zonal - Cuando la pelota se detiene, la pérdida es grande - Los largos parates perjudican el físico de los jugadores. En las inferiores el fenómeno se torna muy preocupante.
El talón de Aquiles del fútbol regional es la falta de
proyectos de largo aliento. No es una novedad, tampoco apresurado decir que es
inexistente un club que cumpla los trabajos en todas las divisiones de acuerdo
a un sistema de ideas del que no se mueve y defiende hasta las últimas
consecuencias. Cipolletti quizá sea el que más se acerca a ellos. Patagonia lo
hace como barco insignia en categorías formativas. Otros también lo intentaron,
pero la moneda corriente es la imprevisibilidad.
En la zona, los profesionales que más se capacitan en el
ámbito del fútbol (quizá del deporte en general) son los 'profes' de educación
física, aggiornados a preparadores físicos. Son los que leen y se instruyen,
quienes constantemente bucean en las nuevos métodos de entrenamiento. Muchas
veces también son los 'psicólogos' del plantel. En el fútbol nuestro la teoría
se conoce, pero pocas veces se aplica.
El mayor déficit tiene que ver con la inoperancia del
Consejo Federal, el órgano de la AFA que dirige cada vez peor el fútbol del
interior. Es incomprensible que los planteles que juegan Argentino A, B o
Torneo del Interior estén parados largos meses sin competencia. ¿Qué pasa con
esos jugadores? La mayoría no tiene acción y pierde atributos físicos.
Para el caso, sólo un puñado de futbolistas de Cipolletti
continuó entrenando después de salvar la categoría, y quedar afuera de la lucha
por el ascenso a la B Nacional. En los demás clubes pasa lo mismo salvo en
Deportivo Roca, que de los 'federales' es el único que se mantiene en
competencia.
Las variables, los responsables y las consecuencias son
muchas en torno a estos 'parates'. La mayoría de los jugadores espera hasta
fechas cercanas a la vuelta de la competencia para comenzar a negociar (así
piensan que se cotizan mejor), los dirigentes no pueden (o quieren) ponerse en
gastos y los trabajos físicos de transición son una rareza.
Generalmente la planificación de la preparación física en
los clubes de la zona (en los serios, desde ya) consta de tres períodos:
preparatorio, competitivo y de transición. El primero es lo que comúnmente se
llama pretemporada; el segundo, se inicia y finaliza con la competencia y está
relacionado con la mantenimiento de la forma deportiva; y el tercero, comienza
cuando termina el torneo y se relaciona con la fase de pérdida de la forma
deportiva, dura unas cuatro semanas y en general no es respetado por nadie.
¿Por qué? Por lo antes dicho y también porque muchos
jugadores no "están educados deportivamente", explica Cristian Bravo,
hoy profe de San Martín, con pasos por Cipolletti, Maronese (también fue DT) y
algunos clubes más.
Se refiere específicamente a que el futbolista, como en
cualquier profesión, actúa de acuerdo a su particularidad y personalidad. Están
los que se cuidan y van al gimnasio en la época de transición, y están los que
comienzan la pretemporada con muchos kilos de más y riesgos concretos de
lesiones.
Pero no todo es responsabilidad de los jugadores. En un
fútbol con falta de planificación, incentivos y buenas propuestas como el
zonal, el dinero escasea y hay que trabajar de lo que sea para satisfacer las
necesidades básicas. "Cuando se termina la temporada, los que no tienen
contrato firmado dejan de cobrar, por lo que se ven obligados a hacer
'changas'. Entonces, la capacidad física se pierde", analiza Ubaldo
Tribunsky, preparador físico de la primera y tercera local del Albinegro.
Su colega Cristian Servera, de Maronese, agrega detalles
interesantes al fenómeno de la transición. "Lo incorrecto es el descanso
completo sin actividad física. Eso disipa los logros físicos alcanzados en los
meses anteriores. Es lo que pasa generalmente en la región. Hay que priorizar
la recuperación de lesiones, descomprimir mentalmente al jugador y que entrene
tres o cuatro veces por semana a una intensidad que disfrute y a la vez
sirva".
En inferiores
El caso se torna más preocupante cuando la mirada 'baja' a
las categorías formativas y los niños y jóvenes transitan por fases sensibles
de la formación corporal. Los largos parates entre competencia y competencia
afectan la formación, al punto que hay virtudes que se esfuman y no se
recuperan nunca.
"Existen diferentes fases de formación que deben ser
estimuladas justo en ese momento, cuando los chicos están propensos a mejorar
en la velocidad, la coordinación o la flexibilidad. Si no los potenciás durante
esa época en cuestión, dejás pasar el tren y no lo recuperás más, se
pierde", explica Bravo.
Es decir, perder esos meses de entrenamiento puede ser determinante
en el crecimiento y el potencial del joven como jugador, en el desarrollo
máximo de sus capacidades condicionales.
En cambios, si se trabaja en esa etapa quizá se logre un
futbolista más veloz, coordinado y dúctil con el balón. Porque en las etapas
sensibles es clave aprender y desarrollar la técnica.
"Te doy un ejemplo: en la etapa prepuberal (cuando el
joven pega el 'estirón' brusco, le sale el bello facial, le cambia la voz) es
el momento de explotar su capacidad de fuerza porque hay un trabajo hormonal
que no se da ni antes ni después. Si perdés ese tiempo, no se recupera. Podés
compensarlo con gimnasio más adelante, pero no será lo mismo", remarca
Servera.
Es decir, la biología habla y a veces no se la escucha como
debería.
¿Qué pasa en los clubes de primera división? Terminan el
torneo a mediados de diciembre, dan licencia hasta la primera semana de enero
(21 días de vacaciones, reglamentado por Agremiados), hacen un trabajo
transitorio y la pretemporada. El parate más largo se da en junio, pero no pasa
de las tres semanas. Eso en todas las categorías.
Sería para copiar aquí, donde las causas del fenómeno son
muchas. La información existe, pero también las carencias. De dinero, de
proyectos, de interés, de educación deportiva en los futbolistas. "Es muy
difícil incentivar al jugador, incluso a los chicos, para que entrenen si no
tiene un torneo pronto", indica Bravo.
El Consejo Federal organiza campeonatos repetitivos y poco
atractivos, con inactividades prolongadas. Los dirigentes dicen que no hay
presupuesto, mientras en los cuerpos técnicos ven imprescindibles las tres
etapas de entrenamiento (más buena alimentación y descanso) para pensar en
"cosas serias". En algo todos coinciden: los recesos tienen que ser
lo más cortos posible porque, dadas las condiciones en las que se encuentra el
fútbol zonal, es la única forma de mantener en actividad a los futbolistas. (Sebastián
Busader)
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