martes, 13 de diciembre de 2011

EL MUDO VAZQUEZ A ITALIA

JUGARA EN EL PALERMO - Vázquez, el héroe silencioso de Belgrano que se despide con una promesa. El día después de su último partido con la camiseta de Belgrano el volante señaló: "Voy a volver y ojalá pueda jugar una copa". Se va a jugar al Palermo de Italia.
La lluvia arrecia con violencia sobre el mediodía de Villa Carlos Paz, pero en el barrio José Muñoz, a la vera del cerro de la Cruz, se respira tranquilidad.

Después de una noche en la que debió acudir a la ayuda de una pastilla para poder dormir, Franco Vázquez se muestra en calma, relajado tras uno de los dos días más emotivos de su carrera (el otro es el del Monumental).

Anteayer se despidió con la camiseta de Belgrano de una forma que ni el mejor guionista hubiera imaginado. Marcó el gol del triunfo ante Arsenal, su equipo cerró una campaña histórica y él se retiró envuelto en una ovación que el público Pirata suele destinar a pocos.

“Fue un día emocionante”, dice “el Mudo”, con la timidez de siempre y una voz que apenas se oye. “Quiero agradecer a la gente y a mis compañeros por el apoyo”, agrega sentado en el sillón del living de su casa, donde recibió a Mundo D.

El volante, que a partir de 2012 vestirá la camiseta rosa del Palermo de Italia, se entusiasma al recordar las escenas del Gigante de Alberdi, donde por primera vez lució la cinta de capitán. “No esperaba todo lo que hizo la gente. Pero sabía que iba a ser muy emotivo todo. Les dimos un ascenso y esta campaña y ellos están contentos”.

–No se podía elegir una despedida mejor.

–Ja, no. Lo hablábamos con Olave, con Turus, con “Guille” Farré, fue algo increíble. Ascendimos, fueron seis meses hermosos. Después, hacer esta campaña, el partido despedida con el gol. Fue algo soñado.

–Te quebraste en el festejo del gol...

–Corrí cerca del banderín y me agaché y vinieron a saludarme todos mis compañeros y se me piantaron un par de lágrimas. Fue muy emocionante. En ese momento se me cruzaron un montón de cosas por la cabeza porque despedirse de este club no es fácil. Por suerte lo pude hacer de la mejor manera.

–¿Qué recuerdos tenés de tus primeros pasos?

–Debuté con (Francisco) Ferraro, en 2007, con Unión de visitante. Tenía mucho miedo y muchos nervios, pero me acuerdo que anduve bien.

–Después vinieron momentos duros para vos.

–Sí, jugaba y las cosas no me salían. La gente no me silbaba, pero se sentía el murmullo en la tribuna. Quizá no se identificaban tanto conmigo... Fueron momentos difíciles, pero con trabajo pude salir adelante.

–¿Cómo se revierte la mala onda con la gente?

–Cuando te va mal te apoyas en la familia. Por suerte mi novia y mi familia me han contenido mucho. Es difícil, pero al día siguiente tratas de ir a trabajar de nuevo para cambiar todo por aplausos.

–¿Cómo fue el despegue?

–Con la confianza que me dio Omar Labruna, que llegó y me hizo jugar. Él me hizo crecer de golpe, ver muchas cosas. También Ricardo (Zielinski) me dio mucha confianza. Son los dos técnicos que siempre voy a recordar por todo lo que me han dado.

–¿Cuándo dejaste de sentirte en deuda?

–A mitad del campeonato anterior, cuando llegamos a la promoción después de estar últimos. A partir de ahí, sabía que si perdía un par de pelotas o no tenía un buen partido la gente me iba a bancar igual.

–¿Con Zielinski también te costó jugar?

–Sí, porque me quería poner por izquierda y la verdad no me siento muy cómodo, lo puedo hacer, pero no es una posición en la que me sienta cómodo. Después, me probó con el ‘Picante’ arriba, se fueron dando los resultados y comenzamos a subir en la tabla. Creo que ahí es donde mejor rindo.

–¿Te vas en el mejor momento del club?

–Sí, ayer (el domingo) fue todo muy lindo, pero a la vez triste por dejar un club hermoso en el que tengo amigos y logré lo máximo. Lo seguiré a la distancia. Voy a volver y ojalá pueda hacerlo para jugar una copa.

Sobre la mesa del living, “el Mudo” Vázquez desparrama tres camisetas con el número “10”. Las tres marcaron distintos momentos de su carrera en Belgrano. Levanta una celeste, luego una negra y, por último, se detiene en la blanca. “Esta la usé el domingo y es para mi mamá”, dice. “Son de momentos difíciles de olvidar”, explica. Aunque no haga falta.

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