martes, 4 de junio de 2013

EL FÚTBOL ARGENTINO SE AUTODESTRUYE

Río suelto - Un fútbol que se autodestruye  - El fútbol argentino se destruye a sí mismo y el último fin de semana asistió a tres sucesos nada novedosos pero propios de su autodestrucción: la naturalización de que un equipo considere perder para perjudicar a su clásico rival, la fuerte sospecha de que la relación entre la barra y la dirigencia de Boca puede llegar bien alto y la decisión de disputar el clásico santafesino sin público… por las dudas.

A menos que un futbolista de Racing confiese que sí, que el equipo se la hizo fácil a Quilmes para que lo derrote 1-0, nunca se sabrá si tal cosa ocurrió, pero lo que queda alcanza y sobra. Lo que queda es la sospecha de que sí y nadie parece siquiera avergonzarse porque, se sabe, en el fútbol vergüenza es descender.
Hace justo un año el presidente de Boca, Daniel Angelici, y su vice, Juan Carlos Crespi, casi que se burlaban de su par de Independiente, Javier Cantero, cuando éste se enfrentaba a la barrabrava. Decía Angelici que en su club no tenían ese problema. Ahora sabemos por qué y la Justicia acaba de golpear la puerta de su despacho para que cuente ciertas cosas, ya que un par de dirigentes de su club están presos, sospechados de relacionarse con la barra.
"Cualquier cosa andá a verlo a Juan Carlos Crespi. Te vas hasta allá y te plantás ahí, y lo ves a él de parte mía. Le decís lo que necesitás, todo lo que haga falta". Esto le habría dicho Mauro Martín, último jefe de La Doce, actualmente detenido a su supuesto sucesor, Christian "Fido" De Vaux. Crespi no es uno de los dirigentes de Boca que está detenido, pero debería explicar estas palabras de Martín.
El último Unión-Colón se jugó el domingo pasado a las 11 de la mañana y con las puertas cerradas al público por prevención. Con este argumento, todos los partidos del fútbol argentino deberían jugarse a estadio vacío. Todo lo que hizo de los clásicos la fiesta que supieron ser, y que hoy llamamos folclore, terminó por hacer de esos partidos lo que hoy son: zonas militarizadas donde la muerte da vueltas. A eso le llamamos fiesta. Lo otro es cerrar los estadios y que jueguen solos. En su sociedad de hecho con la violencia, el fútbol argentino se auto destruye y cada vez queda menos de aquello por lo que alguna vez quisimos ser jugadores de fútbol.
juan mocciaro jmocciaro@rionegro.com.ar


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