Esta carrera continuará... - El vencedor, que se impuso en tres de las últimas cuatro
pruebas, lidera el campeonato con un punto de ventaja. TC en su salsa. Ese es el que se cocinó con distintos chefs
y variados condimentos en la antepenúltima fecha del play off en el autódromo
de La Pampa. Con un gran marco de 60 mil personas. Con las suspicacias por el
flojo nivel de los Ford del antes imbatible Lincoln Sport Group.
Con la
sorpresiva aparición de Marcos Di Palma, que incluyó un peligroso vuelo sobre
la pista con su avioneta en lo que pareció ser la avant premier de su
retorno. Y como plato fuerte, con una carrera que, como tantas de la categoría,
tomó emoción en su agonía y tuvo el final menos esperado aunque no haya sido
una sorpresa que Diego Aventín ganara y sumara su tercer triunfo en las últimas
cuatro carreras, algo infrecuente en tiempos de especulación. Una victoria que
lo devolvió a la cima del campeonato con sólo un punto de ventaja sobre Jonatan
Castellano.
Sorprendió, si es que algo todavía sorprende en el TC, la
forma en la que Aventín llegó a la victoria. No hay duda de su legalidad y de
su capacidad conductiva para ganar y mucho menos del excelente rendimiento de
su azul Ford, uno de los pocos que anduvo en el fin de semana pampeano. El
asombro, seguido de las polémicas y las suspicacias, se instalaron por la forma
en la que Guillermo Ortelli perdió una carrera que dominó desde que en la
vuelta inicial ese gran candidato que era el Dodge (recibió algunas
observaciones por la altura del techo) de Juan Marcos Angelini quedó parado por
un problema en el burro de arranque que descargó la batería. Desde entonces y
hasta la vuelta final, Ortelli fue dueño y señor de la carrera.¿Quién
imaginaría que podía perderla más allá del gran avance de Diego Aventín en la
parte final que lo llevó a colocarse como una permanente sombra del Chevrolet?
Perdió nomas Ortelli. En la vuelta final el Pumita Aventín
le lanzó el zarpazo del sobrepaso por afuera, la maniobra que más duele al
orgullo de los pilotos, y Ortelli no tuvo la reacción para siquiera intentar
alguna defensa. ¿Puede un piloto de la capacidad y experiencia de Ortelli,
séxtuple campeón, perder una carrera en la última vuelta? Puede aunque no debe
de acuerdo a esos códigos que tan bien conocía y manejaba Juan María Traverso,
quien repetía que “en la última vuelta el puntero tiene que doblar con las
puertas para que no te pasen...” Menos debe perderla si ese piloto, además de
dominar casi desde el comienzo, arrastra, como Ortelli, una sequía de victorias
en la pista de cuatro años y dos meses. Mucho menos debe si el rival es de la
tradicional maca adversaria. Y muchísimo menos debe perderla si ese piloto,
como Ortelli, dos carreras atrás y como escolta había arriesgado tanto como
arriesgó en San Luis ante Matías Rossi provocando el toque que eliminó a ambos
y le dejó el triunfo a Aventín, el mismo al que ahora, casualmente o no, volvió
a beneficiar. ¿Por qué ayer Ortelli no arriesgó para defender esa victoria al
alcance de la mano como arriesgó para buscar aquella de San Luis que parecía
más lejana?
“Por querer defenderme el auto se me puso de costado y si
aceleraba hacía un trompo”, explicó Ortelli sin demasiado convencimiento y
todavía colorado de enojo con un periodista que le preguntó si había recibido
alguna orden para la maniobra. “No contesto preguntas de mala leche”, se quejó
desencajado como pocas veces.
“Guillermo siempre fue mi ídolo. Disfruté sus seis títulos y
disfruto correr con él porque es un caballero. Hoy me dejó lucirme y me dejó
ganar, pero no en el mal sentido porque esa maniobra que hice para pasarlo no
se hace solo sino de a dos...”, admitió Aventín echando más leña al fuego de
las suspicacias y las polémicas. Una primera consecuencia fue la calentura
inicial de muchos hinchas de Chevrolet con Ortelli. Nadie lo hubiese imaginado
pero fue TC puro. TC en su salsa.
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