Río suelto - Un fútbol que se autodestruye - El fútbol argentino se destruye a sí mismo y el último fin
de semana asistió a tres sucesos nada novedosos pero propios de su
autodestrucción: la naturalización de que un equipo considere perder para perjudicar
a su clásico rival, la fuerte sospecha de que la relación entre la barra y la
dirigencia de Boca puede llegar bien alto y la decisión de disputar el clásico
santafesino sin público… por las dudas.
A menos que un futbolista de Racing confiese que sí, que el
equipo se la hizo fácil a Quilmes para que lo derrote 1-0, nunca se sabrá si
tal cosa ocurrió, pero lo que queda alcanza y sobra. Lo que queda es la
sospecha de que sí y nadie parece siquiera avergonzarse porque, se sabe, en el
fútbol vergüenza es descender.
Hace justo un año el presidente de Boca, Daniel Angelici, y
su vice, Juan Carlos Crespi, casi que se burlaban de su par de Independiente,
Javier Cantero, cuando éste se enfrentaba a la barrabrava. Decía Angelici que
en su club no tenían ese problema. Ahora sabemos por qué y la Justicia acaba de
golpear la puerta de su despacho para que cuente ciertas cosas, ya que un par
de dirigentes de su club están presos, sospechados de relacionarse con la
barra.
"Cualquier cosa andá a verlo a Juan Carlos Crespi. Te
vas hasta allá y te plantás ahí, y lo ves a él de parte mía. Le decís lo que
necesitás, todo lo que haga falta". Esto le habría dicho Mauro Martín,
último jefe de La Doce, actualmente detenido a su supuesto sucesor, Christian
"Fido" De Vaux. Crespi no es uno de los dirigentes de Boca que está
detenido, pero debería explicar estas palabras de Martín.
El último Unión-Colón se jugó el domingo pasado a las 11 de
la mañana y con las puertas cerradas al público por prevención. Con este
argumento, todos los partidos del fútbol argentino deberían jugarse a estadio
vacío. Todo lo que hizo de los clásicos la fiesta que supieron ser, y que hoy
llamamos folclore, terminó por hacer de esos partidos lo que hoy son: zonas
militarizadas donde la muerte da vueltas. A eso le llamamos fiesta. Lo otro es
cerrar los estadios y que jueguen solos. En su sociedad de hecho con la
violencia, el fútbol argentino se auto destruye y cada vez queda menos de
aquello por lo que alguna vez quisimos ser jugadores de fútbol.
juan mocciaro jmocciaro@rionegro.com.ar
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