El Mono Gatica, un mito que cumple cincuenta años - Nació en un hogar humilde, creció dándole batalla a la
pobreza más extrema y llegó a la popularidad, para luego dilapidar la fortuna
que se ganó arriba de los rings. No fue campeón pero quedó en el corazón del
pueblo -
José María Gatica, el Mono, quizás el más grande ídolo
del boxeo argentino, moría hace 50 años tan pobre como había nacido,
dando origen a un mito popular. Falleció a los 38 años en el hospital
Fiorito de Avellaneda a causa de las heridas sufridas dos días antes,
cuando cayó de un colectivo de la línea 295 tras salir de la cancha de
Independiente.
Nació el 25 de mayo de 1925 en un humilde hogar de Villa
Mercedes, San Luis, pero llegó a ser una figura singular del boxeo nacional,
generadora de amores y odios durante el gobierno de Juan Domingo Perón.
En 1933, su madre, acosada por las necesidades de la
pobreza, decidió emigrar de Mercedes y junto a su otro hijo tomaron un tren
con destino a la estación de Pergamino. Allí la mujer trabajó en tiempos
de cosechas para hacerse de unos 200 pesos.
Después abordaron otro tren y siguieron a Buenos Aires
para radicarse en San Telmo. Entonces se transformó en el “Monito”, un
chico que de día lustraba botas en las calle porteñas y de noche vendía
diarios.
Crecer de golpe
El niño creció de golpe en un mundo en el que había que
pelearla segundo a segundo para no ser devorado por la marginalidad. Así
se fue criando ese muchachito tan pícaro como resentido hacia una
sociedad que le daba la espalda y no se preocupa por él.
Pero ya se advertía a un peleador que poco le importaba
que le pegaran, en tanto y en cuanto él podía seguir combatiendo y
haciendo sentir sus mandobles sacados desde todos los ángulos, en forma
agazapada, como si fuera un cavernícola. De la mano del técnico Lázaro
Kocsi, saltó a los cuadriláteros y descolló como amateur, hasta llegar a
ser el boxeador aficionado mejor pago. Luego vino el profesionalismo
y un año clave en la historia de los argentinos: 1945.
Amores y odios
Desplegó toda su personalidad discordante, que sembraba amor
e idolatría en las populares y odio entre los habitantes del ring side.
Conoció la gloria y también las derrotas, en especial en
los grandes clásicos ante el boxeador rosarino Alfredo Prada, quien hasta
su muerte recordaba con emoción los pleitos con el “Mono”, siempre
acompañados por Perón en el ring side y hasta a veces por la mismísima
Evita.
El 5 de enero de 1951, en el mítico Madison Square
Garden de Nueva York, fue noqueado en un round por el campeón mundial
liviano, el local Ike Williams, en una pelea sin título en juego.
Así hasta que llegó el ocaso deportivo, paralelo a la
oscuridad política de la impopular Revolución Libertadora. Gatica cayó en
el ostracismo, luego en la pobreza y finalmente en la injusta denigración,
al punto que hasta se prestó a realizar una parodia en la cancha de Boca
ante el catcher Martín Karadagián.
No extrañó que una tarde de noviembre de 1963, cuando
salía de la cancha de Independiente, donde vendía muñequitos (diablitos
rojos), cayera desde un colectivo y sus ruedas pasaran sobre su cuerpo.
Luego, la agonía para expirar días después en una humilde cama del
hospital Fiorito
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