lunes, 10 de febrero de 2014

FÚTBOL INFANTIL EN ESTADOS UNIDOS

Pautas para enseñarles a los niñosLa clave es aportar apoyo emocional y logístico, y no presionarlos. Los padres tienen una influencia preponderante sobre las actividades de sus hijos, pero en el caso del fútbol, quizá menos sea más.


Sentarse a ver un partido de fútbol frente al televisor, ir al estadio a ver un encuentro en vivo, y sobre todo, patear la pelota con uno de los padres puede sembrar la pasión del niño por el fútbol. Pero ese amor por el deporte se desarrolla practicándolo y observándolo en un ambiente libre de presión. Es por eso que los padres deberían tomar en cuenta las siguientes consideraciones:

Apórteles oportunidades y entusiasmo

Sábado o domingo en la mañana puede ser el momento ideal para llevar a los niños a un espacio verde a patear la pelota.

A una temprana edad, el fútbol es diversión, una oportunidad de jugar con amigos o parientes y hacer ejercicio. En ese contexto, el rol del padre es doble: alentarlo a divertirse y a ensayar técnicas nuevas, y aportarle oportunidades a practicar este deporte, ya sea llevando al hijo al parque seguido para practicar con él/ella o inscribiéndolo en una escuela o liga infantil donde el niño pueda practicarlo regularmente.

Apoyarlo en una liga

En el caso de inscribir al niño/a en una liga, el padre debe tener cuidado en no confundir al niño al contradecir las indicaciones del entrenador, aunque esto no significa que el padre no esté disponible para ofrecer consejos o para ayudar al niño a ensayar distintos aspectos del juego.

El rol de los padres de una liga infantil de fútbol es simplemente asistir a los partidos para expresar su apoyo emocional y logístico. Es decir, alentar a los chicos sin caer en críticas hacia los rivales, árbitros o compañeros; transportarlos a los partidos, y llevar refrescos o comestibles.

Accesorios

Además de tener la oportunidad de jugar con compañeros o patear la pelota con los padres, el niño debería poder practicar por su cuenta parar ir mejorando la técnica. Esto podría lograrse de una manera tan simple como patear el balón una y otra vez ante un muro. Otra alternativa se encuentra en las tiendas de deportes, donde venden accesorios como una cuerda con estaca, que harán que la pelota vuelva hacia el niño para ser impactada repetidamente.
El Síndrome Tiger Woods

Muchos niños en Estados Unidos empiezan a practicar el fútbol en un ambiente organizado, como una liga o escuelita, a partir de los 4 años, y no son pocos los padres que sueñan con que sus hijos lleguen a ser profesionales o a ganarse una beca universitaria; creen que para lograrlo deben presionar a los niños hasta que rindan al más alto nivel.

Es un fenómeno que el educador deportivo Bob Bigelow, ex jugador de la NBA y coautor del libro “Just Let the Kids Play” (Dejen que los niños simplemente jueguen), llama el Síndrome Tiger Woods: la creencia que, sobre todo a una temprana edad, hay que ser igual de exigentes que el padre del famoso golfista.

“El mayor problema en los deportes infantiles organizados en Estados Unidos son los adultos que quieren competir a través de los niños”, ha dicho Bigelow. “Lo importante es que los niños compitan entre ellos. No se trata de desarrollar mejores atletas, sino desarrollar mejores niños…a través de valores como el juego limpio, disciplina, obedecer las normas, aprender a ganar, aprender a perder”.

Una de las soluciones de Bigelow a la excesiva injerencia de los padres o entrenadores es que en los entrenamientos de las ligas organizadas se dedique al menos 30 minutos en que los niños quedan totalmente a cargo de la actividad: desde dividirse en equipos hasta ser sus propios árbitros, tal como si estuvieran en la calle de su barrio o el patio de su casa con amigos.

(Dejar que los niños se autodirijan, ya sea en ligas infantiles o en el parque, tiende además a fomentar la creatividad futbolística de los más pequeños al librarlos de la necesidad de cumplir con las instrucciones de los adultos).
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