“CHÁVEZ, EL MEJOR; JUAN MANUEL MÁRQUEZ, EXTRAORDINARIO”:
Tijuana, B. C.- Esa historia increíble que nos han
contado nuestros padres, abuelos y en algunos casos particulares Benjamín
Rendón Castrejón, sobre un hombre humilde que en los albores de la década de
los cincuenta abordó un camión en San Diego, California, con destino a Nueva
York, y regresó en un automóvil del año como una verdadera luminaria, adquiere
su real dimensión cuando es narrada por su protagonista.
Es un honor tener enfrente a un personaje que ha sido
mitificado con justicia. Viste camisa amarilla, pantalón gris, zapatos negros
y, a sus 73 años de edad, luce increíblemente un cuerpo tan esbelto como el que
enseñó en cada uno de los 185 combates profesionales que componen su magnífica
trayectoria. Seguramente, si subiera hoy mismo a una báscula, marcaría sin
problemas las 147 libras que se le exigían en su época para pelear en la
división de los welter.
De visita en su querida Tijuana, ciudad a la que lo trajeron
sus padres al año de nacido, el mexicalense Gaspar Benítez Ortega (144-36-5),
quien estelarizó 30 combates en el Madison Square Garden de Nueva York y
apareció en 45 transmisiones nacionales en Estados Unidos durante la década de
los cincuenta, abrió un espacio para asistir a la función boxística del 5 de
septiembre y a un homenaje que le rindió una empresa de boxeo de su querida
Tijuana.
Accesible y lejos de las poses de algunos monarcas actuales
con menores méritos, el “Indio” Ortega, quien radica en el estado de
Conneticut, en el Este de Estados Unidos, acepta platicar con FRONTERA DEL
BOXEO, durante su corta estancia en esta ciudad. Durante la entrevista, se revela
como un hombre sencillo y, sobre todo, como un conversador sumamente
entretenido y consciente de lo fue algún día.
De entrada, Ortega inaugura voluntariamente la entrevista
manifestando su tristeza por la inseguridad social que se vive en México.
“Estoy muy contento de estar nuevamente en Tijiuana, pero
también muy triste porque en Estados Unidos me preguntan mis amigos que si qué
siento por todo lo que pasa en mi país. Incluso, algunos noticieros se han
refiererido algunas veces a Tijuana como la ciudad más peligrosa del mundo… es
algo realmente lamentable. Creo que las autoridades deberían hacer algo y
enseñarle al mundo la verdadera cara de esta ciudad y de este país, la de los
grandes campeones mundiales de boxeo, por ejemplo”, expresa visiblemente preocupado.
De inmediato, recompone la figura y sonríe cuando recuerda
la ovación que le brindó la afición, durante la función celebrada en el
Auditorio Municipal de Tijuana, la noche del sábado 5 de septiembre de 2009.
“Todavía después de 50 años, la gente recuerda al ´Indio´
Ortega. Me dio una emoción grandísima. Se me acercaban niños y jóvenes que
realmente no saben quien soy, pero las historias de sus padres les han creado
un personaje. Aprecio mucho Tijuana”, dice el ex-púgil nacido el 21 de octubre
de 1935.
– Cincuenta años después de sus hazañas, ¿cómo valora que la
gente lo considere una leyenda?
“Yo nunca presumo que soy el ´Indio´ Ortega; yo solamente
soy Gaspar. Yo salí en un camión de San Diego para Nueva York con una bolsa de
sandwichs y cinco dólares con cincuenta centavos americanos; hice tres días y
tres noches y casi no comí, pero regresé en 1954 en un carro del año y como el
´Indio´ Ortega. Para mí fue un milagro, una ayuda de Dios lo que pasó en mi
vida porque me dieron durísimo”.
– A sus 73 años de edad, con más de 180 peleas, no parece
que haya sido boxeador; es usted un hombre lúcido, ¿cuál fue su secreto?
“La defensa”, responde instantánea y categóricamente. “En
el boxeo hay que evitar golpes. Les puedo decir mi secreto, pero no lo pueden ver.
Hay un movimiento de cabeza que sirve para que los golpes resbalen; cuando el
golpe no se puede evitar no hay que aguantarlo, sino irse con él para que
pierda efecto. Entonces, hay que cabecear para evitar o amortiguar golpes y
contraatacar. Muchas veces la defensa es contraataque y lanzar golpes caminando
hacia atrás”, revela.
La reflexión sobre la defensa en el Arte de Fistiana, lo
conduce directamente hacia una crítica constructiva de los pugilistas que
observó en Tijuana, durante la función del 5 de septiembre.
“Anoche vi una función aquí en Tijuana y observé muchos
defectos en los muchachos. Hay errores grandísimos en los boxeadores de ahora:
no tienen coordinación cuando tiran los golpes, no hay defensa, se dejan
golpear y eso no vale la pena. En poco tiempo, si siguen así, no van a terminar
bien de sus facultades mentales”, afirma con toda la autoridad que le otorga su
calidad de personaje legendario.
El “Indio” profundiza en el tema:
“Verdaderamente, si yo pudiese venirme para acá y entrenara
a estos muchachos, todos serían unos campeones. Hay muchachos a los que les vi
cualidades y habilidades, pero necesitan entrenar y practicar. Tienen que
reunirse el manejador, entrenador y peleador para discutir puntos que se deben
trabajar. Los movimientos que yo les enseñaría son completamente diferentes a
los que han aprendido; mis movimientos eran elegantes, efectivos y le gustaban
al público. A lo mejor estoy pidiendo mucho, porque quisiera que fueran como
yo”, dice entre risas.
“Si el peleador quiere destacar, debe aprender defensa,
resistencia y marrullerías. Sin hacer esas cosas que se ven horripilantes
arriba del ring (amarres y cabezazos), el peleador debe saber cómo aguantar
castigo y recuperarse sin que el público lo critique”, agrega.
– ¿Qué le impide regresar a radicar a su tierra?
“Yo deseo con toda mi alma venirme para acá, pero mis hijos
y nietos viven en Conneticut y no podría estar sin verlos. Además, allá trabajo
en una preparatoria entrenando muchachos y alejándolos de las drogas; no soy
terapista, pero conozco la vida. El clima y la gente son diferentes. Me gusta
más la cultura de aquí, pero las oportunidades que hay allá para la gente son
mayores”.
Ortega vaticina que muy pronto veremos el producto de su
trabajo como entrenador en Conneticut: “Tengo varios muchachos amateurs y
los comparé con los boxeadores que vi en la función de aquí y en realidad no
hay comparación; de los jovencitos que tengo, estoy seguro que va a salir al
menos un campeón del mundo”, afirma.
Conversar con cualquier personaje de la llamada “vieja
guardia”, conduce inevitablemente a una comparación entre los boxeadores
actuales que tienen una extensa gama de posibilidades para coronarse como
monarcas universales, y los de antaño, que sostenían sangrientas batallas de 15
rounds en busca de una oportunidad titular que, en muchos de los
casos, nunca llegó.
“Hay todavía bastantes peleadores muy buenos, pero también
hay muchos que están fabricados por la publicidad, la promoción y el dinero.
Ahora, los promotores sólo buscan los millones y tienen cuatro campeones
por división. Pero en aquel tiempo sólo existían un campeón y diez retadores;
el que quería ser campeón, tenía que pelear con lo mejor. Esto habla de la
calidad de los peleadores de antes”, dice Ortega, quien disputó sin suerte a
Emile Griffeth el campeonato mundial welter, en 1961, “cuando ya no era el
´Indio´”.
– ¿Usted sería campeón actualmente?
El “Indio” suspira profundamente, ríe con una ironía que
raya en la añoranza y responde:
“Seguro, es mucho más fácil. Podría ser campeón”.
– ¿Quién es el mejor boxeador que ha visto en años
recientes?
“Julio César Chávez es de lo mejor que he visto. Su manera
de pelear con mucho corazón, sabiduría y buena pegada, me recordaba mucho a los
peleadores antiguos. Chávez hizo una buena historia y fue un gran campeón; está
por encima de otros grandes como el ´Toluco´ López y el ´Ratón´ Macías. Julio
César tenía un corazón de tigre… es el mejor de todos los mexicanos.”
De los 11 monarcas mexicanos actuales, Ortega no duda en
señalar a Juan Manuel Márquez como el de mayor calidad.
“Me gusta muy poco el boxeo actual; no son muchos los
boxeadores que me llenan y uno de ellos es Juan Manuel Márquez. Es un
extraordinario peleador, con una escuela inspirada en la vieja guardia, llena
de técnica y movimientos elegantes… Ojalá Dios le dé la satisfacción de vencer
a Pacquiao, se lo merece”, declara.
Cuando se le interroga sobre los campeones mundiales que ha
dado Tijuana en los últimos años, Ortega responde que su máxima referencia es
Erik Morales.
“No conozco mucho a los demás, pero Erik Morales se merece
todo mi reconocimiento; es un gran peleador. Para mí, es el mejor de los
campeones que ha dado Tijuana. Lo vi pelear varias veces y tiene bastante
corazón; se meneaba muy bien y tenía buenas combinaciones, aunque le faltaba un
poquito de movimiento en cintura y cabeza”, indica.
– ¿Qué opina de Antonio Margarito? ¿Existe gente de la vieja
guardia en Tijuana que lo compara con Usted?
“Margarito es un guerrero… tiene un corazón enorme. Es un
peleador muy valiente, con un estilo muy mexicano, pero creo que debe mejorar
bastante su defensa si quiere volver a ser campeón del mundo y mantenerse en un
sitio importante. Si no mejora la defensa, no va a durar mucho…”.
– ¿Qué le parece lo que hizo de la Hoya? ¿Son reales sus
seis títulos?
“De la Hoya es muy buen boxeador, pero cuando cambió de
entrenador, le cambiaron el estilo. Cuando empezó, tenía movimientos defensivos
muy bonitos, era magnífico y me gustaba mucho. Pero lo que terminó haciendo en
su carrera fue horripilante. Se veía muy tieso y escondía su cabeza detrás del
hombro como peleador de color, pero ese es el estilo de Mayweather; un mexicano
no debe pelear así. Lo respeto por lo que es y lo sigo apreciando, pero la
última pelea que hizo no me gustó nada”.
– Para Usted, ¿quién es el mejor campeón de todos los
tiempos?
“´Sugar´ Ray Robinson”, responde sin dudar un sólo
instante. “Robinson es el mejor peleador de todos los tiempos; es uno de
los clásicos. Lo vi pelear una sola vez en vivo. Tenía todo enorme; sabía
cuándo podía boxear hacia atrás y cuándo tirar sus golpes. Y en los pesos
pesados el mejor fue Joe Louis”, añade.
–¿Qué opinión le merece el fenómeno actual del boxeo mundial
encarnado por Manny Pacquiao?
“Es lo más espectacular que he visto en años… es un
verdadero fenómeno; lo tiene todo: pega, aguanta, boxea, se faja…
Indudablemente hubiera sido campeón también en mi época, me encanta verlo y no
dudo que vaya a seguir ganando campeonatos.
Sin olvidarse de la colonia Morelos que lo vio crecer en
Tijuana, Don Gaspar finiquita involuntariamente la entrevista cuando intenta
explicar la procedencia de su nombre de batalla.
Las leyendas también lloran. A Ortega se le quiebra
dramáticamente la voz entre cada palabra, los ojos se le hacen agua y tras
explicar que sus padres eran oaxaqueños y que asistía a la escuela descalzo por
falta de dinero, culmina con una frase cargada de historia:
“Por eso me dicen el ´Indio´…”.
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