lunes, 19 de marzo de 2018

LA KRESPITA RODRIGUEZ VUELVE A BOXEAR

Krespita Rodríguez: “Siendo mamá, cuesta el triple; se cierran un montón de puertas” La mejor púgil de Chile regresa al ring tras dos años y medio. Con una nueva inicial, ejerciendo de madre feliz, sin pareja y un nuevo entrenador. A días de subirse de nuevo al cuadrilátero, la chilena hace un repaso por su carrera y los sueños sin cumplir.
Autor: Caterina Dall'Orso LUN 19 MAR 2018 LA TERCERA

Sí. La nueva Krespita (34), ahora con K (decidió cambiar la C, “por una cuestión de energías”). Luego de dos años y medio desde su última pelea, vuelve renovada. Fue mamá (Megan, 2 años 8 meses), cambió de entrenador (Claudio Pardo también dejó de ser su pareja) y determinó recuperar su título de campeona mundial de boxeo. La cita ya tiene fecha y será transmitada por TVN el próximo viernes.

¿Cómo han sido estos dos años y medio fuera del ring?

De aprendizaje, mucho aprendizaje. Es más difícil ser madre que deportista. Tu mundo ya no es sólo tuyo, lo compartes. Tu vida pasa a un segundo plano. Yo antes agarraba la mochila y me iba dos o tres días, ahora no. Han sido años muy lindos, el amor es inexplicable. Te cambia todo, tienes que brindarle seguridad y estabilidad. Ya no puedo ser una paloma.

¿Pensó en colgar los guantes?

No. Siempre estaba ahí, en un futuro… Yo estaba en el peak de mi carrera y sabía que podía seguir mejorando. A pesar de ser campeona mundial, no tengo tanta experiencia. Fui escalando rápido porque siempre peleé con las mejores. Pero sé que puedo seguir mejorando y que puedo dar más todavía. No voy a dejar de hacer lo que me gusta por ser madre. A veces uno abandona sus sueños y creo que es el peor ejemplo que le podemos dar a nuestros hijos. Hay que poner en la balanza las cosas, porque tampoco la dejaría sola.

¿Siempre quiso ser madre?

Sí, siempre lo tuve en mis planes, pero me imaginaba que sería a los 38 años, cuando ya no peleara más y una vez terminada mi carrera deportiva.

¿Cómo fue cuando se enteró?

Fue impactante. No me alegré, pero tampoco me entristecí. Fue plano, no dimensioné. Con el correr de los días me puse a pensar en mi carrera, estaba en mi peak, por fin había conseguido el apoyo, ya era conocida, lo que hacía todo un poco más fácil. Decidí tenerla, y luego pensaba que me pondría a entrenar de inmediato. La tuve, y empecé a entrenar un año después. Me quise dar ese año para disfrutar con Megan.

¿Cómo ha sido la maternidad?

Me he vuelto más sensible, más de piel. Me ha hecho entender a la mujer que es madre. Me dí cuenta que siendo mamá cuesta el triple, se te cierran un montón de puertas. No quería dejarla de lado, y es lo que suele pasar con el sistema de vida que llevamos. Me he puesto más solidaria con mi género. Te das cuenta lo difícil que es.

¿Le gustaría ser mamá otra vez?

Sí. ¡Pero sale muy caro! Me habría gustado que fueran más seguidos, pero no siempre se puede. Quería retomar lo mío, que es difícil. Es lindo, pero es difícil.

¿Hombre o mujer?

Me da igual. Los voy a criar con el concepto de que no hay género. Las mujeres reclamamos por el machismo, pero al final muchas veces somos nosotras mismas las que replicamos: “Hija, no haga eso porque no es de señorita”. Y no sé qué significa eso. He tenido que cambiar hartas cosas, antes decía “estás pegando como niñita”, de forma inconsciente. ¿Qué es pegar como niñita o ser niñita? A Megan le encantan los autos, y yo le compro.

¿Una Krespita distinta a la de hace dos años y medio?

En lo personal, sí.

¿Cómo define su cambio?

Respeto. Hacia mí y el autocuidado. Si yo estoy mal ella también lo está, si estoy feliz ella también. Ella me enseñó a quererme.

¿Megan la acompaña a entrenar?

¡Le encanta! Cuando va a entrenar imita, agarra las cosas, desordena todo. Se sube al ring, da vueltas, salta, se tira al suelo. Me gusta llevarla, que aprenda del deporte. Y no sólo boxeo, la llevo a ver vóleibol, gimnasia, básquetbol,de todo.

¿Se asusta cuando ve que la golpean?

Nooo, de hecho cuando le preguntan en qué trabaja la mamá, ella hace pum pum pum con sus puños. Tira combos, no se asusta.

¿Qué cree que va a decir Megan en un par de años cuando vea sus videos en el ring?

No sé, pero ojalá que sienta orgullo.

¿Le gustaría que ella siguiera su camino?

Quiero que haga lo que quiera, si es el camino del boxeo, ¡feliz! Que lo que haga la llene. Lo más probable es que le va a costar, como a todas las mujeres. Y se lo inculco, que hay que ponerle más empeño.

¿Qué pasó con su entrenador?

Ahora entreno con Johan Carter en su gimnasio. Por motivos personales ya no entreno con Claudio, ya no estamos juntos. Tenemos una buena relación, incluso él se quedó con nuestro perrito, que era nuestro hijo hasta antes de que llegara Megan.

¿Le ha costado mucho ganarse un lugar en el boxeo?

Un montón. Mucho. Con golpes. Independiente que éste sea un deporte bruto, con inteligencia se puede ganar. He hecho sparrings con hombres y he terminado ganando igual por puntaje. Me he hecho mi lugar no con el boxeo en sí, sino que con el medio, con la sociedad.

¿Todavía existe el machismo en el boxeo?

Sí. No tanto entre la gente joven, se vive más en las generaciones mayores, que ven a las mujeres débiles, con un rol establecido. La debilidad no pasa por lo físico, sino por lo mental. Y es ahí donde está la fortaleza.

¿Siente miedo en el ring?

En el momento no, pero antes sí. La idea es que el miedo no te paralice, sino que juegue a tu favor. Que te haga reaccionar, que te haga mover. Una vez que te subes y llega el primer golpe, se va todo.

¿Cómo definiría su carrera?

De aprendizaje.

¿En algún momento pensó que llegaría tan lejos?

No. Pensé que llegaría a ser campeona, pero no creí que iba a causar tanto revuelo. En un principio no me lo imaginé, pero a medida que iba avanzando, lo veía más factible.

¿Cuál ha sido el momento más difícil de su carrera?

Tengo tantos… Cuando abandoné en 2008 y estuve todo el año sin luchar, llegué a pesar 90 kilos. Lo único que queda de eso son unas pocas estrías. Comía dulces todo el día. Estaba decepcionada de todo, las cosas no me resultaban, perdí plata en un negocio que no resultó. Me fumaba una cajetilla diaria. Cuando empecé a volver a entrenar, apenas me la podía. Me ahogaba, no podía mi propio peso. Fue mi momento más duro, hasta que decidí salir.

¿Qué la hizo tomar esa decisión?

Ya no me podía mirar al espejo, no me quería. Nada me motivaba. Pero ya había dejado mi trabajo por el boxeo, así que tenía que volver. “¿Cómo tan débil?”, me preguntaba. A veces estaba acostada comiendo y me imaginaba peleando, ganando. Pero me costó mucho volver.

¿Qué siente por volver a luchar?

Me reencanté con el boxeo gracias a mi hija, porque hubo un momento en que llegué a odiarlo. No controlé la fama. La gente siempre ha sido súper cariñosa, pero estaba perdiendo mi espacio. Y Megan vino a darme una pausa. Inesperada, ya que no la planee, simplemente llegó. Yo iba a seguir con mi carrera a full, pero ella llegó y me enseñó a disfrutar nuevamente lo que estoy haciendo.

¿Cuál es su mayor fortaleza?

La perseverancia y la paciencia.

¿Y su sueño?

Tener un gimnasio con una residencia, donde los chicos que tengan menos recursos se puedan quedar y entrenar. Y me encantaría construir un refugio de animales.

¿Cómo se ve en cinco años?

Campeona de campeonas. Y habiendo retomado el kickboxing, que fue donde empecé, y lograr el título mundial ahí.

¿Cómo se siente para la pelea del viernes?

Con muchas ganas. Ya empieza la ansiedad, se acerca la fecha. Ya van dos años y medio sin competir. Ya empiezo a recordar cómo se siente la previa. El dolor de guata… Que es lo que se echa de menos.

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