De Canadá a Argentina: correr descalzo por la educación - Siete meses después de que comenzó el recorrido de Montreal,
Canadá a Ushuaia, Argentina, Joseph Michael Kai-Tsu Liu sabe que sobre sus pies
hay una aventura que dejará huella
Cuando Joseph Michael Kai-Tsu tomó la decisión de correr
descalzo desde Montreal, Canadá, hasta Ushuaia, Argentina, supuso que el
recorrido le permitiría “hacer cosas diferentes”, pero siete meses después de
haber comenzado y tras llegar a la mitad del camino, cree que la experiencia le
permitirá trascender como alguien que ayudó a comunidades de distintos países.
Por sus raíces, Joseph se define como un hombre de tres
sitios -China, México y Canadá-, lo que también lo llevó a buscar una aventura
“mundial” con la que a sus 32 años de vida pudiera “quedar marcado”.
“La meta es cruzar el continente americano por 14 países y
correr afiliado a 14 fundaciones educativas de cada país para recaudar fondos
para que estas fundaciones empujen nuevas formas de entender la educación,
sistemas que complementen los métodos tradicionales”, dijo este corredor en
entrevista en la Ciudad de México, en donde tomó unos días de descanso.
¿Por qué descalzo?
Hay dos razones fundamentales, explica Joseph. Una, que es
la mejor forma para no preocuparse por cargar tenis, tener un patrocinador de
zapatos deportivos y sobre todo, de reponerlos cada tres semanas, pues en ese
tiempo corre los 300 a 500 kilómetros de vida útil del calzado.
Pero lo más importante, es que correr descalzo implica para
él una filosofía que lo devuelve a los orígenes del hombre. “El cuerpo está
diseñado para correr descalzo y te ayuda a fortalecer los músculos que no usas
cuando usas tenis”.
En estos siete meses de recorrido, Joseph recuerda dos veces
en los que estuvo a punto de ser atropellado. La primera por imprudencia de una
conductora, pero la segunda porque al trazar su ruta por Estados Unidos no
contempló que se cruzaría con un puente en el que no había acotamiento y en
donde terminó subido a una barda de contención para evitar que un tráiler le
pasara por encima.
“Por eso es que mi papá sí está muy preocupado. Él está en
Montreal, pero como no está metido en esto de las redes sociales no se entera
de tanto. Pero su apoyo y el de mis hermanos es fundamental para lograrlo”.
En esta carrera de 19 mil kilómetros, —que inició corriendo
50 kilómetros diarios y ahora cambió por 30— Joseph cuenta también con el apoyo
de sus diez hermanos, dos de ellos encargados del área de Relaciones Públicas.
Cuando inició todo, acababa de terminar la carrera de
Ingeniería Industrial en la Universidad de Concordia, que fue fundamental en
trazar una ruta por el continente en la que pudiera ir “huyendo del invierno”.
No tiene una fecha límite para llegar a Ushuaia, en
Argentina, está convencido de que fuerzas no le faltarán para alzar los brazos
en señal de triunfo cuando lo logre. Pero para cuando eso ocurra ya hay dos
nuevas aventuras que tiene en mente: hacer una película sobre su recorrido y
regresar en un avión a Montreal.
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