martes, 1 de octubre de 2013

BOCA - RIVER EL SUPER CLASICO

Clásico, pero no súper - Por Jorge Neri, (DyN) - Si el River-Boca o Boca-River fue elevado a la cúspide de los clásicos del fútbol mundial va más allá de las calidades que ofrezcan los 22 jugadores dispuestos en el Monumental o la Bombonera, es la experiencia de vida que significa participar de la fiesta que se da a partir de lo que ocurre en el campo, y se traslada a las tribunas.

Es esa fiesta, que empieza con la adrenalina arriba para todos y suele terminar solo para una de las partes, hace que el River-Boca o Boca River sea súper.
El ámbito, el clima, el color es el plus, como el Fla-Flu carioca, que nivela cada vez más ausencias futboleras.
Sin esa parte del espectáculo, en el caso del próximo domingo será el hincha de Boca, habrá clásico, pero no súper. Faltará el que grite y cante, el que viva hasta el sufrimiento del otro lado.
Todo porque contrariamente a la univocidad del personaje de de Mary Shelley, en la Argentina hay muchos Frankenstein con nombres vernáculos: La 12, Los Borrachos del Tablón. Y también muchos Víctor que crearon y nutrieron estas máquinas de ganar poder y dinero.
Los Frankenstein vernáculos acumulan más muertes que la criatura de Ginebra en la obra.
Las autoridades de seguridad nacionales y de la provincia de Buenos Aires les cierran la puerta a los hinchas pacíficos, mientras los monstruos siguen sueltos, pese a crímenes recientes.
La AFA, con dirigentes que rechazan ser Víctor pero que asistieron al crecimiento de las barras, acatan las ordenes gubernamentales, sin contrapropuestas, como ocurre desde que el fútbol recibe miles de millones del Estado.
Todos podrán ver el partido por televisión, los que asistan celebrarán o lamentaran según el resultado. No entrará un alfiler en el Monumental el domingo próximo, pero algo faltará para que realmente sea un superclásico.


Analizan sus cartas - Antecedentes y datos de la actualidad de cada uno.

¿Qué pueden mostrar River y Boca el próximo domingo?
"Somos diferente, se nota que somos diferentes. Nosotros no festejamos los empates...". Hizo una media sonrisa, de esa tan característica en su rostro, y se retiró. Ramón Díaz quería ganar desde la dialéctica lo que su equipo había dejado escapar en La Bombonera. El riojano regresaba a La Boca y de allí se iba con bronca, seguro de que los tres puntos le correspondían a su equipo. Lo mismo le había ocurrido al Pelado Matías Almeyda cinco meses y medio antes, en el superclásico que terminó igualado en dos tantos.
Hay una frase archiconocida en el fútbol argentino: "los clásicos son partidos aparte, no importa cómo llegue cada equipo". ¿Es tan así?
El 'súper' que se jugará el próximo domingo en el Monumental tendrá dos particularidades: será solamente con público local (las entradas salieron a la venta ayer, con plateas en la friolera de 800 pesos) y tanto River como Boca llegarán a este choque (va a las 18:15) después de ganar sus partidos previos, algo en lo que no coincidían desde 2004.
Las últimas dos ediciones terminaron con empates, pero la angustia quedó del lado millonario. Hace poco menos de un año atrás, el 28 de octubre de 2012, River volvió a jugar un superclásico en primera después de una temporada en la B Nacional y lo hizo con el Pelado Almeyda como DT y un equipo que hoy parece extraño, con Carlos Sánchez, Cirigliano, Aguirre y David Trezeguet. Su realidad inmediata hablaba de una caída ante Quilmes, que había deslucido sus dos anteriores goleadas frente a Arsenal y Godoy Cruz.
Boca andaba a los tumbos de la mano de un JC Falcioni que había sido campeón dos torneos antes, pero que no triunfaba en los últimos cuatro partidos y que se salvó del escarnio porque en los últimos 15' del derby Santiago Silva y Walter Erviti empataron el partido sin merecerlo.
El 2-2 en ese torneo Inicial que terminó ganando Vélez no salvó a nadie, y algunas fechas después (polémicas varias de por medio) los dos entrenadores le dejaron el lugar a los más ganadores. Carlos Bianchi y Ramón se volvieron a ver las caras el domingo 5 de mayo de este año. River peleaba arriba con Newell's y Lanús, mientras que el xeneize extrañamente miraba la tabla desde bien abajo y sumaba un triste e histórico récord: 10 partidos al hilo sin triunfos a nivel doméstico. Como en el clásico anterior, el Millo pegó antes del minuto con Lanzini (antes con Leo Ponzio) y Boca empató con el Pelado Silva. Todo eso en el primer tiempo, porque en el segundo se dedicaron a aburrir.
De ese derby quedaron apenas las chicanas de Ramón (aquel recordado "¿Yo de la B? Nooooo") y la sensación de que cuesta ver y generar fútbol cuando la búsqueda se centra en no perder. Los dos "grandes" no pelearon por el título y sus entrenadores dejaron el Olimpo para ser personas de carne y hueso.
La sensación es que a este clásico llega futbolísticamente mejor Boca. A diferencia de las ediciones anteriores, contará con Juan Román Riquelme y Fernando Gago, dos verdaderos cracks para el medio local. Claro, todo lo que promete del medio para adelante se transforma en pesadilla a la hora de defender. En el fondo tiene graves problemas para armar la línea de cuatro.
El Virrey no pega una con las lesiones, el domingo perdió a Ribair Rodríguez a los 4 minutos y aunque estaría en condiciones de volver el Cata Díaz, el Xeneize está muy lejos de ser un equipo confiable atrás. "Cada 90 minutos hay que cambiar la defensa", se lamentó Bianchi.
En River, en cambio, seguramente Ramón repetirá la defensa con Barovero; Mercado, Maidana, Balanta (llegaría con lo justo) y Vangioni, con un cambio con respecto al clásico de mayo: Maidana por González Pirez. Sin dudas, es una última línea que ofrece solidez y salida por las dos bandas. Que ese fondo se repita no es sinónimo de inexpugnabilidad, aunque es verdad que Barovero está enorme y con cinco goles es de los que menos veces vio caer su arco, sólo por detrás de Arsenal y Godoy Cruz (4).
Boca, en cambio, recibió 11 tantos en 9 partidos, aunque no le convirtieron en los últimos tres, sobre todo porque el medio tiene mayor intensidad, el equipo consiguió posesión y retrocede mejor. En esa mejora la incidencia de Gago es determinante.
River se mostró vertical ante Lanús, con tránsito rápido en el medio y mucha actividad por las bandas. Es clave la incidencia de Manuel Lanzini, un jugador desequilibrante, que llega al gol y que se acerca más al arco cuando Teo Gutiérrez se retrasa y actúa de conductor. El Millo debe ganar para no quedar demasiado relegado en la lucha de arriba (Newell's está a seis puntos), pero para lograrlo tendrá que pensar en meter mucha presión en el medio y quitarle posesión a un Boca que tiene en Pintita y Román a dos verdaderos expertos, que nutren todos el tiempo de balones bien jugados y profundos a Sánchez Miño, el Burrito Martínez y Gigliotti.
A priori, los dos DT tienen un par de dudas, aunque se estima que repetirán un 80% del equipo que pusieron el domingo. En el Millo seguramente volverá Carbonero, Ledesma podría recuperar su lugar y tal vez el Pelado apele al "efecto-Mora". En el Xeneize, habrá que ver cómo está el Cata y si Bianchi se anima a seguir con el equipo que enfrentó a Quilmes o toma forma el rumor que circuló ayer, que JR irá como media-punta en lugar del Burrito.
Si caen, ninguno de los dos perderá su cargo, como le ocurrió en el Apertura 2010 a Claudio Borghi después del 1-0 de River con gol de Maidana. Deberían jugársela al ataque, con sus armas y necesidades. Por el bien del fútbol nuestro de cada día.


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