Montañistas bolivianas con polleras, conquistaron el Illimani - Once mujeres bolivianas que se atrevieron a la travesía de escalar las montañas más elevadas de los Andes.
- Las intrépidas aymaras escalaron así su quinta montaña de 6.000 metros. Buscan lograr ocho cumbres de la misma altura. Su próximo objetivo es nuestro Aconcagua.
Ellas aprendieron de la montaña que las dejó ascender y descender por sus escarpadas laderas, recibieron el perdón de las implacables ráfagas heladas, fueron espiadas por la fauna de altura, bebieron de los fríos arroyuelos y bajaron hace unos días para relatar aquello que pocos podrán vivir para contar. La prensa de todo el mundo se hizo eco de esta hazaña que tuvo su escenario en uno de los picos más altos de sudamérica, el Monte illimani en La Paz. "La edad es solo un número", presentó Al Jazeera la historia de quince mujeres "cholitas", como se las llama en Bolivia, que rompiendo todo tipo de estereotipos se convirtieron en escaladoras y conquistaron la cumbre del Illimani, a 6.462 metros sobre el nivel del mar.
La aventura de estas mujeres que tienen entre 40 y 50 años y trabajaban como cocineras o ayudantes de sus maridos que son guías de turistas nacionales y extranjeros que escalan montañas bolivianas, comenzó hace dos años cuando se propusieron escalar ocho montañas de más de 6.000 metros, con un detalle singular: sin quitarse la pollera típica.
Para lograr la hazaña de llegar a la cima del Illimani, las cholitas no se desprendieron de sus vestimentas tradicionales, y sobre la blusa, la manta y la pollera, se colocaron los implementos que todo escalador necesita.
Ahora están decididas a conquistar la montaña más alta de América: el Aconcagua en nuestro país, donde sueñan extender la bandera boliviana.
Durante años, Lydia Huayllas, trabajó como cocinera en campamentos y refugios para escaladores en las empinadas cuestas del Huayna Potosí, una montaña andina de 6.088 metros en las afueras de La Paz, Bolivia. Pero hace un par de años, ella junto a otras 10 mujeres indígenas aymara, de entre 42 y 50 años que también trabajaban para los montañistas, se pusieron los crampones (piezas de metal con púas que se fijan a las botas para escalar) bajo sus tradicionales faldas, y comenzaron su propia travesía, que sin ninguna duda, marcará sus vidas.
Cinco y van...
Con la conquista el Illimani, estas mujeres han escalado ya cinco montañas: Acotango, Parinacota, Pomarapi y Huayna Potosí, todas ubicadas en la Cordillera Real de Bolivia y con alturas por encima de los 6.000 metros sobre el nivel del mar.
"¿Qué hacen allá arriba, cómo se siente estar ahí?", le preguntó Huayllas, de 48 años, a su esposo, el guía de montaña Eulalio González, hace dos años. Él le contestó que ella podía escalar la montaña para averiguarlo. Y con esa frase la animó a conquistar desde abajo las cimas más altas.
Hace apenas unos días, Lydia con sus compañeras de travesías, escalaron el imponente Illimani, un macizo de ocho kilómetros de longitud con cuatro picos que domina el altiplano boliviano, tanto que se lo ve desde la ciudad más grande del país: La Paz, y desde el lago Titicaca hacia el oeste, y desde los valles de la Amazonia hacia el este.
Desafiando una tormenta de nieve y fuertes vientos, las mujeres escalaron con su tradicional vestimenta, salvo los típicos sombreros que cambiaron por cascos. Vale decir que para escalar usan equipamiento moderno que incluye sogas, arneses, crampones y botas. La meta del grupo a corto plazo es escalar ocho montañas de más de 6.000 metros.
"Hasta ahorita he subido cuatro montañas, la primera experiencia fue el Huayna Potosí. Lloré de emoción. Y tengo fuerzas, voy a seguir, voy a terminar las ocho montañas", aseguró Dora Magueño, de 50 años.
El anhelo principal del grupo es colocar una bandera boliviana en la cima del Aconcagua, en Argentina, la montaña más alta después de la cordillera del Himalaya en Asia, con 6.961 metros.
Llenas de energía
Desde el Illimani la vista sobrecoge, el viento filoso raspa la cara y falta oxígeno para respirar. Cada paso parece cobrarse el corazón.
Ellas cargaron comestibles y los equipajes de los escaladores hasta el campamento base a más de 5000 metros de altura. "Primero fui porteadora (cargadora), después cocinera pero los turistas me preguntaban cómo era allá arriba, y tuve que subir para conocer y poder contarles", dice Domitila Alaña, de 42 años.
Hace 15 años que Domitila trepa los nevados y quisiera ser guía pero carece de dinero para comprar un equipo propio.
"Mi pie es pequeño, no hay botas para mí pero nada me detiene y he coronado cima en cuatro montañas, entre ellos el Illimani", dice y agrega: "Subir con pollera no es fácil, puedes pisar la punta y caer".
Conocer y desafiar
Debajo de las polleras las once mujeres llevan buzos térmicos. Sólo en el último tramo para coronar la cima se quitan sus polleras para evitar accidentes.
Caminan como cabras de montaña, por la cornisa, pero siempre siguen al guía más experimentado Eulalio Gonzales, 54 años, líder desde sus 26. Todos trabajan para agencias de turismo.
Son mujeres con faldas que desafían los gigantes nevados en Bolivia. El ascenso se inicia después de la medianoche para aprovechar la dureza de la nieve y alcanzar la cima cuando el alba despunta.
“El sol agrieta la nieve y es peligroso el ascenso en pleno día”, dice Gonzáles.
Estas mujeres sueñan con coronar un día los 6.960 metros del Aconcagua, el gigante nevado.
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