PANCHO TELLEZ, FALLECIÓ AYER EN PUNTA ARENAS - Ayer se conocía la noticia, por medio de La Prensa Austral, de un hombre que tuvo un paso importante en el fútbol de la ciudad de Río Gallegos, del Rojo de la calle Alvear, donde dejó una huella, que a pesar de los años, nunca borraron. Sus enseñanzas, sus anécdotas, resonarán por siempre en el Club Social y Deportivo Independiente. Compartimos la nota de Mimica.
Adiós a un grande del fútbol magallánico: Francisco Téllez
Era el año 1962 y debe haber sido en octubre, cuando las tardes comienzan a alargarse. Como todos los días -cuando no llovía- me encontraba en la cancha de ripio que daba a la iglesia de ladrillos colorados de San Miguel, junto a un grupo de niños y adolescentes del barrio. Tratando de patear fuerte, chuteábamos un pesado balón de cuero número 5 para que ataje el arquero de turno, parado en medio de los tres piquetes que hacían de arco; en ese que estaba por el lado de la calle Boliviana; el otro daba a las quintas y de allí la expresión de entonces de “la pelota se fue a las papas”. Recuerdo a algunos de esos muchachos: los Formantel, Lelo Vázquez, los Galindo, Paredes, Miguel Aguila, Raulito Ruiz, Manzana Subiabre, Yeyo, Lucho Ampuero, los Ascencio…
Era ya entrada la tarde, cuando elegantemente vestido con un impermeable claro apareció Francisco “Panchito” Téllez. Venía llegando del norte, donde había viajado para el Mundial de Fútbol, junto a mi hermano, pero él se quedó unos meses más y ahora llegaba a la cancha para compartir sus vivencias con los más grandes del barrio.
Rápidamente lo rodeamos para saludarlo y preguntarle cosas de fútbol, que con su experiencia y pachorra nos iba explicando una a una. Alguien no aguantó más, le trajo una pelota y se la puso en la zurda para que nos enseñara lo que era el chanfle, tal como lo hacía Tito Fouilloux. Y qué bien le daba a la pelota Panchito, como lo admirábamos nosotros en la cancha.
Era la misma admiración que sentíamos por él cuándo lo veíamos jugar en el Estadio de la Confederación Deportiva, capitaneando al Victoria pese a haberle gustado siempre el Sokol, o de medio campista de la Selección. Nos quedan sus gestos técnicos, su parsimonia, su voz y su sonrisa de niño, por la que seguramente siempre le llamaron Panchito.
Y Panchito fue un hombre noble, gran amigo y vecino del barrio, fue de aquellos humildes que supo ser solidario hasta darlo todo por sus demás amigos. Una vez lo vi, ya de viejo -recuerdo- hace solamente unos años, cerca de su casa. Nos reconocimos y abrazamos, nos emocionamos, él hasta las lágrimas. Hoy, al conocer de su fallecimiento, me he quedado con ese leal abrazo de amigo y compañero al que saludo a la distancia en su partida. Me queda sin embargo la sensación que Panchito no se va, que se queda en Boliviana o Paraguaya, que sus pasos rondan por Zenteno y Pérez de Arce aunque se vayan perdiendo de a poco al subir por el cerro. Su voz aún se escucha en el silencio de las calles de San Miguel, pero es sobre todo su ejemplo el que perdurará entre nosotros.
Descansa en paz querido Panchito Téllez.
Willy Mimica
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