RODRIGO MOYANO SE QUITO LA VIDA

UN CHICO DEJO EL ARCO TRISTE Me despido, éste fue mi último partido. No voy a jugar más…". La frase sonó en los labios de Rodrigo Moyano como una más, lógica en un vestuario después de un resultado adverso. Apenas algunos minutos del 0-2 ante General Saavedra que relegó a Jorge Newbery de su lucha por el título; el jóven arquero dejaba escapar, producto de la bronca, una decisión que pocos creyeron.En el partido jugado en cancha de USMA, Rodrigo había tenido un par de intervenciones propias de su estilo, tiempista y puro reflejo, salvando a su equipo inclusive de caer por una diferencia mayor. Pero como suele ocurrir en un puesto ingrato, las pálidas pesan el doble en los que se hacen cargo…Nadie podía creer que "Moyanito", el mismo que había heredado los guantes de su papá Horacio (un ex portero de Jorge Newbery y Próspero Palazzo entre otros clubes) terminaría cumpliendo con su expresión en caliente. Apenas unas horas después de haberse calzado el buzo y en la soledad de su hogar, tomó la más drástica de las decisiones dejando en su familia y sus afectos, un vacío inexplicable.Rodrigo Moyano hizo sus primeras voladas en el arco de la CAI, fue suplente en la Primera B Nacional y comenzó a hacer del fútbol, su profesión. Después de probar suerte en equipos foráneos, el anhelo de jugar con los amigos pudo más. Volvió a lo grande y fiel a su estilo, en un grupo al que se adaptó casi antes de llegar, el Petroquímica en el Torneo Argentino "C" y después, Jorge Newbery fue el desafío en el mismo torneo, con la misma fórmula: amistad, fútbol y mucho compromiso.Tenía 22 años y se fue con la herida fresca, abierta de haber perdido no hace mucho a dos hermanos que le dio el deporte: Nicolás García y "Batata" Barrientos que fallecieron en un accidente automovilístico camino a Sarmiento. Y ese golpe, imposible de digerir para alguien de su edad, fue otro factor desencadenante. Sus compañeros de Jorge Newbery fueron los primeros en recibir la infausta noticia. El joven deportista se quitó la vida y enlutó -otra vez- al ya golpeado fútbol comodorense. Sus sueños y pesares se fueron con él, en medio de una profunda tristeza