto a las minorías también debe incluir al fútbol. El Congreso, ámbito democrático por excelencia, debería incorporar en su agenda el tratamiento de una ley de deporte transparente e integradora, mandando al tacho de los desusos a los maquiavélicos manejos de los carcamanes que detentan el fútbol desde [...]El concepto y la legislación del respeto a las minorías también debe incluir al fútbol. El Congreso, ámbito democrático por excelencia, debería incorporar en su agenda el tratamiento de una ley de deporte transparente e integradora, mandando al tacho de los desusos a los maquiavélicos manejos de los carcamanes que detentan el fútbol desde hace décadas. Es insólito que un estado que hizo punta con leyes históricas y libertarias siga manteniendo en pie las arbitrariedades, injusticias y discriminaciones que emanan desde el planeta afista.
Tienen la oportunidad histórica los ejes de la democracia argentina, el poder ejecutivo, el congreso nacional y los ministerios en sintonía con las ligas del interior del país, de plantearse de una vez por todas un fútbol mucho más federal. Desde estas columnas, muchos hemos hecho catarsis pero también memoria y balance sobre los viejos certámenes nacionales que unían a la patria deportiva en un torneo que tenía un campeón oficial e iba a la Copa Libertadores de América. Lamentablemente, en 1979 quedó consumado el centralismo en la AFA, junto a tantos otros despropósitos como el de los promedios y otros vicios que darían para muchas más columnas. No es solo el romanticismo de aquelos certámenes pergeñados por el caudillo banfileño Valentín Suárez que dejaron de jugarse en 1984. De los tiempos lindos en que jugaban el Victor, Gauchito Guzmán, Zolorza, Mémoli o Ereros. El tema es mucho más profundo porque el interior fue discriminado, no solo por su acento sino en temas más espinosos como el del dinero. Porque en la repartija le tocó la porción más chica y no solo hablamos de las categorías profesionales, sino de los famosos torneos argentinos.
En más de una ocasión hemos opinado que bueno sería volver a estudiar un sistema de torneo similar, mucho más moderno, a la manera de la Copa de Chile, o las de Europa en la que se van eliminando equipos de regiones sin reparar en las categorías. ¿Por qué no un proyecto de ese tipo? ¿Estará en la voluntad de los mandamases de calle Viamonte al menos estudiarlo? Hummm…
En este momento, los clubes del Argentino A han hecho un planteo severo para que se equiparen sus ingresos con los de la Primera B Metropolitana, mismo escalafón previo al Nacional B. Al no recibir una respuesta coherente por parte del Consejo Federal (tentáculo más del Grondonismo líquido) llevarían su reclamo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. De no mediar solución amenazan con parar el comienzo del certamen.
Es una postal más de un tronco podrido que suele presentárselo como saludable y que muestra las desigualdades de gente que durante años se manejó más por personalismo que por el consenso. Que elige y echa a entrenadores de selección con un cinismo aterrador.
Bueno sería que las Ligas del Interior, libres de compromisos continúen el camino señero de los 70 en el que algunas instituciones planteaban una emancipación de las decisiones de AFA. El primer paso ya lo dieron los directivos del Argentino A y ojalá sean las propias ligas las que acompañen en su totalidad para plantear un debate prufundo en la misma AFA. Porque más allá de los dignos desempeños de Godoy Cruz, Talleres, Gimnasia de Jujuy, equipos que pudieron consolidar su rendimiento en el fútbol afista, la contracara es un fútbol pobre, desteñido y sin expectativas en el interior del país. Las maniobras de los clubes no afistas para hacerse de un lugar en la AFA son intentos nobles, pero es la convalidación de la figura del convidado de piedra. Acaso sea el turno de una ley que considere a las minorías. Que vuelvan a ser escuchadas y tenidas en cuenta.
Tienen la oportunidad histórica los ejes de la democracia argentina, el poder ejecutivo, el congreso nacional y los ministerios en sintonía con las ligas del interior del país, de plantearse de una vez por todas un fútbol mucho más federal. Desde estas columnas, muchos hemos hecho catarsis pero también memoria y balance sobre los viejos certámenes nacionales que unían a la patria deportiva en un torneo que tenía un campeón oficial e iba a la Copa Libertadores de América. Lamentablemente, en 1979 quedó consumado el centralismo en la AFA, junto a tantos otros despropósitos como el de los promedios y otros vicios que darían para muchas más columnas. No es solo el romanticismo de aquelos certámenes pergeñados por el caudillo banfileño Valentín Suárez que dejaron de jugarse en 1984. De los tiempos lindos en que jugaban el Victor, Gauchito Guzmán, Zolorza, Mémoli o Ereros. El tema es mucho más profundo porque el interior fue discriminado, no solo por su acento sino en temas más espinosos como el del dinero. Porque en la repartija le tocó la porción más chica y no solo hablamos de las categorías profesionales, sino de los famosos torneos argentinos.
En más de una ocasión hemos opinado que bueno sería volver a estudiar un sistema de torneo similar, mucho más moderno, a la manera de la Copa de Chile, o las de Europa en la que se van eliminando equipos de regiones sin reparar en las categorías. ¿Por qué no un proyecto de ese tipo? ¿Estará en la voluntad de los mandamases de calle Viamonte al menos estudiarlo? Hummm…
En este momento, los clubes del Argentino A han hecho un planteo severo para que se equiparen sus ingresos con los de la Primera B Metropolitana, mismo escalafón previo al Nacional B. Al no recibir una respuesta coherente por parte del Consejo Federal (tentáculo más del Grondonismo líquido) llevarían su reclamo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. De no mediar solución amenazan con parar el comienzo del certamen.
Es una postal más de un tronco podrido que suele presentárselo como saludable y que muestra las desigualdades de gente que durante años se manejó más por personalismo que por el consenso. Que elige y echa a entrenadores de selección con un cinismo aterrador.
Bueno sería que las Ligas del Interior, libres de compromisos continúen el camino señero de los 70 en el que algunas instituciones planteaban una emancipación de las decisiones de AFA. El primer paso ya lo dieron los directivos del Argentino A y ojalá sean las propias ligas las que acompañen en su totalidad para plantear un debate prufundo en la misma AFA. Porque más allá de los dignos desempeños de Godoy Cruz, Talleres, Gimnasia de Jujuy, equipos que pudieron consolidar su rendimiento en el fútbol afista, la contracara es un fútbol pobre, desteñido y sin expectativas en el interior del país. Las maniobras de los clubes no afistas para hacerse de un lugar en la AFA son intentos nobles, pero es la convalidación de la figura del convidado de piedra. Acaso sea el turno de una ley que considere a las minorías. Que vuelvan a ser escuchadas y tenidas en cuenta.
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